ABC (Andalucía)

Vuelta a la insegurida­d jurídica de verano

El Gobierno, tras un año de pandemia, sigue sin articular una alternativ­a legal

- VÍCTOR RUIZ DE ALMIRÓN

El 3 de mayo el entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, se mostraba contundent­e▶ «El estado de alarma es el único elemento constituci­onal para limitar la movilidad». Pero el Gobierno fue abriendo poco a poco su discurso. Solo una semana después, la vicepresid­enta primera, Carmen Calvo, apuntaba en una entrevista en ‘El País’ lo siguiente▶ «En la comisión de la reconstruc­ción queremos revisar la legislació­n sanitaria. Hay cuatro leyes estatales dispersas, algunas con más de 30 años, y queremos hacer una revisión».

El 13 de mayo Calvo insistía durante una comparecen­cia en el Senado. Apuntaba a «una reforma sanitaria de algunos elementos importante­s de la legislació­n básica del Estado». La argumentac­ión era que «tenemos que pertrechar­nos para pasar el verano y naturalmen­te el otoño, por si existe un repunte o una vuelta de la intensidad de la Covid-19 en unas condicione­s que ya no tenga que ser utilizable el artículo 116 de la Constituci­ón»,

Desde entonces el Gobierno ha venido navegando a partir de aquella promesa incumplida que le permitió lograr el apoyo de Ciudadanos (Cs) y ERC para sacar adelante la última prórroga del estado de alarma. Porque el 30 de mayo, el Gobierno cerraba con ERC un acuerdo que incluía el compromiso de «priorizar medidas normativas y legales de carácter menos excepciona­l que el estado de alarma en un futuro». Se comprometí­a específica­mente a modificar la ley de Salud Pública «con el fin de mejorar y, en su caso, articular un mecanismo alternativ­o al del estado de alarma, que pueda garantizar la cogobernan­za con las CC.AA. e incrementa­r la protección de los derechos fundamenta­les». Y se añadía que «estas reformas legales serán presentada­s a la comisión de evaluación que se creará en el Congreso con la voluntad de ser tramitadas en un período de tres meses desde su creación para su aprobación». También quedaba por escrito en el pacto suscrito con Cs el 2 de junio, en el que se comprometí­a a «analizar las reformas legales para establecer un mecanismo alternativ­o al estado de alarma».

El Gobierno hizo dos cosas que, en aquel momento, a Cs sí le valieron y que entendió como primera parte de ese plan B. Aprobar el decreto de nueva normalidad y modificar la Ley 16/2003, de 28 de mayo, de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud, con la que se regula las actuacione­s coordinada­s en salud pública que puede tomar el Consejo Interterri­torial.

El resto de modificaci­ones legales requerían una tramitació­n parlamenta­ria más compleja. Y el Gobierno interpretó que la necesidad de una respuesta rápida las desaconsej­aba. Entre medias, el Gobierno consultó a la Abogacía del Estado. Un informe que no se ha hecho público pero que esgrime para justificar desde entonces que «no hacía falta modificar ninguna norma y que la legislació­n actual era suficiente».

A partir del verano, Pedro Sánchez modificó su estrategia de mando único y en la que no daba margen de gestión a las comunidade­s autónomas. Pero conforme fue avanzando el verano, con las resolucion­es judiciales dispares que, en algunos casos, tumbaban decisiones autonómica­s sobre algunos confinamie­ntos, el Gobierno terminó de convencers­e▶ no había alternativ­a al estado de alarma. El 25 de agosto el presidente del Gobierno compareció en rueda de prensa para ofrecer a las comunidade­s autónomas un estado de alarma a la carta. Cada una de ellas podía solicitar que se decretase en su territorio. Renunciaba Sánchez al mando único para introducir­se en la llamada cogobernan­za, pero el instrument­o jurídico era el mismo.

Escenario estival

Ahora, a partir del 10 de mayo, volveremos a ese escenario estival que se demostró insuficien­te y que obligó al Gobierno a volver a aplicar el estado de alarma por dos veces▶ primero en Madrid y luego en el conjunto del país con una duración de seis meses. La única razón que ahora hace pensar que la situación será distinta es el avance de la campaña de vacunación.

El Gobierno ha vuelto esta semana a considerar «suficiente» la legislació­n vigente para que las autonomías respondan a la situación una vez se levante el estado de alarma. Su diagnóstic­o dista ahora de aquel manifestad­o por Illa el 3 de mayo del pasado año. Ahora, sin estado de alarma, sí se considera que las regiones pueden aplicar perimetraj­es de una parte de sus territorio­s. Eso sí, la única diferencia es que se interpreta que no podrán aplicarse a la totalidad de su área geográfica sino ser parciales. Pero todas esas decisiones requerirán del aval de los tribunales de cada región.

El Ejecutivo, sin embargo, no vería con malos ojos la ampliación del plazo de la alarma, pero no está dispuesto a una negociació­n a cara de perro en la recta final de la campaña electoral madrileña. «Que lo pidan las comunidade­s autónomas en el Consejo Interterri­torial», despachan en La Moncloa. El Gobierno llega al final confiando en que la vacunación y las autonomías terminen de cuadrar el círculo.

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