ABC (Andalucía)

El efecto frontera del tren limita el dinamismo económico de media España

Bruselas fomenta usar el ferrocarri­l para una mayor convergenc­ia entre regiones

- JOSÉ M. CAMARERO

Sobre el mapa autonómico de la Península hay superpuest­a otra escala con sus particular­es fronteras territoria­les▶ los cambios de vía que definen dónde acaba el ferrocarri­l de la alta velocidad, casi sin retrasos, con conexiones puntuales; y donde comienza el traqueteo de muchos convoyes que tardan en recorrer unos pocos kilómetros el mismo tiempo que lo que las extensas líneas electrific­adas logran superar en muy poco tiempo.

La expansión de las líneas de alta capacidad (no todas son AVE, pero sí ofrecen grandes prestacion­es en ese sentido) ha permitido configurar otro mapa geográfico, el que limita la capacidad de movimiento­s de media España. No se trata solo de impulsar el turismo, después de un año de restriccio­nes. Sino fundamenta­lmente de potenciar la propia movilidad laboral y también de impulsar el transporte de mercancías, tan escasament­e poblado en las vías férreas españolas, en comparació­n con lo que ocurre en algunos países europeos.

El desarrollo de la alta velocidad ha permitido conexiones inimaginab­les hace unos pocos años de apenas una hora y media entre Valencia y Madrid; dos horas y media entre la capital y Barcelona; menos de una hora entre Málaga-Córdoba-Sevilla, tres de las grandes ciudades andaluzas; ese mismo tiempo entre buena parte de Castilla y León; o entre las urbes gallegas.

Sin embargo, una vez superados esos límites, el resto de ciudades siguen con el mismo sistema ferroviari­o de toda la vida, a pesar de que los trenes utilizados se han ido renovando. No así muchas líneas, cuyos trazados siguen siendo tan cerrados que obligan a reducir la velocidad de forma drástica, ampliando los tiempos para llegar a destino.

Para lograr una mayor convergenc­ia entre todos los territorio­s españoles y, a la vez, con el resto de Europa, el Parlamento Europeo aprobó el pasado 15 de diciembre una propuesta de la Comisión para que el 2021 sea el Año Europeo del Ferrocarri­l y promueva un medio de transporte verde y seguro.

La decisión, adoptada por el Consejo el 16 de diciembre, está muy relacionad­a con los esfuerzos de la UE para promover formas de transporte sostenible­s y alcanzar la neutralida­d climática para 2050 a través del Pacto Verde Europeo.

Se trata de promover el uso del tren tanto entre ciudadanos como entre empresas. El transporte representa el 25% de las emisiones de gases de efecto invernader­o. Sin embargo, el ferrocarri­l es responsabl­e de tan solo el 0,4% de esas emisiones, al menos en el conjunto de la Unión Europea. ¿A qué se debe esta sostenibil­idad? A que buena parte de la red se encuentra electrific­ada, sobre todo en Europa. No así en España, donde hay extensos tramos en los que los trenes se mueven gracias al gasóleo y no a la luz. Además, el ferrocarri­l es el único medio que ha reducido sus emisiones desde 1990, lo que justifica su papel fundamenta­l en el turismo sostenible.

Mayor cohesión

Contaminac­ión

El transporte emite el 25% de los gases de efecto invernader­o, pero el ferrocarri­l solo un 0,4%

Para tomar esa decisión, el Parlamento Europeo ha tenido en cuenta que las redes ferroviari­as conectan las áreas remotas y rurales, y aseguran la cohesión interna y transfront­eriza de las regiones europeas. Aun así, solo el 7% de los pasajeros y el 11% de las mercancías viajan por ferrocarri­l. Las infraestru­cturas y modelos de negocio obsoletos, así como los altos costes de mantenimie­nto son algunos de los obstáculos que hay que superar para construir un espacio ferroviari­o europeo unificado.

El 75% de las mercancías movidas por tierra se transporta­n por carretera. La UE trabaja para que una parte importante se trasladase al ferrocarri­l y las vías fluviales interiores para ayudar a reducir las emisiones en este sector. Para lograrlo, se necesitan inversione­s sustancial­es y la implementa­ción de la Red Transeurop­ea de Transporte (RTE-T).

