FIEDRICH NIETZSCHE Y LOU ANDREAS-SALOMÉ
Mantuvieron una corta relación que se rompió porque ella se negó a ser su esposa en dos ocasiones. Se conocieron en Roma y viajaron por toda Europa en los bosques. En ese momento de intimidad, se besan y hablan de una colaboración intelectual. Animado por lo sucedido, vuelve a pedir su mano y obtiene la misma respuesta. Pero continúan el periplo hasta Lucerna. Allí se hacen la famosa fotografía en la que Lou aparece en un carromato con un látigo en la mano mientras los dos colegas hacen el gesto de tirar del eje.
En agosto de 1882, Lou se desplazó a la finca de la familia Nietzsche en Turingia. Estuvieron juntos un mes en el que paseaban por el campo y hablaban de la muerte de Dios. Elisabeth, la hermana del filósofo, les vigilaba. No sólo no aprobaba la relación, sino que le dijo a Lou que se estaba aprovechando de Friedrich y la invitó a marcharse.
Se volvieron a ver en octubre y noviembre, pero Lou dio por rota la relación. Años después, publicó un libro sobre la filosofía de Nietzsche, pero sin referencias a su personalidad. No volvería a mencionar su nombre durante décadas hasta la publicación de sus memorias. Escribió tras su encuentro en Roma▶ «Es un horno incandescente en el que se forja la voluntad de conocimiento». No hay duda de que le admiraba, pero nunca le quiso como marido o amante. Friedrich comentó de ella que «era la persona más inteligente que había conocido» y en una carta a Rée explicó que le gustaría que fuese su esposa y su discípula. Subrayó años después de su ruptura la fuerza de voluntad y el magnetismo de Lou, pero la acusó de falta de moralidad.
Tras un corto periodo con Rée, Salomé se casó con un profesor apellidado Andreas. La relación fue un fracaso y finalmente se enamoró de Rainer María Rilke, que fue la pasión de su vida. Murió en Gotinga en 1937, donde está enterrada. Nietzsche abandonó este mundo, loco, enfermo y solitario, en Weimar en 1900. Nunca se reconciliaron.