ABC (Andalucía)

La responsabi­lizarán de no haber querido la presidenci­a del Senado

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LOS augurios políticos que hacen referencia al futuro político de Susana Díaz se correspond­en mucho con el día de hoy, Viernes Santo. Sánchez, de cuya falta de piedad podrían escribirse encicloped­ias, ha dictado su martirio▶ la actual secretaria general de los socialista­s andaluces no debe sobrevivir a la ofensiva política que sin disimulos se ha desatado sobre ella. Los signos inequívoco­s que ha mostrado el sanchismo no dejan lugar a dudas, pero aún así es legítimo que algunos se pregunten si Díaz tiene margen para sobrevivir o salir triunfante ante un ataque nada disimulado.

El PSOE andaluz debe decidir quién será su responsabl­e y, por lo tanto, su candidato a enfrentars­e a Juanma Moreno en una próxima cita electoral. Susana quiere serlo, pero la oficialida­d no. Quien tiene la palabra es la militancia. Quienes manejan ahora el socialismo andaluz –íntimament­e ligados al socialismo reinante– han decidido confiar ese trabajo a Juan Espadas, alcalde de Sevilla. Espadas no solo no le hace ascos▶ está encantado de cambiar el traje de alcalde por el de secretario general y candidato a la Junta. Es un candidato sin aristas▶ su gestión en Sevilla no ha aportado grandes cambios, pero ‘institucio­nalmente’ ha desempeñad­o una labor muy aseada, sin pisar charcos ni ganarse enemistade­s grupales, cosa que en Sevilla tiene su mérito.

Su lugar lo ocupará Juan Carlos Cabrera, hombre bien considerad­o en la ciudad y que goza de buena relación con todo tipo de sectores. Pero ¿y Susana?. El anterior látigo de Pedro Sánchez, de quien decía lindezas en público y en privado –muchas de ellas con particular acierto, tal como se ha visto–, se desdijo en varias ocasiones afirmando de forma algo sorprenden­te que quien tenía razón era Sánchez y no ella. Hasta dio por bueno el acuerdo con Bildu y la chatarra de ERC, cosa impensable en una dirigente que aspiró a ser líder de la izquierda nacional con el discurso de todos conocido. Cualquiera que conozca al ocupante de La Moncloa sabe que ese arranque de arrepentim­iento no va a servirle de mucho y que el ofícialism­o socialista ha venido dando muchas muestras de su condena. Ahora, Díaz tiene que organizar un discurso cara a sus primarias▶ si prosigue en el peloteo a su declarado enemigo, Sánchez, pocos la van a creer, pero si de repente cambia y vuelve a la postura anterior, en la que muchos creen que debería haber continuado, muchos le reprochará­n haber cambiado de nuevo de estrategia. Antes no, luego sí y ahora otra vez no. No resulta eficaz. Susana podría haber conservado su discurso y fallecer con honor, pero ahora, salvo sorpresas, fallecerá mientras mastica palabras de lisonja a su íntimo enemigo. Los que lleguen, si ganan, la desplazará­n detrás de la columna correspond­iente y cuando acabe la legislatur­a le darán las gracias y dos palmaditas en la espalda. Si no dos puñaladas. Y la responsabi­lizarán de no haber querido la presidenci­a del Senado o, incluso, un ministerio. Susana apostó, pero lo hizo de forma extraña. Tiene buen talento político, pero no lo puso al servicio de la apuesta correcta.

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