El PP apela al elector de izquierdas ante un PSOE «extremado»
Calvo ve a los populares vencidos por lo que propone la «ultraderecha»
se repitió en Cataluña y ahora en Madrid. En todas las ocasiones fue Vox el partido que sufrió las agresiones, mientras los independentistas y Podemos justificaron los ataques. Nada en esto parece casual, pero es una estrategia peligrosa».
La formación de Abascal, mientras tanto, critica los dispositivos de la Policía pero evita atacar a los agentes que participan en ellos, atribuyendo la responsabilidad a los mandos políticos de Interior. Algún sindicato del Cuerpo, en especial el mayoritario Jupol, lanza también mensajes en esa línea.
Las fuentes policiales consultadas por ABC, con decenas de años de servicio con gobiernos de uno y otro signo, niegan esas supuestas órdenes políticas –«nadie las acataría, por ilegales e injustas», aseguran– y atribuyen las críticas al desconocimiento de cómo se organizan esas operaciones de mantenimiento del orden público▶ «Siempre son delicadas, porque no se sabe al cien por cien cómo puede reaccionar el ciudadano en situaciones de tensión. Por eso es tan importante la experiencia, de la que carece esa gente que ahora lanza críticas a bulto».
El Partido Popular celebró ayer el congreso de Nuevas Generaciones, a una semana del comienzo de la campaña electoral, en un ambiente de optimismo y máxima movilización entre su electorado. Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso compartieron escenario, en un tándem que refleja lo que se juegan en Madrid, pero también en el conjunto de España. En su intervención, la presidenta regional lanzó un guiño a los votantes de la izquierda más moderada, que se sienten lejos de un PSOE «extremado» por Podemos.
Ante la organización juvenil de su partido, de la que proceden ella misma y también Casado, denunció que «una parte de la izquierda quiere arrastrarnos al guerracivilismo». Ayuso alertó del peligro en el que está España, a su juicio, mientras Pedro Sánchez siga al frente del Ejecutivo central.
Ayuso recitó su credo político▶ «Creo en el consenso de la Transición, hijo del liberalismo más español y en construir la casa común del centro derecha, donde también se sientan acogidos todos aquellos que, simpatizando con la izquierda, tienen amor a España, a la libertad, al Estado de Derecho».
Casado, expresidente de Nuevas Generaciones de Madrid, hizo una adaptación del lema que guía la precampaña de Ayuso y lo convirtió en «sanchismo o libertad». El presidente del Gobierno, advirtió Casado, «ha decidido ser el candidato socialista a la Comunidad de Madrid». «Ya tenemos a Iglesias y a Sánchez en campaña, qué mal lo tienen que ver», comentó el líder del PP.
Casado ve imprescindible una mayoría suficiente en la Comunidad de Madrid para que el PP pueda gobernar con una «mayoría suficiente y amplia», sin «cortapisas», y sin perder mucho tiempo, dijo, en tener que negociar con otros partidos.
Por su parte, la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, criticó a la presidenta de la Comunidad de Madrid por querer «sostener un Gobierno vicario, milímetro a milímetro con lo que piense y decida Vox, la ultraderecha que se quiere señorear de la capital», informa Ep.
«Las mujeres que vivimos en Madrid estamos gobernadas por una mujer que le preocupa más lo que piensa y cómo le va a ayudar Vox que lo que pensamos y necesitamos las mujeres. Este es el problema que tenemos», sentenció Calvo, durante su intervención en un acto sobre feminismo organizado en la sede socialista de Ferraz.
A su juicio, lo «más decepcionante» que le está pasando a la política en España es que el Partido Popular está «arrastrado por la ultraderecha». «El PP está vencido por todo lo que propone la ultraderecha española. Cualquier demócrata tendría que estar feliz de vivir en un siglo XXI donde no se puede hacer nada sin nosotras o contra nosotras», subrayó.
Sin cortapisas Casado reclamó para el PP una mayoría suficiente y amplia para gobernar sin
cortapisas
El Tribunal Constitucional no atraviesa uno de sus mejores momentos. La decisión de dos de sus magistrados de apartarse de los recursos de amparo relacionados con el ‘procés’ ante las presiones de los independentistas ha abierto un peligroso precedente que no deja de causar inquietud en el mundo judicial. A nadie se le escapa que la recusación de un magistrado o incluso, como ha sucedido, de un tribunal entero, no deja de ser una estrategia jurídica para entorpecer, retrasar y cuestionar públicamente su imparcialidad. Precisamente por eso se acepta en casos muy puntuales y cuando existe casi una certeza sobre la posible falta de parcialidad del juez. Sin embargo, hay cierta sensación de que el órgano de garantías ha sucumbido a las maniobras de las defensas de los líderes secesionistas y de que, en vez de actuar de puertas para dentro con el convencimiento de que la Justicia española hace lo correcto, está más pendiente de lo que pueda opinar Estrasburgo en el futuro. «Se ha abierto un melón que tenía que haber permanecido cerrado», comenta un prestigioso togado.
La última sentencia del Tribunal de Derechos Humanos que cuestionó la imparcialidad de un juez español fue la que condenó a Arnaldo Otegi por Bateragune, pero nada tenía que ver con lo que aquí se plantea, según reconocen fuentes jurídicas. En aquel momento fue el propio Supremo el que ordenó repetir un juicio de enaltecimiento a ETA contra el hoy portavoz de EH Bildu por la falta de imparcialidad de Ángela Murillo. No era tan extravagante, por tanto, que Estrasburgo cuestionara la siguiente vista oral en la que el batasuno se sentó frente a la misma magistrada.
Pero este caso es distinto. Y lo es porque antes de recusar a Antonio Narváez, y después a Cándido Conde-Pumpido, al entender que ambos prejuzgaron a los condenados del ‘procés’ en sendas intervenciones públicas, las defensas de los independentistas ya lo habían intentado con todo el tribunal a través de una iniciativa que los propios magistrados tildaron de «impertinente