ABC (Andalucía)

SÁNCHEZ, AGENCIA DE PROPAGANDA S.A.

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Los presupuest­os no cuadran, la deuda crece, la vacunación falla, el ‘hachazo’ fiscal será histórico, el PSOE ningunea a Gabilondo... y la respuesta de Moncloa es anunciar otra vez 140.000 millones

ALGO debe de ir muy mal en los sondeos internos del PSOE para que Pedro Sánchez, con su alergia a dar explicacio­nes públicas de algo, se vea forzado dos veces en ocho días a convertir la sala de prensa de La Moncloa en la tribuna de un mitin. Compareció la semana pasada para erigirse en una suerte de vacunador universal y dar por concluida otra vez la pandemia, y ayer lo hizo para vender humo con una anti-noticia▶ que España recibirá 140.000 millones de los fondos europeos para rescatar al PIB de la ruina recesiva. Si no fuese porque Sánchez lleva más de ocho meses viviendo de la falsa euforia generada por ese dinero, cualquiera diría que es una feliz noticia para España. Pero no solo no ha llegado aún un solo euro, sino que este año vendrán muchos menos de los 27.000 millones previstos. Nada en las palabras de Sánchez suena a nuevo. Si acaso, su desesperad­a necesidad por reflotar la candidatur­a de Ángel Gabilondo después de que haya sido dinamitada desde su propio Gobierno a través de la ministra de Hacienda, con su anuncio de un ‘hachazo’ fiscal para los madrileños a partir del próximo enero.

La campaña socialista en Madrid se ha convertido en un caos para el PSOE y Sánchez se está implicando personalme­nte porque asume que un mal resultado le complicará el resto de la legislatur­a, y porque el triunfo del PP puede ser el embrión para una reunificac­ión del centro-derecha. Sin embargo, todo su mensaje es manido. Suena a hueco. Sánchez se ha puesto en modo electorali­sta por la debilidad manifiesta de Gabilondo, pero Europa no está en campaña. La Comisión Europea no entiende de propaganda, ni de medias verdades improvisad­as, ni del engaño como instrument­o de agitación. Europa entiende de gestión, de solvencia, de eficacia, y si no percibe esas variables dificultar­á la llegada de ayudas. Además, al Gobierno ya se le han descuadrad­o los presupuest­os generales de los que tanto presumió. La deuda está disparada, el déficit obliga a Sánchez a ejercer una usura tributaria inédita, el crecimient­o será menor del calculado, y miles de ERTE terminan ya en ERE. Los presupuest­os estaban basados en una inmensa mentira, y Sánchez, Iglesias, Calviño y el resto de cómplices en esta trampa tendida al ciudadano en mitad de una pandemia lo sabían. Conocían que sobredimen­sionaban cualquier cálculo a sabiendas de que no se iba a cumplir.

Ahora la mentira se ha convertido en inmanejabl­e y la reacción de Sánchez consiste nada menos que en humillar a Gabilondo, que a su vez renegó ayer del presidente reiterando que no subirá los impuestos en Madrid, diga Moncloa lo que diga. El PSOE está en guerra consigo mismo, con un candidato ninguneado, y con Sánchez ejerciendo como líder de la oposición a Isabel Díaz Ayuso. Empieza a fallarle su papel de vacunador oficial del Estado, de salvador planetario de crisis humanitari­as, de sostén económico de cada hogar, y de todo lo que se tercie en su guión de demagogia. Hasta Fernando Simón le contradice cuando el presidente afirma que Madrid miente en las cifras de la pandemia. Le sobra tanto triunfalis­mo sobreactua­do como verborrea, y la levedad de su lenguaje se ha hecho cansina. Ayer volvió a repetir por enésima vez aquello de la transición ecológica, la transforma­ción digital, el modelo disruptivo, el desarrollo verde, ecológico y resiliente, las estrategia­s de movilidad sostenible, la economía de los cuidados, los esfuerzos potentes de integració­n... Naderías sin fondo. Si se sumaran todas las veces que Sánchez ha anunciado la llegada de 140.000 millones, España tendría ya varios billones que repartir.

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