El juez que se dejó querer por el PP
mismo fue objetivo– y su entorno. Grande-Marlaska desempolvó el chivatazo a ETA cuando Garzón estaba ausente, y se desplazó al bar Faisán de Irún para controlar personalmente los registros. Curiosamente, Grande-Marlaska tenía entonces muy claro que las negociaciones que entabló ETA con el Gobierno para que dejara de matar no podían dejar impunes hechos delictivos, y que la Justicia tenía que actuar al margen de las decisiones políticas. Quizá por ello, en plena investigación del Faisán, pidió a los agentes que actuaban como policía judicial que se abstuvieran de informar a sus superiores, lo mismo a lo que el año pasado emplazó la juez de Madrid a los agentes que investigaron el 8-M, una reserva que en este caso, siendo ya ministro, Grande-Marlaska no entendió.
En esos tiempos el juez bilbaíno no compartía la teoría del entonces fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, aquella de que las togas tienen que mancharse con el polvo del camino. Lo demostró cuando aquel 26 de mayo de 2005 ordenó el ingreso en prisión del portavoz de la ilegalizada Batasuna Arnaldo Otegi por su presunta integración en la banda terrorista ETA en «grado de dirigente».
El hoy socio del Ejecutivo al que Grande-Marlaska pertenece había sido citado para explicar su presunta participación en la financiación de ETA a través de las herriko tabernas. Lo que no se imaginaba es que iba a salir del juzgado esposado y camino a la cárcel de Soto del Real. «¿Esto lo sabe Conde-Pumpido?», preguntó sorprendido Otegi en los pasillos de la antigua Audiencia Nacional. Abajo, en la calle Génova, una multitud se congregaba con banderas de España para mostrar su apoyo al juez▶ «¡Marlaska, no te achantes!», le gritaban. Y vaya si no se achantó.
A partir de ese momento comenzó a aumentar su popularidad en la lucha contra ETA y su entorno, y de paso se dejó querer por el Partido Popular, que, tras su paso por el Juzgado de Instrucción número 3 –donde archivó las responsabilidades políticas del Yak42–, colaboró en su ascenso a la presidencia de la Sala Penal de la Audiencia Nacional. Fue en 2012. Solo un año después saltaba al CGPJ, como independiente, eso sí, pero propuesto por el PP, el mismo partido ante el que se postuló sin éxito como fiscal general del Estado tras el fallecimiento de José Manuel Maza. Poco después el PSOE llamaba a su puerta.
El caso Faisán
Una parte importante de las víctimas del terrorismo le ha dado la espalda. Según la AVT, desde su llegada al ministerio ha acabado con la dispersión y acercado al País Vasco a 173 de 193 presos etarras, incluidos los sanguinarios Henry Parot y Antonio Troitiño. Marlaska niega que sea una cesión a Bildu.
mano. Los robos en explotaciones continuaron –cervezas, comida, mantas, huevos, linternas– y por la comarca se fue extendiendo la preocupación y el miedo a toparse con esa sombra.
La tarde del 14 de diciembre, José Luis Iranzo fue a recoger a su padre a la explotación agrícola de la familia en un paraje llamado Mas del Saso en el vecino término de Andorra. Eran las 18.30 horas e Iranzo acababa de despedirse de seis guardias civiles a los que había guiado hasta unas cuevas por si el ladrón se había ocultado allí. No lo encontraron. Iranzo, de 40 años, llegó a su finca en su ‘pick up’ y solo pudo abrir la puerta. Feher lo esperaba al otro lado; con una pistola Beretta le atravesó el pecho de un disparo. Herido de muerte, el hombre intentó huir pero unos pasos más allá el asesino lo remató en el suelo.
El padre salvó la vida
Igor el Ruso robó el vehículo de la víctima y huyó. El padre de Iranzo, que había visto luz en la casa, se ocultó tras unas pacas y solo pudo escuchar cómo alguien disparaba. El ladrón condujo directo hasta su escondite, un corral abandonado cercano en el ‘masico’ Mas de Zumino, donde fue a recoger sus pertenencias de lobo solitario con la pistola aún caliente.
Cinco guardias civiles, alertados por el padre de Iranzo y guiados por un vecino, se dirigieron a Mas del Saso▶ dos Nissan oficiales y el coche del guía que les indicaba cómo llegar. A las 18.45 horas vieron un vehículo con las luces encendidas a la altura de la casa de campo a la que se había dirigido Feher, aunque todos lo ignoraban. El capitán ordenó a los agentes Víctor Romero y Víctor Caballero que identificaran ese coche mientras ellos seguían en busca de Iranzo.
Los dos guardias no tuvieron prác