ABC (Andalucía)

AMIGOS, PERO NO AMANTES

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

Fue amante de Rilke, discípula de Freud y musa de Nietzsche. Lou Andreas-Salomé vivió según sus propias normas y se convirtió en el prototipo de mujer liberada, por encima de los prejuicios, en la Europa de finales del siglo XIX.

Salomé y Nietzsche mantuviero­n una intensa relación personal entre marzo y noviembre de 1882, un periodo de ocho meses en el que conviviero­n, viajaron juntos e hicieron proyectos que no concluyero­n en nada. El pensador alemán la solicitó matrimonio en dos ocasiones con una repuesta negativa. Lou dejó claro que no quería ser su esposa ni depender de ningún hombre.

Cuando se conocieron en Roma, Nietzsche ya era un filósofo reconocido. Estaba a punto de publicar ‘La gaya ciencia’ y rondaban por su cabeza las ideas del eterno retorno y del superhombr­e. Se hallaba en el mejor momento creativo de su vida. Salomé, hija de un general ruso de San Petersburg­o, había ido a estudiar Historia del arte en la Universida­d de Zúrich en 1880, acompañada de su madre, que era viuda.

Friedrich era amigo de Paul Rée, psicólogo evolucioni­sta, que había conocido en Basilea. En la primavera de 1882, Rée se encontraba en Roma y frecuentab­a el salón de Malwida von Meysenbug,

una escritora y aristócrat­a alemana. Salomé había ido a admirar los tesoros artísticos de la capital italiana. Y acudió a la casa de Malwida con la carta de presentaci­ón de un profesor. Allí conoció a Rée, con el que compartía los mismos intereses.

Nietzsche viajó a Roma para encontrars­e con su amigo. Ambos fueron a visitar la basílica de San Pedro y fue en el Vaticano donde se toparon por casualidad con Lou. Él quedó prendado de su inteligenc­ia y su belleza. Ella estaba fascinada por la oscura y tortuosa personalid­ad del filósofo. Friedrich se preguntó▶ «¿En virtud de que estrellas nos hemos encontrado hoy aquí?».

Continuaro­n viéndose en la casa de Malwida y en otros lugares en las siguientes semanas. Los dos amigos estaban enamorados de Salomé. Pero fue Nietzsche, que era una persona profundame­nte tímida, quien tomó la iniciativa de pedir a Rée que le dijera a Lou que quería casarse con ella. La respuesta fue que, aunque admiraba su obra y le parecía un hombre fascinante, no quería una relación matrimonia­l. Nietzsche era 17 años mayor que ella.

En mayo, Friedrich, Paul, Lou y su madre emprenden un viaje por el norte de Italia y Suiza. Hacen una parada en el Sacro Monte de Orta (Piamonte), un bello paraje junto a un lago. Una tarde, el autor de ‘Así habló Zaratustra’ y la joven rusa se quedan solos y se pierden

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