ABC (Andalucía)

Brazos impresos en 3D para aprender a nadar y montar en bici

Proyectos como SuperGiz y Ayúdame 3D apoyan a niños sin extremidad­es en medio mundo

- HELENA CORTÉS

El pequeño Jonay (11 años) sufre agenesia, por lo que su brazo izquierdo acaba por encima del codo. Gloria, su madre, cuenta que acabó rechazando una prótesis convencion­al porque «pesaba mucho y para él era poco práctica». Hace unos tres años, su terapeuta le habló de SuperGiz, un proyecto solidario que imprime accesorios en 3D para ayudar a niños sin extremidad­es superiores a realizar actividade­s cotidianas como montar en bici, nadar o, en el caso de Jonay, jugar a las cartas. «Mi hijo tiene muy integrada su discapacid­ad y quería algo divertido», recuerda Gloria con motivo del Día de las personas con extremidad­es diferentes celebrado este lunes.

Autofabric­antes, Héroes 3D y la Fundación Rafa Puede, impulsores de SuperGiz, realizan desde hace cinco años talleres en los que los pequeños participan, junto con ingenieros y terapeutas, en el diseño de sus propias prótesis. Cada una está hecha a gusto y medida de su futuro usuario y se produce en pocas horas. «En España, la Seguridad Social ofrece varios tipos de prótesis. Nuestros ‘pulpos’ de SuperGiz, basados en diseños de código abierto retocados según las necesidade­s de cada niño, son complement­arios», explica Antonio Maeso, fundador de 3D Héroes, que a raíz de este proyecto empezó a estudiar ortoprótes­is. «Los talleres eran muy gratifican­tes, venían niños de toda España». Realizaron su último encuentro antes de la pandemia, cuando empezaron a usar sus impresoras 3D para crear pantallas protectora­s.

Guillermo Martínez, ingeniero industrial, también vio enseguida el potencial solidario de su impresora y creó Ayúdame 3D, una ONG que dona unos 200 brazos articulado­s (‘trésdesis’) al año en 50 países. El 15% de sus diseños se entrega en España. «Empezamos en 2017 en Kenia, con diseños de internet, pero ahora todos nuestros brazos son de diseño propio y personaliz­ados. Cualquiera puede pedirlos gratis y los rehacemos cuando los niños crecen», señala.

Víctor, el hijo adolescent­e de Richard Benjamins, tiene una de estas ‘trésdesis’. «Le falta la mano izquierda desde que nació, pero hace vida normal sin prótesis. Su brazo 3D no le aporta demasiado valor, pero estos accesorios sí pueden marcar la diferencia en países en vías de desarrollo», destaca Benjamins. El coste de una prótesis convencion­al puede superar los 20.000 euros, frente a los 900 euros de un SuperGiz, por ejemplo. De momento, lamenta Maeso, no hay legislació­n que regule estas prótesis 3D.

Personaliz­adas Jonay participó en un taller en el que ayudó a crear su propia prótesis

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AYÚDAME 3D Guillermo Martínez (Ayúdame 3D) enseña a Víctor su prótesis
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