ABC (Andalucía)

Cualquier día Iglesias se hace un plano secuencia para enseñarnos el infierno en que vivimos

ROSA BELMONTE

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PABLO Iglesias ha conseguido que las señoras digan palabrotas por la mañana. Ana Rosa▶ «¿Pero qué coño de fascismo?» (llamó fascista a Iglesias por señalarla, que no tiene escolta). Ana Terradillo­s, defendiend­o que la Ser invite a Vox▶ «Eso no es blanquear el fascismo, eso es tener los huevos de llevar a todo el mundo». Tampoco es gran cosa, lo corriente. Invitar a un partido con 52 diputados en el Congreso. Me alegro de que dijera huevos. La Ser, pese al artículo, no es un ente femenino. Qué ridículo es cuando se dice ovarios pretendien­do que sirve igual.

Iglesias no estaba nominado a los Oscar, pero como actor es bueno. Todo ese drama. ¡Y Yolanda Díaz llevándose las manos a la cara con la noticia de la navaja de Reyes Maroto! «Ya está bien de amenazas fascistas», clamó Iglesias. Una amenaza con el remite de un enfermo mental. Cualquier día Iglesias se hace un plano secuencia para enseñarnos el infierno en el que vivimos. Eso sí es un infierno. Los Oscar empezaron con un plano secuencia que seguía a Regina King con títulos de crédito que daban a entender un formato de película. Llegó King al escenario y tropezó. A partir de ahí todo para abajo. Estoy de los planos secuencia hasta lo que dice Terradillo­s. Vale el de Orson Welles en ‘Sed de mal’, pero de ‘True detective’ a ‘El colapso’ se los pueden meter donde les quepan. El plano secuencia (a veces falseado) no es más que poner eso que nombra Terradillo­s encima de la mesa, como Javier Gutiérrez en ‘El autor’.

En la madrugada, antes de perrear y después de que no le dieran el Oscar, Glenn Close dijo la palabra f, sólo f, sin el resto. Pero no por no ganar. Y menos mal que habiendo perdido ocho veces (la de ‘Las amistades peligrosas’ fue escandalos­a) no se lo han dado por la birria de ‘Hillbilly’. Cuando Glenn apareció en nuestras vidas, las profesoras de mi instituto discutían si triunfaría pareciéndo­se tanto a Meryl Streep. Las chicas Gilmore también se preguntaba­n cómo Lenny Kravitz tenía tanto dinero con un solo éxito. Yo, como Ana Rosa, me pregunto qué coño de fascismo, nene.

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