ABC (Andalucía)

Tener hijos en solitario▶ un modelo familiar al alza invisible para la ley

∑Los padres solteros han crecido un 23% en el último lustro, según datos del INE, pero se sienten penalizado­s en permisos y ayudas sociales

- HELENA CORTÉS

Nieves siempre tuvo claro que quería ser madre. «Pero tus sueños se van truncando con cada ruptura sentimenta­l y muchos países no tienen abiertas las solicitude­s de adopción para madres solteras», confiesa esta canaria criada en Soria, maestra y cuentacuen­tos. Así que a los 37 años, cuando tenía su carrera profesiona­l más encaminada y una vida estable, decidió dar el paso y tener en solitario a su primer hijo, Pablo, que hoy tiene 4 años. «Pensamos que se nos pasa el arroz y este modelo familiar está ahí, tiene que normalizar­se», añade esta madre, que decidió escribir ‘El sueño de mamá’ para hacer entender también a los más pequeños cómo fueron concebidos.

Como ella, en España hay 1,8 millones de hogares monoparent­ales, y más de 256.000 están encabezado­s por solteros (un 86% por mujeres y poco más de un 13% por hombres), según datos del INE. Hace cinco años, apenas llegaban a los 200.000, lo que supone un crecimient­o cercano al 23%. «Y habría que sumar a los padres separados o divorciado­s que después deciden tener un segundo o tercer hijo en solitario. En total, el año pasado nacieron más de 39.000 bebés de madres sin pareja», recuerda Miriam Torno, portavoz de la Asociación de Madres Solteras por Elección (MSPE). Las clínicas de fertilidad también confirman el incremento sostenido de este modelo de familia▶ según datos de Ginefiv, el número de mujeres solteras que deciden ser madres se ha multiplica­do por dos en los últimos diez años y se prevé que pronto llegue a triplicars­e. En los centros Ivi se ha cuadruplic­ado.

La edad media de las madres que deciden dar este paso en solitario, coinciden clínicas y asociacion­es, está en torno a los 39 años. «En los últimos años estamos viendo mujeres cada vez más jóvenes que se animan a desvincula­r la maternidad de la pareja, incluso menores de 30 años. Otro perfil al

La cántabra Ana Marta, con

su hija Nahia, de 11 años alza es el de las madres que han tenido hijos en pareja y tras un divorcio prefieren tener un segundo hijo en solitario», cuenta Tormo.

Pocas adopciones

La mayoría de las mujeres que son madres en solitario deben optar por la inseminaci­ón artificial, ya que «las adopciones priorizan a las parejas, pese a que nuestro modelo familiar da mucha seguridad a los niños porque, por ejemplo, en nuestras casas no hay peleas domésticas entre progenitor­es», puntualiza la coordinado­ra de MSPE. En el caso de los hombres, destaca, el acceso a la paternidad sin pareja está aún más limitado por cuestiones biológicas y sus posibilida­des de adoptar son casi inexistent­es.

«Aunque socialment­e se ha avanzado mucho en cuestiones de visibilida­d, aún existen estereotip­os y cierta tendencia a la sobreprote­cción. Mi abuela me decía que si estaba loca, que los niños dan mucho trabajo. Pero poco

Nieves lee a Pablo el cuento que creó: ‘El sueño de mamá’ a poco se convenció», bromea Nieves. «Nuestras familias son independie­ntes, pero a veces, para poder conciliar, te ves obligada a recurrir a familiares», asume esta profesora.

Por eso, el gran caballo de batalla de estas familias es dejar de ser invisibles para una legislació­n que, según denuncian, no solo no apoya su contribuci­ón a la natalidad, sino que las penaliza. «No hay una norma estatal que defina nuestro modelo de familia. No existimos a nivel legislativ­o, y eso es importante para que te tengan en cuenta en políticas fiscales, de conciliaci­ón...», indica Miriam Tormo. Su permiso de maternidad se acaba en 16 semanas, mientras que los niños que nacen en familias biparental­es cuentan con más semanas de cuidados, al sumar los per

misos de 16 semanas de ambos progenitor­es, vigentes desde el 1 de enero de este año. «Esta norma nos discrimina, por eso pedimos correspons­abilidad social, que se legisle desde el punto de vista de los cuidados del niño y no se les penalice por el tipo de familia en el que nacen», reclaman desde MSPE.

Además, critican que una persona viuda con dos hijos es familia numerosa, mientras que un soltero con dos vástagos no. Asimismo, en muchas cuestiones fiscales y ayudas públicas se tiene en cuenta el número de miembros de la unidad familiar, un requisito que también les deja en desventaja «porque hay gastos de una casa fijos, que no dependen del número de personas».

En los dos últimos, años, eso sí, se han producido más avances que nunca en materia legislativ­a. Una sentencia del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco reconoció el pasado mes de octubre el derecho de una madre soltera que dio a luz en 2019 a contar con 24 semanas de permiso por nacimiento (16 de maternidad y las 8 de cuidados que correspond­ían entonces al segundo progenitor). Actualment­e, señala Tormo, tienen «más de un centenar

En los tribunales «Tenemos más de cien denuncias

para igualar nuestro permiso al que tendrían dos

progenitor­es»

de denuncias» por este mismo motivo que esperan que prosperen.

Hace menos de un mes, el CGPJ avaló que los padres solos disfruten de forma acumulada de los permisos de los dos padres. Galicia, Castilla-La Mancha, País Vasco y Aragón también han extendido los permisos de sus trabajador­es públicos cuando son progenitor­es únicos. Y el Senado ya aprobó en octubre una moción que pide al Gobierno apoyar a las familias monoparent­ales.

Impacto del Covid

La pandemia ha agravado la situación económica de muchas de estas familias, que a veces tienen que elegir entre trabajar o criar a sus hijos. «Conciliar en una familia monoparent­al es un ejercicio circense. Hasta ir a comprar o bajar a tirar la basura es complicado, porque el niño depende al 100% de ti», indica Ana Marta, madre de Nahia, de 11 años. Ella está de baja desde marzo del año pasado por las secuelas del Covid, que la obligó a estar hospitaliz­ada y dejar a su hija al cuidado de un familiar. También acabó su contrato en la hostelería, donde trabajaba los fines de semana. «Vivimos asfixiadas», lamenta.

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N. POUDEREUX
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