De la caligrafía al expresionismo abstracto
Trabajó sobre papel y sobre lienzo y realizó murales, puertas y litografías
El primer día de este mes de marzo ha fallecido en Tokio, ¡a los ciento siete años!, la calígrafa y pintora Toko Shinoda. Lo más probable es que fuera la decana del arte universal. Su nombre no sonaba demasiado últimamente fuera de su país, salvo en los Estados Unidos. Sin embargo, resultará familiar a quien se haya preocupado por saber del ‘boom’ del arte japonés, durante la década del cincuenta del siglo pasado. En esa época, el grupo Gutai, enseñado en París por Stadler, representó la forma nipona del ‘action painting’. Artistas occidentales como el belga Henri Michaux, autor de ‘Un barbare en Asie’, o el californiano Mark Tobey se revelaban como seguidores de la caligrafía japonesa. Pierre Alechinsky, por su parte, compatriota y amigo del primero, viajaba en 1956 a Japón para recibir enseñanzas de Morita Shiryu, calígrafo al que filmó.
Quinta de siete hermanos, Toko Shinoda nació en 1913 en Dalian, localidad de la región china de Manchuria, donde su padre dirigía una factoría de tabaco. Siendo muy niña, la familia regresó a Tokio, donde en 1940 celebró su primera individual. De 1945 data su paso a la abstracción. Entre 1956 y 1958 residió en los Estados Unidos, donde se familiarizó con el trabajo de Jackson Pollock y otros de los ‘action painters’. Dos años antes, había sido una de las seleccionadas en la muestra que el MoMA neoyorquino dedicó a la caligrafía japonesa moderna, en la que también participó el citado Shiryu. Su primera galerista norteamericana fue Berta Schaeffer, que más tarde lo sería de nuestro Fernando Zóbel. A partir de 1965 pasó a Betty Parsons, que exponía precisamente a Pollock, así como a José Guerrero y a Kenzo Okada, el más conocido de los nipones incorporados a la Escuela de Nueva York, que fue objeto de un homenaje del granadino. En 1957 expuso en París, en La Hune; en el marco de esa exposición se proyectó la cinta de Alechinsky antes citada. En 1961 participó en la Bienal de Sâo Paulo, país donde el expresionismo abstracto local fue principalmente obra de la importantísima minoría nipona.
Toko Shinoda trabajó sobre papel y sobre lienzo. También realizó murales, puertas y litografías. Su poética es una poética del vacío, del elogio de la sombra, de una gestualidad leve y sensible. Junto a los negros o los rojos, encontramos algún oro viejo. Los títulos aluden frecuentemente a la naturaleza▶ la nieve, el viento, la lluvia, la luna… Otros, ‘Vieja canción’, ‘Herencia’, ‘Una oda’, remiten a una civilización milenaria. Su autobiografía apareció en 2015. En ella habla de cómo fijar lo evanescente▶ «el aire en movimiento, mi corazón en movimiento...».