La violencia en Irlanda del Norte pone en peligro más de dos décadas de paz
El acuerdo del Brexit está en el origen del descontento unionista que incendia el Ulster
El pasado sábado, se cumplieron 23 años desde aquel histórico 10 de abril de 1998, cuando el primer ministro británico, Tony Blair, y su homólogo irlandés, Bertie Ahern, firmaron el acuerdo de paz que puso fin a un amargo período de 30 años de violencia en Irlanda del Norte en el que murieron más de 3.500 personas. Casi dos años de negociaciones concluyeron con el esperado acuerdo, que fue ratificado por todos los partidos y apoyado por la población en un referéndum. Sin embargo, las raíces de tanta furia se remontan a mucho antes del inicio del conflicto y sus cicatrices tras el llamado Acuerdo del Viernes Santo, o Acuerdo de Belfast, no sanaron por completo. Poco más de dos décadas después, incluso parecen reabrirse aquellas heridas, con una escalada de tensión y luchas callejeras entre facciones que han dejado en los últimos días 90 agentes de policía heridos, vehículos incendiados, un autobús secuestrado y en llamas, y destrozos en muchos lugares del territorio provocados por el lanzamiento de adoquines y cócteles molotov. La Policía respondió por primera vez en seis años con el uso de un camión con cañón de agua. Mientras tanto, los ciudadanos norirlandeses contienen el aliento, con el temor a que la frágil paz de que disfrutan se desmorone.
Los llamamientos a la calma, como el del ministro irlandés de Asuntos Exteriores, Simon Coveney, que declaró que la violencia debe acabar «antes de que alguien muera» e hizo una petición a los líderes políticos para que ayuden a rebajar la creciente tensión, no han conseguido su objetivo. «Es muy preocupante ver que hay esfuerzos para provocar una reacción en la comunidad nacionalista irlandesa», aseguró Coveney, aunque lo cierto es que en los altercados de las últimas noches han participado jóvenes, algunos de tan solo 12 o 13 años, tanto unionistas como republicanos. Micheál Martin, primer ministro irlandés, pidió responsabilidad para evitar «la vuelta» a ese «lugar oscuro de la violencia y los asesinatos sectarios».
El Consejo de Comunidades Lealistas (LCC), que agrupa a varios grupos paramilitares, considera que detrás de este estallido está el «espectacular fallo colectivo» del Protocolo de Irlanda del Norte, que forma parte del acuerdo del Brexit, consumado entre el Reino Unido y la UE el 31 de diciembre. El protocolo significa que Irlanda del Norte permanece en el mercado único de bienes de la UE, por lo que los productos que se trasladan desde Gran Bretaña se someten a los procedimientos de importación de la Unión Europea, lo que evita que exista una frontera terrestre en la isla, pero los controles en los puertos han provocado escasez de algunos productos. «Hemos advertido al Gobierno y a los líderes políticos de las peligrosas consecuencias de la creación de esta frontera dura en el Mar de Irlanda y de la necesidad de un diálogo para resolver este asunto», expresó el LCC en un comunicado. Así lo cree también Jonathan Powell, uno de los
El Consejo de Comunidades Lealistas
Agrupa a paramilitares que creen que detrás de este estallido está el «espectacular fallo colectivo» del Protocolo de Irlanda del Norte tras la firma del Brexit La gota que colmó el vaso
La decisión de no procesar a 24 políticos del Sinn Féin que se saltaron las restricciones del Covid para asistir al funeral de un exjefe de inteligencia del IRA
negociadores del Acuerdo de Viernes Santo, quien en una columna de opinión en el diario ‘The Guardian’ señaló que «en diciembre de 2019, Boris Johnson optó por poner la frontera en el Mar de Irlanda» pero «luego decidió mentir al respecto, en vivo, por televisión, diciendo que no habría fronteras y que nadie tendría que completar ningún formulario». Luego vinieron «las estanterías vacías en el supermercado» y la sensación entre los sindicalistas de que el premier «les mintió descaradamente».
Aumentan las amenazas
La cuerda no ha dejado de tensarse desde entonces. En febrero, los trabajadores de los puertos fueron amenazados
multitudinario funeral de Bobby Storey, un exjefe de inteligencia del IRA, incumpliendo las restricciones vigentes para evitar la propagación del Covid-19. Entre los más de dos mil asistentes estaba Michelle O’Neill, viceministra principal y parte del Sinn Féin. La Policía fue acusada entonces de tener un doble rasero.
Micheál Martin, ‘premier’ irlandés, pidió responsabilidad para evitar a los años oscuros de la violencia y los asesinatos sectarios, mientras que ha pedido a Boris Johnson un encuentro en Dublín para buscar soluciones, algo que de momento el británico no ha aceptado. Bertie Ahern, firmante del Acuerdo de Belfast, considera que este junto al Protocolo de Irlande del Norte son los instrumentos capaces de ofrecer soluciones, pero que es urgente «el diálogo entre todas las partes».