Conocer el arte es conocer al ser humano
La música llamada clásica o culta nació en Europa y fue caminando al mismo compás que lo hizo la sociedad; no es más que su reflejo artístico
do parte del personal de la propia facultad, que según los documentos argumentaron su oposición a estos cambios diciendo que es injusto acusar a quienes enseñan música anterior al año 1900 «de estar preocupados exclusivamente por la música occidental y blanca». El parlamentario conservador John Hayes criticó a los profesores que calificaron como colonialistas la notación musical y el plan de estudios, y les acusó de «repetir como loros una especie de comprensión burda de cómo se desarrolla la cultura», así como una «visión distorsionada de la historia británica».
Un portavoz de la Universidad declaró que no hay planes para eliminar asignaturas, así como tampoco prohibir el uso de las partituras, pero sí los hay para ofrecer más opciones a los estudiantes que les permitan conocer la música y la cultura de más regiones del mundo, unos cambios que podrían ser anunciados en los próximos meses. «Mantener un currículum diverso y actualizado es prioritario», señaló la Universidad en un comunicado, en el que explica que «su importancia se ha visto reforzada por los acontecimientos recientes», y «nuestro objetivo es hacer de Oxford un lugar más inclusivo para vivir, trabajar y estudiar».
Lo que conocemos como música clásica, o culta, tiene un origen tan europeo como la propia Unión (Europea, claro). Con raíces en la Grecia y Roma clásicas y en el canto gregoriano de la liturgia católica, se fecha su nacimiento aproximadamente en el siglo XI; de entonces data la notación musical que derivaría en el pentagrama y las siete notas, que se ha consolidado hasta nuestros días. Italia, Alemania, Inglaterra, Austria, España y Francia fueron incorporándose progresivamente a la creación de las formas musicales que derivarían en los géneros que hoy en día todos conocemos.
Con todas las reservas, se puede considerar al italiano Claudio Monteverdi (1567-1643) como el primer gran compositor de la historia. Nacido en Cremona en 1567 y fallecido en Venecia en 1643, puso los cimientos de la música barroca, además de componer lo que muchos consideran la primera ópera ‘moderna’▶ ‘Orfeo’.
‘Grosso modo’, la historia de la música se puede dividir en distintas etapas▶ Renacimiento, Barroco, Clasicismo, Romanticismo y un siglo XX marcado por los Nacionalismos y las Vanguardias, con mención especial para el Dodecafonismo. La Iglesia (la católica primero, a la que se sumó la protestante tras la Reforma luterana) fue, al igual que en otras disciplinas artísticas o literarias, decisiva en el desarrollo de la música europea, bien a través de la educación (durante siglos fue prácticamente un monopolio), con frutos que han llegado a nuestros días, sobre todo en el ámbito coral; con el patrocinio y sostenimiento de los músicos, que encontraron en Papas, cardenales y obispos magníficos mecenas –también lo serían los Reyes y los Nobles–; o con el encargo de obras sacras para diversos servicios religiosos.
Pero la progresiva separación entre Iglesia y Estado en la sociedad europea tuvo su reflejo en la música. Los movimientos nacionalistas y revolucionarios de la segunda mitad del siglo XIX derivaron en una corriente de nacionalismo musical▶ seguida también en distintos países americanos (del Norte y del Sur) de ascendencia, claro, europea. Glinka y Rimski-Korskov (Rusia), Dvorak y Smetana (Checoslovaquia), Bela Bartók (Hungría), Grieg (Noruega), Sibelius (Finlandia) y los españoles Granados, Albéniz, Turina o Falla son buenos ejemplos. Y en en el nuevo continente figuran músicos como los mexicanos Silvestre Revueltas y Carlos Chávez, la venezolana Teresa Carreño o el estadounidense Louis Moreau Gottschalk.
Y es que los compositores –como todos los artistas– son siempre espejo de la sociedad en la que viven. Y la Europa de aquellos siglos era una Europa de raza blanca; no se trata de ‘supremacía’ –término empleado en Oxford– sino de realidad histórica. No estudiar a Vivaldi, Bach, Mozart, Beethoven, Wagner, Verdi, Bruckner o Stravinski significaría, por una parte, privar a las jóvenes generaciones de monumentales tesoros artísticos de la humanidad, y por otra, negar el conocimiento de una parte importantísima de la historia del ser humano, tenga el color que tenga, y por tanto de nosotros mismos.
Los hermanos George e Ira Gershwin compusieron en 1935 una ópera, ‘Porgy and Bess’, donde todos sus protagonistas –y por tanto sus intérpretes desde hace cerca de un siglo– son negros. ¿Se podrá estudiar en Oxford o se considerará racista?
Evolución
La Iglesia tuvo un papel decisivo en el desarrollo inicial y en el impulso de la gran
música