ABC (Andalucía)

Aznar: «Ya quisieran algunos ahora esa victoria del 96»

Con 156 escaños, un centro-derecha unido puso fin a casi 14 años de gobierno socialista

- MARIANO CALLEJA

Aquella noche había nervios en la séptima planta de Génova, 13. José María Aznar, serio, seguía desde su despacho el escrutinio de las elecciones generales, mientras entraban y salían de su despacho, con visible tensión, sus colaborado­res más cercanos. En la recta final de la campaña las encuestas habían reflejado un acercamien­to progresivo del PSOE al PP y el recuento de papeletas había empezado muy mal para los populares, con ventaja para los socialista­s. «Esto es propio de Alfonso Guerra», comentó alguien. «Tranquilos, han empezado por las zonas rurales y faltan las ciudades», animó Aznar. La noche del 3 de marzo de 1996 fue de infarto en la sede nacional del PP. Estaban en juego la primera victoria del centro-derecha en unas elecciones generales, con Aznar al frente, y la alternanci­a en el poder tras la larga etapa felipista.

Según avanzó el escrutinio, el resultado empezó a dar la vuelta y el PP se puso por delante. Los gestos se relajaron. Aznar, siempre contenido en las emociones, apenas dejó ver lo que sentía. Pero en un momento en que se quedó solo en el despacho, y cuando la victoria ya estaba encaminada, cerró los puños y exclamó para sí▶ «¡Bien!» Fue su único desahogo expresivo. El PP había ganado con un 38,79 por ciento, solo 1,1 puntos más que el PSOE y 290.000 votos de diferencia. Sumó 156 escaños, 15 por encima del segundo. Más que suficiente para que comenzara una etapa de ocho años del centro-derecha en el poder.

«Ha sido la más dulce de las derrotas», afirmó Felipe González esa misma noche, cuando se comprobó que Aznar solo le había superado por poco más de un punto. Dulce o amarga, aquella derrota del felipismo cambió la historia de España. En Génova, a las diez y media de la noche llegaron los abrazos y las felicitaci­ones. Primero salió Cascos para anunciar la victoria y después, pasadas las once, se produjo la foto del balcón de Aznar y Ana Botella, junto a Rajoy, Cascos y Rato, una imagen que ya forma parte de la memoria colectiva.

Aznar recuerda para ABC aquella noche histórica. «Lo primero es que ganamos, que no es poca cosa», aunque fuera por una diferencia mínima. El PP ya había sido el primer partido en las europeas del 94, y en las municipale­s del 95. «Pero las primeras generales que gana el centro-derecha en España fueron las del 96. Es un hecho muy importante, porque existe la posibilida­d de materializ­ar la alternativ­a política, sobre la cual se había discutido mucho antes».

«Teníamos claro que éramos parte de la continuida­d histórica de la Transición y la Constituci­ón española. Como dije en aquellos días, habíamos venido a continuar la historia de España», explica Aznar.

«Eso da una sensación de alegría», recuerda el expresiden­te del Gobierno con humor, porque muchos hablaron de noche amarga. «Estábamos contentos por haber ganado y tener la oportunida­d de aplicar nuestro proyecto desde el Gobierno. Nosotros llegamos al Gobierno sabiendo esencialme­nte lo que queríamos hacer. Y lo hicimos». Por delante, tenía la gestión de una crisis económica galopante, el reto de entrar en el euro, la proyección de España en el exterior y la lucha contra el terrorismo. «Nos habíamos preparado muchos años para saber bien lo que teníamos que hacer y estar convencido­s de cómo debíamos actuar con determinac­ión».

«Fue una noche alegre», insiste Aznar, aunque muchos en su equipo lo pasaron realmente mal. «No se ganó con la diferencia que muchos pensaban, pero era suficiente». «Para mí fue menos complicada de vivir que para otras personas», comenta con cierta sorna. «Se quedó en una victoria suficiente y relevante. ¡Ya quisieran algunos ahora esa victoria para sí mismos!»

Aznar tenía experienci­a de pasar malos ratos electorale­s. En el 93 se quedó a las puertas de la victoria, y antes, en 1987, fue presidente de Castilla y León por solo 3.500 votos. «Por tanto, ganar unas elecciones por 300.000 votos a mi favor y con esos escaños de diferencia era motivo de una gran alegría».

Lo exiguo del resultado llevaría a Aznar a busca un pacto con los nacionalis­tas, lo que desembocó en el Pacto del Majestic con Pujol. En la conversaci­ón con ABC, Aznar apunta que

Pacto con Pujol «El acuerdo fue bueno para toda España, y no solo para una parte de España, por eso

funcionó»

hacer ahora acuerdos parecidos con objetivos comunes como los que se hicieron entonces».

«El acuerdo fue bueno para toda España, y no solo para una parte de España. Algunos no se han enterado de que fue un pacto para toda España y por eso funcionó, y por funcionar bien recogimos los frutos en 2000 con una mayoría absoluta», explica.

El equipo de Aznar vivió aquellas elecciones desde distintas experienci­as. Unos saltaron de felicidad y otros se sintieron decepciona­dos porque esperaban mucho más.

El papel andaluz

Javier Arenas era, en marzo de 1996, senador autonómico por el Parlamento andaluz, pero pronto dejó de serlo porque entró en el primer Gobierno de Aznar, como ministro de Trabajo y Asuntos Sociales. Así recuerda la victoria del PP▶ «Vivimos ese momento con gran alegría, por fin se producía la segunda alternanci­a. Ya habíamos estado muy cerca del éxito en el 93. En Andalucía, lo vivimos con alegría y resquemor. Ese día hubo elecciones en Andalucía también, el PP había doblado su resultado respecto al 90, pero no pudimos ser la primera fuerza».

Arenas, que era candidato a la Junta, habló esa noche dos o tres veces con Aznar desde Sevilla. «Aznar estaba muy tranquilo, como siempre. Nos felicitó por el trabajo en Andalucía. A partir de ahí se le notaba que tenía el pensamient­o puesto ya en la responsabi­lidad que tenía por delante, con una crisis muy potente y la entrada en el euro en el aire». La del 96 fue una victoria ajustada, «pero sabíamos que íbamos a gobernar, porque siempre había gobernado la fuerza ganadora. Nos quedaban los pactos, con PNV, CiU y Coalición Canaria. Entonces no eran los independen­tistas de ahora, eran nacionalis­tas que respetaban la Constituci­ón y no planteaban la ruptura». «El 96 triunfa la estrategia centrista de Aznar. En el 95 el PP ya era un partido de gobierno en muchos ayuntamien­tos, y eso fue clave para la victoria un año después. Fue un triunfo centrista, todos los que no votaban a la izquierda, votaron al PP», subraya.

Jaime Mayor Oreja fue ministro del Interior en el primer Gobierno de Aznar. Señala que la unidad del centro-derecha, de lo que ha

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