Ángel Viñas
«La República podía parar el golpe, y no lo hizo, pero lo que no podía saber es que tenía un apoyo fascista» ber explicar la imperiosa necesidad de la reforma del Ejército», señala el catedrático Alberto Reig Tapia.
En opinión del historiador Roberto Villa, la República se concibió no como una democracia tal y como se entiende hoy, sino como «una ruptura política que debía instituir el dominio de los partidos de la conjunción republicano-socialista», y donde la violencia siempre estuvo presente. «Determinados sectores políticos de la extrema izquierda y la extrema derecha, pero especialmente la extrema izquierda –y ahí están los números para ratificarlo–, pensaban que la violencia era un instrumento legítimo de cambio político, para imponer su modelo de sociedad privativo y para evitar la consolidación de sus adversarios en el poder», afirma Villa, coautor del libro ‘1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular’. Entre 1930 y 1936 hubo nada menos que cinco sublevaciones desde la izquierda.
No logró sacudirse el régimen las sospechas de pucherazo que acompañaron a cada llamada a las urnas. «Las únicas elecciones libres y democráticas fueron las de 1933, ganadas por el centro y la derecha moderada. Las izquierdas hicieron cuatro intentos diferentes de anular los resultados, todo coronado por la insurrección de 1934», sostiene el hispanista Stanley G. Payne.
El error más habitual de las visiones clásicas sobre la Segunda República es imaginar al país como una isla aparte de Europa, sin tener en cuenta que la llamada «década del odio» afectó también a otras democracias europeas, que fueron incapaces de afrontar los desafíos enormes del Crac del 29. El historiador y diplomático Ángel Viñas es uno de los que mejor ha empleado los archivos internacionales para reconstruir la caída del sistema. «La República podía parar el golpe hasta cierto punto, y no lo hizo, pero lo que no podía saber es que el golpe se daba con una ayuda fascista tan amplia, y esto es una mancha indeleble para la derecha y para el régimen fascista, pues Mussolini se comportó como un gánster internacional», defiende.