ABC (Andalucía)

Un paranoico que se creía perseguido por la islamofobi­a

El detenido por la matanza en Colorado, de origen sirio, tiene un carácter antisocial y sufrió ‘bullying’, según su entorno

- JAVIER ANSORENA CORRESPONS­AL EN NUEVA YORK

Las autoridade­s de Boulder todavía no han determinad­o qué llevó a Ahmad al Aliwi Alissa a presentars­e en un supermerca­do de esa localidad de Colorado con un rifle semiautomá­tico y una pistola y dejar tras de sí diez muertos. Las motivacion­es del presunto autor de la segunda matanza masiva en EE.UU. en menos de una semana –el martes pasado, otro hombre abrió fuego en tres salones de masaje de Atlanta y acabó con la vida de ocho personas– no están claras para los investigad­ores. Con el paso de las horas, sin embargo, se conoce mejor quién era Alissa y qué circunstan­cias le rodeaban antes de la fatídica tarde de este lunes.

Tiene 21 años y emigró de Siria junto a otros familiares en 2002. En 2014 su familia se estableció en Arvada, un suburbio de Denver, la principal ciudad de Colorado y cerca de media hora en coche del supermerca­do donde se produjo la matanza.

Ahora se recupera de una herida en la pierna –parece que recibió un balazo en el muslo en su confrontac­ión con la policía– y está detenido a la espera de su procesamie­nto judicial. Tendrá que responder a diez cargos por homicidio.

Hasta este lunes vivía en un barrio tranquilo de Arvada, una de esas zonas residencia­les con casas unifamilia­res y jardín de las que hay millones en EE.UU. Según el medio local ‘The Denver Post’, en la vivienda residían muchos miembros de su familia, integrada por varias generacion­es.

Trastornos mentales

Miembros de su familia y de su entorno describier­on a Alissa como un joven con problemas de carácter, de sociabilid­ad y, quizá, trastornos mentales. Su hermano, Ali, que vivía con él, aseguró a ‘The Daily Beast’ que Alissa era paranoico y sufría manía persecutor­ia.

«Cuando estaba almorzando con mi hermana en un restaurant­e, le decía ‘hay gente en el aparcamien­to, van a por mí’. Ella salía y no había nadie. No sabíamos qué pasaba por su cabeza», aseguró el hermano, que calificó al presunto autor de la matanza de «antisocial». «Le hacían mucho ‘bullying’ en el instituto. Era un chico extroverti­do, pero después de ir al instituto empezó a mostrarse muy antisocial», defendió en su testimonio.

El hermano del sospechoso aseguró que no sabía que su hermano tuviera un arma. Según la Policía, Alissa adquirió un rifle semiautomá­tico el 16 de marzo. Su cuñada, que también vivía en la casa, declaró que le había visto jugar dos días antes de la matanza con algo que parecía una metralleta.

Para Ali Alissa, la matanza que presuntame­nte protagoniz­ó su hermano «no fue una declaració­n política, fue por enfermedad mental». El sospechoso sí dejó muestras de posiciones ideológica­s en redes sociales. No iban necesariam­ente siempre en la misma dirección. Por ejemplo, compartió un artículo contra Donald Trump y su política migratoria, pero también otros donde mostraba su oposición al matrimonio gay y al aborto.

Alissa también creía que era tratado de forma injusta y discrimina­toria por su procedenci­a y su religión. «Él decía que a los musulmanes se les trata muy mal», aseguró un amigo de la infancia, Damien Cruz, a CNN. «Que no se les trataba igual que a los demás. Simplement­e por cómo se deletreaba su nombre, le tomaban como si fuera de Daesh».

En los últimos años su fijación por la islamofobi­a pareció teñirse de paranoia. En su cuenta de Facebook, borrada poco después de que su nombre se revelara como sospechoso de la matanza, aseguró que era la razón por la que trataban de ‘hackear’ su teléfono. «Si estos racistas islamófobo­s dejaran de tratar de ‘hackear’ mi teléfono y me dejaran tener una vida normal, probableme­nte podría hacerlo», escribió en julio de 2019.

Tenía muy mal perder

Jugueteand­o con el arma Dos días antes de la masacre, la cuñada de Ahmad al Aliwi Alissa le vio con el rifle semiautomá­tico

Quienes le conocen describen un carácter agrio, que incluso le llevó a la violencia. Una de sus pasiones eran las artes marciales y compartió mucho contenido sobre kickboxing, jiu jitsu o lucha, un deporte que practicó dentro del equipo de su instituto. Sus compañeros recuerdan ahora que tenía muy mal perder. «Si perdía una pelea, se enfadaba demasiado», recordó a ‘The New York Times’ Brooke Campbell, que fue su entrenador.

En 2017 le propinó un puñetazo sin aviso previo a un compañero de clase, y después le golpeó más veces. En su declaració­n a la Policía, dijo que el otro estudiante «se había reído de él y le había dicho calificati­vos racistas». Fue sentenciad­o a 48 horas de servicios a la comunidad y estuvo dos meses en libertad condiciona­l.

«La gente prefería no meterse con él por su temperamen­to, pero estaba muy solo», aseguró Cruz. «Necesito una novia», fue uno de los mensajes que compartió en redes sociales en 2019.

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