El entrenador de Carolina Marín desgrana para ABC su método para llevar a la excelencia a su jugadora
de la consecuencia»▶ «La victoria la derrota hay que normalizarlas. Ganar y perder hay que analizarlo por igual. Si solo analizas cuando pierdas aprendes poco y las sensaciones cuando ganas son muy efímeras. Lo que prevalece es el proceso».
Estudioso del bádminton –su tesis fue «Análisis del rendimiento del bádminton masculino y femenino en alto nivel»– sigue aprendiendo cada día, inmerso en lecturas sobre comunicación, y en busca siempre de referencias, aunque sean de otros deportes. Comparte datos con otros entrenadores de bádminton, pero cita a Aurelio Ureña, entrenador de voleibol, o Pep Guardiola, como otras fuentes de inspiración. «Hay que salir de la endogamia, nos convencemos que la respuesta están dentro de nuestro propio deporte y no es verdad. Hay que nutrirse de otros, aunque sean colectivo, los métodos se pueden adaptar».
Poca tolerancia al error
De ahí que en cada temporada, Marín sufra las consecuencias de un entrenamiento todavía más firme y duro que el anterior▶ «No, no creo que me odie –sonríe–, pero está bien que reconozca que los entrenamientos son duros porque sus rivales también lo son, cada vez más, y necesita otros estímulos para ser lo que ella quiere. Carolina asume muy bien que todo lo que hacemos es por su bien. Si la llevamos a un límite físico y mental es para prepararla para lo que ella misma nos pide▶ ser campeona olímpica».
En este 2021 se verá, dice, a una Marín más madura, otro salto de calidad. «2020 fue un año muy significativo, ha tenido necesidades muy personales y nos hemos tenido que ir adaptando, respetando sus tiempos. Había que saber en qué momento afrontar conversaciones orientadas a convencerla de algún cambio de actitud o de juego. Pero saldrá reforzada, ha ganado en madurez», subraya, y señala los dos títulos y la final logrados en enero en Tailandia como muestra. «Analizamos cada partido para seguir ganando –por videoconferencia, con la jugadora estuvo Anders Thomsen–, y después, ordenados por fases, priorizamos los obje
Fernando Rivas da instrucciones a Carolina Marín durante un partido
«Debemos tener muy poca tolerancia al error en el proceso. No del resultado, sino del proceso»
tivos para potenciar los puntos fuertes». Un proceso costoso en el que para este curso cuenta con Ernesto García, que le facilita los cortes de vídeo exactos para estudiar debilidades y fortalezas.
La evolución de Marín y de los entrenamientos de Rivas también se han apoyado mucho en la tecnología. «Guillermo Sánchez es un auténtico avanzado en el control de las cargas. El proceso de entrenamiento, con un software desarrollado con Movistar que da información detalladísima, se ha hecho más eficiente». Pero subraya la importancia de lo que llama «la parte artesana del entrenador»▶ «Yo no le transmito números a Carolina. Mi trabajo es traducir esos datos en emociones y elegir el momento más receptivo».
Autonomía y plan B
Porque, incide, hay poco reconocimiento a los técnicos. «En deportes como el nuestro, en años olímpicos parece que surgen los talentos por sí solos. Yo, si fuera deportista, me enfadaría que me llamaran talento, porque están obviando las renuncias, el sufrimiento, las horas. La palabra ‘talento’ se ha prostituido por el desconocimiento del proceso de entrenamiento. A mí me gusta hablar de potencial. Como entrenador, mi trabajo es sacar el máximo de lo que pueda llegar a ser cada jugador».
Esto, durante los entrenamientos. Ya en los partidos, desde la esquina de la pista, Rivas observa, analiza, pero deja jugar porque quien tiene las sensaciones del partido es siempre Marín▶ «Yo llevo un plan B. Y si tomo yo la decisión es porque ella está pasando una crisis y no ve con claridad. Le apunto cositas. Pero lo ideal es que sea lo más autónoma posible. También en la parte emocional. Con María Martínez, la psicóloga, tenemos el protocolo de no ‘emocionalizar’ el punto anterior; al menos, no exagerarlo. No pasa nada si se falla si entra dentro del plan de juego. Pero es muy difícil».
Se queda con el juego, por encima de cualquier resultado, aunque sorprenda hasta a Marín. «Hay partidos en que no sale nada, que consisten en correr y devolver como se pueda. Hay que aprender a ganar ‘feo’, pero no es gratificante porque se dedican muchas horas de ejecución, de creatividad, de planificación. Este tipo de partidos pone en cuestión todo el trabajo. Yo me fui enfadado cuando ganó el Open de Australia porque jugó fuera de plan. También se ha dado el caso contrario, de perder una semifinales y yo salir contento».
Rivas, que sí comparte alguna información con otros entrenadores porque «así se despiertan ideas nuevas», ha tenido ofertas de otros países que buscan ese método de trabajo que ha ayudado a Marín a ser cuatro veces campeona de Europa, tres veces del mundo, un oro olímpico. Pero no está en su mente renunciar a la jugadora onubense. En la meta de ambos, otra medalla en Tokio. «Si se celebran, no se nos puede escapar –resume– y sería muy bonito hacer triplete con Europeo, Mundial y Juegos». ¿Y más allá?▶ «Cuando me jubile, que Carolina siga siendo la mejor jugadora de la historia».