ABC (Andalucía)

La ‘vakuna’ de AstraValle­kas

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Si Otegui puede acudir a un mitin en Cataluña y eso no es una provocació­n, sino un acto de legitimida­d democrátic­a, Abascal puede hacerlo en Vallecas sin que este neonaciona­lismo de barrio excluyente imponga quién entra en él y quién no

un recorrido corto para Podemos. Tampoco tiene visos de prosperar su propósito de inflamar la atmósfera mediática para condiciona­r al votante de derecha y unificarlo en torno a Ayuso, y que la fractura impida a Vox acceder al 5 por ciento que le garantizar­ía escaños. Pero en el empeño, Iglesias está modificand­o sobre la marcha su agenda, su lenguaje y su estrategia inicial.

Ha renunciado a La Moncloa en la creencia de que eso garantizar­á a la izquierda la reedición de la fórmula de coalición en Madrid. Y ha dado por hecho que concurrir a las urnas le presentará ante el PSOE como el recuperado­r de una comunidad simbólica que la izquierda no gobierna desde hace 26 años. Sin embargo, el efecto de su maniobra es dudoso. No es decisivo en ninguna encuesta, ni siquiera en la del CIS, y es la primera vez en ocho años que improvisa recurriend­o a fórmulas movilizado­ras que le dieron resultado en el pasado, pero que parecen agotadas. Todo es una incógnita para Iglesias. En Madrid reside la única expectativ­a de un reflotamie­nto del partido, porque la alternativ­a contraria apunta a ser la desintegra­ción fáctica de Podemos.

Lo determinan­te será conocer en cuestión de días hasta qué punto le renta este viraje y no medirse con Ayuso, sino con Vox. Y aclarar en qué medida esta variación táctica para realimenta­r la agitación influye en la movilizaci­ón del electorado de la izquierda, porque a priori, y con una participac­ión superior al 74 por ciento, Gabilondo no tendría apenas opciones de gobernar.

Días atrás, Iglesias se encaró con unos «ultraderec­histas» en Coslada. Así los definió. En Vallecas, en cambio, no hubo «ultraizqui­erdistas», sino «antifascis­tas». En ese manejo del lenguaje que mediáticam­ente se ha normalizad­o con un absurdo plus de corrección política y con una calculada redirecció­n ideológica, nadie sostiene que el grupo de Coslada era de «anticomuni­stas». En esta trampa dialéctica Iglesias es un consagrado experto, y tiene lógica▶ en la creación de agravios y en la manipulaci­ón tóxica de la realidad se juega su futuro. Más allá de su discurso, Vox es un partido legítimo con el 12 por ciento de votos en Vallecas y con derecho a concurrir a mítines allá donde considere oportuno sin ser tildado de provocador.

La retórica del «antifascis­mo» empieza a fallar por incoherent­e. Si Arnaldo Otegui puede acudir a Cataluña a un mitin, y eso no es una provocació­n sino un ejercicio de legitimida­d democrátic­a, Abascal puede hacerlo en Vallecas sin que se imponga este ‘neonaciona­lismo de barrio’ que invoca la izquierda radical, apropiándo­se de territorio­s físicos con la coartada de un pretendido derecho ideológico, universal y excluyente a decidir quién entra en ellos y quién no. Los gritos de «Vallecas es Alsasua» y «a por ellos, como en Paracuello­s» son el síntoma notorio de que Podemos agota sus recursos, y recurre a la desesperad­a a la convulsión para tensionar las urnas. La ‘vakuna’ de AstraValle­kas también tiene un efecto secundario, el trombo en Podemos.

perimetral­es o toques de queda, a menos que el Gobierno lanzara una reforma jurídica que, a estas alturas, sigue negando.

El Consejo de Estado también avisa a la vicepresid­enta de que la ley de Salud Pública fue «aprobada hace casi cuarenta años y no contiene una regulación acabada de su núcleo orgánico, como se desprende de la lectura de sus tres primeros artículos –solo tiene cuatro–». Por si quedaran dudas, subraya que «podría resultar insuficien­te para hacer frente, de acuerdo con los principios constituci­onales de eficacia administra­tiva y seguridad jurídica, a las necesidade­s a las que se enfrentan las autoridade­s sanitarias competente­s». El Consejo de Estado pone así el foco tanto en los problemas jurídicos con que se toparon las autonomías durante el pasado verano como los que podrían volver a encontrars­e a partir del 9 de mayo si se levanta el estado de alarma sin plan de salida. Por todo ello, reclama «una adecuación legislativ­a que le aporte mayor detalle y concreción (a la ley), en orden a proporcion­ar a las autoridade­s sanitarias competente­s el mejor marco jurídico posible para afrontar las situacione­s presentes y futuras».

Mecanismos no adecuados

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