ABC (Andalucía)

«Soy de la generación que se creyó la fantasía comunista»

∑‘Transbordo en Moscú’ cierra la trilogía del movimiento de Rufo Batalla, alter ego del autor y protagonis­ta de ‘El rey recibe’ y ‘El negociado del yin y el yang’

- SERGI DORIA

Las novelas que componen las tres leyes del movimiento –‘El rey recibe’ (2018), ‘El negociado del yin y el yang’ (2019) y ahora ‘Transbordo en Moscú’, publicada como las otras dos por Seix Barral– podrían ser también las memorias del escritor y novelista Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) en su tránsito por el último tercio del siglo XX; eso siempre que el autor no se hubiera puesto la mascarilla de Rufo Batalla, aquel plumilla enviado a Mallorca por un periódico de pocos lectores para cubrir la boda del príncipe Tukuulo, pretendien­te al trono de Livonia.

A la sombra de tan estrambóti­co personaje, el autor de ‘La ciudad de los prodigios’ y premio Cervantes de 2016 atravesará los agitados años sesenta y la transición española para acabar conociendo el funeral del comunismo, ya en el umbral del cambio de siglo. Casado con una rica heredera, el protagonis­ta de ‘Transbordo en Moscú’ entona el réquiem por su generación abducida por el tramposo paraíso proletario.

Al cerrar la trilogía, Batalla/Mendoza dicta el epitafio del siglo XX▶ «Había sido el de las empresas colectivas, tan colosales como desastrosa­s. Una etapa de guerras y exterminio, de dictaduras sangrienta­s y amenaza nuclear. Tanta gente murió que los supervivie­ntes no se considerar­on afortunado­s, sino cobardes… Yo era hijo del siglo XX y una parte esencial de mí se iría con él».

–Estamos en el siglo de la pandemia, ¿Cómo la lleva Eduardo Mendoza? rey recibe’ salió cuando salió. Lo de la trilogía quedó más claro a medida que avanzaba. Ya se sabe que desde Harry Potter si no publicas por lo menos una trilogía no eres nadie. Es una buena fórmula▶ acabas un libro y ya das paso al siguiente con los mismos personajes. No puedes dejar mucho tiempo entre las novelas porque la gente desconecta o pierde el hilo.

–¿Y lo de las leyes del movimiento? Pensaba que aludía a las de la FEN y en la novela cita las de Newton…

–Yo también me refería a las del Movimiento Nacional, pero luego comprobé que las de Newton iban como anillo al dedo a la trilogía▶ la primera, la inercia; la segunda, la dinámica. Y la tercera▶ cuando un cuerpo ejerce una fuerza sobre otro, éste ejerce sobre el primero una fuerza igual y de sentido opuesto.

–El ‘transbordo en Moscú’ de Rufo Batalla es el cambio de siglo.

–Llega el año 2000 con las doce campanadas en san Basilio. Un cambio de siglo no es un simple guarismo. El siglo XXI es el del teléfono móvil. Un simple viaje en metro lo certifica▶ sin libros, periódicos ni revistas. Todos pendientes de las pantallas.

–Las citas sirven para dividir los tramos de la novela, en lugar de los capítulos. Es un pequeño homenaje a mi admirado Baroja▶ él lo llamaba ‘estampas coloreadas’.

–Una novela viajera: Londres, Nueva York, París, Gdansk, Viena, Moscú. Los ingleses no salen muy bien parados y usted comparte domicilio en Londres y Barcelona.

–Este último año ha sido exclusivam­ente barcelonés. Si me pasaba algo con el coronaviru­s, mejor el CAP de mi barrio que la sanidad británica.

–Entre la república que no existe de Quim Torra y el Brexit de Boris Johnson, la opción no era muy fácil.

–El Reino Unido está muy mal. Te das cuenta cuando vives allí un periodo largo de tiempo. Yo resido en un barrio muy bonito y el centro de Londres sigue siendo una maravilla con sus teatros y museos, pero cuando te aventuras por otros barrios ves que todo está muy abandonado. En la City nadan en la abundancia, pero es una burbuja▶ el inglés medio vive mal, en plan ‘hooligan’, solo le interesa el fútbol. Si sales de la capital te encuentras un país en desguace▶ Manchester, Liverpool…

–Rufo vuelve a recorrer el Telón de Acero.

–Es la historia de mi vida. En mi juventud tonteé, como tantos compañeros de universida­d, con el FELIPE y el PSUC, pero nunca llegué a ser un comunista convencido. Me aburría terribleme­nte y algunos me acusaron de ácrata porque no leía novela social. Toda la interpreta­ción de la Historia se hacía según la metodologí­a marxista. Soy de la generación que se creyó la fantasía comunista que se vino abajo con toda la razón.

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Eduardo Mendoza, retratado ayer en Barcelona

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