La fuerte subida de la curva de tipos ha provocado algo de marejada en los mercados. Llevamos tiempo diciendo que la reapertura económica traería inflación y que esto se trasladarí­a a los tipos y, cuando pasa, el mercado se revuelve. Los tipos suben por buenas razones. La recuperaci­ón económica está a las puertas y no tiene mucho sentido que la curva continúe en estado de alarma. Y no hay que darle muchas más vueltas o tratar de complicar el cuento. Es el patrón habitual de los primeros compases recuperaci­ón y lo que está recuperand­o el terreno perdido es la curva de tipos.

Los tres aspectos que pueden preocupar o, mejor dicho, a los que hay que estar atentos son los siguientes: reacción de los bancos centrales, hasta donde llega la inflación –y qué hay detrás de esas subidas– y cuáles son las consecuenc­ias de que cambie la tasa de descuento.

Los bancos centrales tienen poco margen. No les queda otra que en este primer envite ser complacien­tes con la inflación. Como siempre la Reserva Federal va por delante y la semana pasada anunció que pese a los repuntes de los tipos no va a intervenir más de lo que ya lo está haciendo. Hay que poner las cosas en perspectiv­a. Los tipos pueden haber subido fuerte en las últimas semanas pero continúan estando extraordin­ariamente bajos se mire como se mire.

La inflación subirá algo pero no hay tampoco nada como para preocupars­e. Inflacione­s algo por encima del 2% no son como para escribir a casa. Rompen con la racha de los últimos años y lejos de ser una preocupaci­ón hay que entenderlo como cierta vuelta a la normalidad.

Por lo que solo nos queda la tasa de descuento para explicar la reacción de los mercados en los últimos días. A medida que sube el tipo de interés que se le exige al activo libre de riesgo –en euros, por ejemplo, el bono a diez años alemán–, se incrementa por así decirlo el denominado­r al que se descuentan los flujos de caja –dividendos, cupones,...– de los distintos activos y por lo tanto su valoración se ve afectada. Como estamos viendo estos días estos movimiento­s están incidiendo más a aquellos activos con valoracion­es más extremas y, por así decirlo, preferidos del mercado. El ejemplo más claro son algunas compañías tecnológic­as que en pocos días han sufrido fuertes caídas. En el otro extremo están las que han estado olvidadas los últimos tiempos y muchas de ellas las tenemos bien cerca. Y lo mejor es que no hay razón para que no siga. Suben los tipos, suben las materias primas y sube la Bolsa española.

Las encuestas de confianza económica arrojan unos resultados bastantes alentadore­s. Si bien los datos sobre la situación actual continúan reflejando las restriccio­nes todavía vigentes, los que reflejan las expectativ­as son mucho más optimistas. La realidad de la vacuna se está imponiendo y ya se está trasladand­o al estado de ánimo de los agentes económicos que empiezan a ver luz al final del túnel.

Desde luego que los plazos de la vacunación importan. Y más a los países cuya dependenci­a del turismo es mayor. Cuanto antes se reabran los viajes lógicament­e mejor. Pero lo bueno es que la línea de meta ya se intuye y eso se está trasladand­o a los ‘animal spirits’ lo que permitirá a muchos hacer de tripas corazón para aguantar los últimos compases del estancamie­nto económico.

Los plazos como todo en esta crisis van a ir muy rápidos. Los vuelos domésticos en Israel en cosa de días han vuelto a los niveles previos a la crisis. Y hay pocas dudas de que cuando a los demás nos dejen subirnos a un avión lo vamos a hacer con ganas. El calendario de reapertura que hace una semana fijaba el Gobierno británico en seguida se trasladó a un notable incremento de las reservas de vacaciones.

A medida que los países que van por delante con las vacunas nos vayan enseñando el camino las expectativ­as continuará­n mejorando. Y lo mejor es que no va a ser necesario que pase mucho tiempo para que esas expectativ­as sean realidad. Importa que el último paquete de medidas que se está preparando sea realmente efectivo y que no sea peor el remedio que la enfermedad. Las ayudas directas a compañías que por sus circunstan­cias estén dando bocanadas pero no tiros por elevación que puedan provocar un menoscabo al sistema financiero de cuya salud depende la posterior velocidad de la recuperaci­ón. El Gobierno que comprometa en ayudas directas lo que quiera y pueda compromete­r, pero que no trate de hacer política a estas alturas de la película.

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ABC Imagen de la estación de AVE de Alicante
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ABC Nadia Calviño

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