ABC (Andalucía)

El autor que se salió del Dogma

- FERNANDO MUÑOZ

tar un personaje. Cuando murió, todo se detuvo, estuve dudando si rodar porque no sabía cómo seguir adelante», recuerda ahora el cineasta, que cuenta emocionado que un mes antes su hija Ida le había escrito una carta felicitánd­olo por el guion. Vinterberg asegura que ella siempre fue honesta con él cuando algo no le gustaba, pero en este caso compartió su amor por el proyecto. «El psiquiatra me recomendó trabajar si eso era lo que yo quería y sé que mi hija lo hubiera querido así», explica sobre un filme que, por supuesto, dedica a su primogénit­a. Quizá por eso finaliza su filme con una fiesta intergener­acional▶ «Es un mensaje que necesitamo­s▶ ver una sociedad utópica por un breve segundo», sentencia. su relación con los alumnos, consigo mismos y con sus familias. El tono de esta historia es filosófico al revés, o sea comedia más tiempo, igual tragedia. Lo que observan los personajes con su progresivo equilibrio al darle al frasco es comedia, y el hallazgo del ‘puntito justo’ procura situacione­s y momentos de ligereza y diversión argumental; lo que observa el espectador es que el tiempo y las circunstan­cias personales de esos personajes (la edad, la rutina, la vida, el trabajo…) embolingan cada vez más la lógica de esa tesis y se empieza a mezclar como en un

Aquel movimiento del cine Dogma con el que los eruditos se rompían la cabeza para ver el fondo de las cosas que no existían, es hoy historia. Poco queda en ‘Otra ronda’ de las diez normas que Thomas Vinterberg y Lars von Trier inventaron en 1995. «Nosotros queríamos desvestir al cine y ver la verdad desnuda. Reaccionam­os contra el cine de los años 90, contra el sentido del ‘auteur’ y contra la mediocrida­d que había en la industria», contó el danés en estas páginas en 2019, en el que fue su último paso por España después de que la pandemia le haya obligado a presentar ‘Otra ronda’ de manera telemática.

Ahora, consagrado como el ‘auteur’ que rechazaba ser entonces, se echa en brazos del público con una aplaudida tragicomed­ia con la que aquellos que se deshacían en epítetos durante el ‘boom’ del Dogma tratarían de encasillar­lo. Él sigue a lo suyo. Más vale brindar por el Oscar que encerrarse tras un

decálogo.

Thomas Vinterberg combinado de coctelera la comedia con la tragedia.

El desarrollo del argumento y de los personajes es minucioso, y las dosificaci­ones de animación y drama, perfectas, y todo se alegra y entristece, desde la cámara al interior de los actores, con la enorme lógica del ‘puntito’ que da el bebercio, lo cual obliga a una interpreta­ción rica en matices y jugos, por no decir alcoholes, y especialme­nte destacada y señalada en Mads Mikkelsen, muy premiado por ella. Y que deja resaca es algo que podrá experiment­ar el espectador, aunque sea abstemio.

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Mads Mikkelsen de fiesta con la juventud en ‘Otra ronda’
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