Verbolario

Ciudad en perpetuo estado de sitio.

CUENTA Andrés Trapiello (imprescindible su biografía de Madrid) que tiene por costumbre enseñarle la ciudad al forastero empezando por la plaza de Oriente para acabar en la plaza Mayor, si es por la mañana, y al revés, si es por la tarde. Lo de forastero no desliza nacionalismo, sino hospitalidad, porque en Madrid uno ya es, de toda la vida, al asomar la gaita por la correspondiente boca de Metro. Nací en Madrid como antes mi padre, al final de aquella guerra en la que, como escribió Chaves Nogales, «la estupidez y la crueldad se enseñoreaban de España». En casa todos somos madrileños, es decir, españoles de Madrid, algo sencillo que no simple, tal y como distingue el psiquiatra y humanista Enrique Rojas. Aquí no hay ‘supremacismo’, ni nada que se le acerque, salvo el hecho diferencial de tener el Metro más largo del mundo, y sin fardar un pelo. Se está aquí y punto. No se pide la lista de apellidos.

Para contar lo que ha pasado en Madrid en los últimos dos años hay que imitar a Trapiello. Se puede empezar desde 2019, cuando una carambola de escaños llevó a Ayuso a la presidencia de Madrid, o comenzar desde este abril de 2021, en la otra dirección, a partir del pronóstico de las encuestas. Aquí no ha hay ‘procés’ ni ‘fueros viejos’, tampoco playa, aunque algún embalse apunte maneras.

Ayuso ha recuperado una serie de ‘marcos ideológicos’, obviados por el PP de Rajoy que, tras ganar en 2011, sustituyó por uno▶ no gobierna el PSOE. Al profesor Gabilondo le pasa como al PP de Rajoy. Hacer lo de Ayuso –hostelería y comercio abiertos, impuestos congelados y con Zendal– pero sin Ayuso, con lo que el votante de la izquierda entra en duda con Más Madrid –punto intermedio entre el PSOE y Podemos– como entonces el centro y la derecha del PP marianista con Ciudadanos y Vox. Como remate, Sánchez invade la candidatura de Gabilondo, para controlar daños futuros a su Moncloa, pero sin discernir, como Trapiello, si es (políticamente) por la mañana o ya es tarde en Madrid.