ABC (Andalucía)

Los cien días de Biden: la brecha en EE.UU. sigue abierta

El presidente de EE.UU. defiende hoy ante el Congreso una gestión con luces y sombras

- JAVIER ANSORENA CORRESPONS­AL EN NUEVA YORK

Joe Biden se encontró al llegar a la Casa Blanca un EE.UU. roto por dos costados▶ por la crisis sanitaria y económica de la pandemia de Covid-19 y por la crisis política de una polarizaci­ón extrema. Como candidato, montó la campaña presidenci­al que el año pasado le llevó a la Casa Blanca alrededor de la idea de «luchar por el alma de América». Es decir, dejar atrás el populismo de su antecesor, Donald Trump, y restañar las heridas de una presidenci­a divisiva, rematada por el asalto al Capitolio por parte de una turba ‘trumpista’ a comienzos de enero. Sobre la pandemia, en campaña le bastó recoger el desgaste de muertos y empleos perdidos sobre Trump y sus resbalones en la gestión de la crisis.

En su discurso de investidur­a –en la misma escalinata tomada por los asaltantes días antes– se propuso «reparar», «restaurar», «sanar» y «construir». Mañana Biden cumple sus primeros cien días y el resultado en esos dos flancos es mixto▶ EE.UU. asoma la cabeza del agujero de la pandemia, pero el presidente ha sido incapaz de establecer puentes en un país, políticame­nte, partido por la mitad.

El presidente de EE.UU. celebrará hoy el hito con un discurso en una sesión conjunta del Congreso –el primero de su mandato– en el que defenderá su gestión, celebrará sus éxitos y volverá a lanzar mensajes para una unidad y una cooperació­n con sus adversario­s políticos que le son esquivas.

Biden dejó claro nada más poner el pie en la Casa Blanca que se concentrar­ía en la lucha contra el virus. Se benefició del mejor legado de Trump sobre la pandemia –el desarrollo de vacunas exitosas– y reforzó los contratos con las farmacéuti­cas para disparar el arsenal de dosis de EE.UU.

Recibió una campaña de vacunación que iba a buen ritmo –cerca del millón de dosis diarias– y lo mejoró con fuerza, hasta llegar a los 3,5 millones de dosis diarias a mediados de este mes. En un truco político, se puso el objetivo fácil de poner cien millones de vacunas en sus primeros cien días como presidente. Como era esperable, lo superó con creces, hasta duplicarlo.

El paquete económico

En la vertiente económica de la pandemia, se apuntó el logro de aprobar un nuevo rescate económico, esta vez de 1,9 billones de dólares, para extender las ayudas a familias en problemas, financiar hospitales y vacunación y mantener empresas a flote. Pero lo hizo solo. Una de sus primeras reuniones como presidente fue con un grupo de senadores republican­os, como muestra de que podría tender puentes, algo por lo

que fue conocido en sus décadas como senador. «Os prometo que habrá entre cuatro y ocho senadores republican­os dispuestos a mover las cosas para que haya consenso entre ambos partidos», dijo Biden el pasado octubre, en la recta final de la campaña. Ni uno solo aprobó su rescate para Covid, a pesar de que era una medida popular también entre parte del electorado republican­o. Ni tampoco él quiso buscar un punto intermedio de consenso.

Biden lo consiguió aprobar con las mayorías exiguas de los demócratas en el Congreso, gracias a una posibilida­d legislativ­a por la que no necesitan una mayoría reforzada en el Senado de 60 votos –solo cuentan con 50 y el voto de calidad de la vicepresid­enta Kamala Harris–, pero sin un solo apoyo fuera de su bancada.

El mismo bloqueo ha encontrado y encontrará para el resto de su agenda política, con un partido republican­o que en su gran mayoría sigue fiel a Trump a pesar del episodio del Capitolio y que tiene la oportunida­d de torpedear a Biden y recuperar mayorías en el Congreso en las elecciones legislativ­as del año que viene.

Biden, más allá de sus palabras, va dispuesto a seguir adelante en una agenda económica para impulsar a la

El debe y el haber El caos migratorio

en la frontera oscurece los logros con la vacunación y los planes de

rescate

clase trabajador­a, en su visión, con o sin apoyo republican­o. Sus otros planes de gasto multimillo­narios –el de impulso de infraestru­cturas y el de apoyo a familias, que se espera que detalle hoy–, acompañado­s de subida de impuestos para las rentas más altas y para empresas, han logrado el rechazo frontal de sus adversario­s e incluso de algún aliado moderado, como el senador demócrata Joe Manchin. Menos esfuerzos ha puesto en inmigració­n, donde se comprometi­ó a una reforma profunda para dar acceso a ciudadanía a millones de inmigrante­s sin documentos, pero que ha quedado esquinada en medio de un aumento disparado de detencione­s en la frontera sur.

Biden ha puesto el acento de su política de puertas adentro. Solo en las últimas semanas ha comenzado a desplegar su política exterior, bajo la idea de ‘América ha vuelto’. Ha recuperado parte de la agenda de Barack Obama –regreso a la OMS, énfasis en la acción climática, vuelta a las conversaci­ones nucleares con Irán–, ha decretado la salida definitiva de tropas de Afganistán y busca coser las heridas con los aliados europeos. Pero mantiene la principal herencia de Trump de cara al exterior▶ China como principal desafío.

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REUTERS Joe Biden, durante una intervenci­ón en la Casa Blanca
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