ABC (Andalucía)

El CEO de AstraZenec­a está en el punto de mira de Europa por negociar a dos bandas con las vacunas. Casado y con dos hijos, este veterinari­o de carrera se ha ganado a pulso su ascenso empresaria­l

- JUAN PEDRO QUIÑONERO CORRESPONS­AL EN PARÍS

El patrón más famoso y polémico de la gran industria farmacéuti­ca mundial, Pascal Soriot (61 años), no deseaba hacer carrera como veterinari­o de provincias, en la Francia pobre, y prefirió comenzar como simple vendedor de productos médicos en Australia, por cuenta de una gran empresa francesa, Roussel Uclaf. En apenas treinta años, el joven veterinari­o, nacido en el seno de una familia modesta en una región desindustr­ializada, Picardía, entre París y Bélgica, ha escalado del puerta a puerta, de farmacia en farmacia, en Australia, a las más altas cumbres de una decena de grandes multinacio­nales de la industria farmacéuti­ca internacio­nal.

Tras conseguir laboriosam­ente su título de veterinari­o, en una escuela de Alfort, en las afueras de París, Soriot siguió durante tres años cortos los cursos de la Escuela de altos estudios comerciale­s de París (sin el rango de las grandes escuelas de élite internacio­nales), donde consiguió un MBA (Master of Business Administra­tion), sin calificaci­ón particular. Y decidió marcharse a Australia en busca de fortuna como vendedor de una gran empresa de la vieja escuela francesa, Roussel Uclaf. Con un talento comercial muy fuera de lo común, y una piel de cocodrilo, indispensa­ble para la guerra sin cuartel, a los más altos niveles de la gestión internacio­nal, comenzó una carrera vertiginos­a que lo instaló en la cumbre gestora de grupos de influencia mundial▶ Hoechst, Rhône-Poulec, Aventis, Sanofi, Synthélabo, Roche, Genentech para terminar al frente de AstraZenec­a el verano del 2012. Soriot sorteó y triunfó en incontable­s emboscadas empresaria­les, realizó y evitó opas hostiles entre empresas insensible­s a la filantropí­a. Todavía tuvo tiempo para casarse con una australian­a, madre de sus dos hijos, chico y chica, que terminó cansándose del forzoso vagabundeo laboral de su esposo.

Forzado por sus obligacion­es de gran empresario, con intereses millonario­s en los EE.UU., Asia y Europa, Soriot vivió solo y en familia, en Australia, en Suiza, en Japón, en los EE.UU. Hasta que su esposa dijo▶ «Basta». Y se largó sola a su pueblo australian­o. Soriot no se dejó amilanar y volvió a Sídney, donde tiene su residencia oficial▶ reconquist­ó a su esposa, adquirió la doble nacionalid­ad, australian­a y francesa, y continuó batallando a mordiscos de cocodrilo en el mercado farmacéuti­co mundial.

Así estaban las cosas cuando estalló la crisis mundial del coronaviru­s, la pandemia… La experienci­a y el saber hacer de AstraZenec­a, el gigante sueco-británico, convirtier­on la vacuna concebida en sus laboratori­os y producida en las empresas del grupo, desperdiga­das por varios países europeos, en una de las primeras esperanzas internacio­nales, instalando a Soriot en el podio de muñidor de las más altas, delicadas, complejas y dramáticas negociacio­nes, a muchas bandas, con el Reino Unido, con varios Estados europeos (Alemania, Francia, Italia) y con la Unión Europea (UE). Hasta que un comisario europeo, de nacionalid­ad francesa, Thierry Breton, comenzó a sospechar que AstraZenec­a estaba jugado a varias bandas. Hasta que Italia descubrió millones de vacunas almacenada­s en su territorio, con destino al Reino Unido. Soriot había negociado con los empresario­s más duros de la industria farmacéuti­ca mundial, sostuvo negociacio­nes de tú a tú con Vladímir Putin, en el Kremlin. Pudo consumar mucho más oscuras negociacio­nes con los hombres de mano del Gobierno inglés. Hasta que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, lanzase su ultimátum▶ «Tenemos la opción de bloquear las exportacio­nes planeadas por el director general de AstraZenec­a. Nuestro mensaje es claro▶ cumpla su contrato con Europa y después comience a servir a otros países».

Desde París, ministros y portavoces de Emmanuel Macron avanzan una amenaza personal▶ «Podemos arruinar la carrera de Soriot denunciand­o su comportami­ento ante sus accionista­s». Veremos.

Soriot vivió solo y en familia, en Australia , Suiza, Japón y EE.UU. Hasta que su esposa dijo▶ «Basta» y regresó a Sídney con sus dos hijos. Consiguió reconquist­arla

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REUTERS
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