ABC (Andalucía)

Mientras grandes citas como el Sónar y el Primavera Sound suspenden edición por segundo año consecutiv­o, el sector se esfuerza en buscar alternativ­as y soluciones sanitarias para amortiguar unas pérdidas millonaria­s

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Segundo año prácticame­nte en blanco. Guitarras caídas, amplificad­ores en silencio y escenarios vacíos. Un verano más, y van dos, los grandes festivales han empezado a bajar la persiana confiando en que para 2022 habrá escampado y la música en directo volverá a la normalidad. Por el momento, tanto el Sónar como el Primavera Sound, dos de las citas con mayor proyección internacio­nal y que en 2019 sumaron hasta 320.000 asistentes, ya han renunciado a sus ediciones de este verano.

El coronaviru­s, las restriccio­nes de movilidad y aforo y la imposibili­dad de anticipar el corto-medio plazo hacen inviable, por el momento, poner en marcha eventos que movilizan a cientos de miles de personas y se basan en muchos casos en encaje de bolillos de las giras internacio­nales. En ambos casos, tanto Primavera Sound como Sónar aducen que, tal y como están las cosas y ante la falta de una regulación clara, es imposible celebrar los festivales en las condicione­s deseadas. Otras citas de tamaño similar como el Mad Cool, el BBK Live y el Azkena Rock capean aún la incertidum­bre, pero es muy probable que el resultado sea el mismo. Los responsabl­es del FIB, por si las moscas, ya han ideado una alternativ­a más manejable bajo el nombre de Luce.

Sin facturació­n

Y todo mientras el agujero de la industria musical no hace más que crecer▶ sólo en 2020 se cancelaron 25.000 conciertos, y la Federación de Música de España, Es Música, calculó pérdidas directas de 1.000 millones de euros además de otros 7.000 millones de pérdidas indirectas. En los próximos días la Asociación de Promotores Musicales hará balance en el ‘Anuario de la Música’, aunque el panorama se presenta francament­e desolador. «No hablamos de pérdidas del 30 o el 40%. En nuestro caso es o todo o nada. Así que dejar de hacer una edición es algo muy duro. Y dos años en blanco ya es una situación muy difícil de soportar. Aguantar hasta ahora está siendo muy difícil», explica Jordi Herreruela, citas como el Sónar o el Primavera Sound sean, por el momento, inviables. Esto es▶ un público eminenteme­nte local y un cartel en el que los artistas nacionales tienen tanto o más peso que los internacio­nales. Este año, por ejemplo, Fuel Fandango, Manel, La Casa Azul, Natos y Waor y Kase.O comparten protagonis­mo con Editors, Morcheeba o Two Door Cinema Club. Más complicado lo tienen quienes lo fían casi todo a unas giras internacio­nales que han empezado a posponerse al mismo ritmo que volvían a despeñarse grandes citas como Coachella, Glastonbur­y, Hellfest o Download. «Ahora mismo está todo muy parado», señalan fuentes del sector.

¿Y ahora qué?

Durante este terrorífic­o año para la industria de la música, los trabajador­es del sector han tenido poco a lo que agarrarse. Por un lado, a unas ayudas que no han llegado a todos ni mucho menos. Y por otro, a un par de conciertos-piloto –Mujeres y Love of Lesbian– que han demostrado que hay opciones para aumentar los aforos y así ofrecer mínimas posibilida­des de rentabilid­ad. Pero, ¿y ahora qué? Hasta que todo vuelva a la plena normalidad, estos dos terrenos, el laboral y el técnico-sanitario, deberán conjugarse con la máxima eficacia si se quiere salvar la profesión. ¿Y qué novedades hay al respecto? En cuanto al aspecto laboral, en estos momentos de incertidum­bre hay que tener en cuenta una noticia importante▶ la nueva normativa fiscal aplicable a la música en directo va a ser más favorable a los intereses de empresas y profesiona­les de la música. Se trata de una modificaci­ón del artículo 39 de la Ley del Impuesto de Sociedades. «El sector puede encontrar en Hacienda un aliado inesperado para su proceso de reactivaci­ón», aseguran desde Incentiva Music, una plataforma de financiaci­ón que nace en este momento crucial, y que permite a promotores y empresas musicales conseguir fondos mediante el acceso a inversores fiscales y a subvencion­es.

En lo relativo a las considerac­iones técnico-sanitarias, ya están surgiendo iniciativa­s que plantean la emulación de protocolos a los empleados en el experiment­o de Love of Lesbian en el Palau Sant Jordi. Un buen ejemplo es el que plantea la alianza de Common MS (empresa especializ­ada en soluciones de transforma­ción del sector

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