¿Nos compensa perder privacidad?
Por mucho que nos informen sobre los avances de la tecnología, yo no dejo de sorprenderme.
Mi pareja y yo nos vamos a vivir juntos. Hemos tenido que amueblar el piso, así que, bolígrafo y libreta en mano, comenzamos a hacer una lista de todas las cosas que necesitábamos.
Mi sorpresa ha sido que, a medida que íbamos comentando cuáles eran nuestras necesidades, empezábamos a recibir publicidad, correos electrónicos y llamadas de marcas que nos ofrecían alguno de los productos de los que habíamos hablado entre nosotros.
Sabía que cuando navegamos por internet existen herramientas que graban las acciones que llevamos a cabo; así como asistentes –Alexa o Siri– que nos escuchan permanentemente. De lo que no era consciente es de que el móvil –no sé si a través de alguna de las aplicaciones que tengamos descargadas– es capaz de escuchar nuestras conversaciones. Está claro que ya no tenemos ningún tipo de privacidad. Esto debería, cuanto menos, empezar a preocuparnos.
Popper. Justo todo lo contrario del espectáculo al que asistimos atónitos la mayoría de los ciudadanos ante los debates electorales o en el Congreso. No son un buen ejemplo cívico. Por eso, me parece fundamental que desde los centros escolares y universidades se fomenten los debates políticos entre los estudiantes, como así se está haciendo. Construyamos con nuestros jóvenes una ciudadanía ilustrada y crítica. Nuestro futuro como sociedad está en juego.