ABC (Andalucía)

GLORIA JULIA MARTÍN

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«No hace falta redactar pensando en publicar, sino en uno mismo o en el entorno más cercano. Ayuda a reflexiona­r y descubrir tu interior»

toda la esencia de lo que quería transmitir. Yo siempre leo y releo lo que escribo. Todas las frases están muy reflexiona­das. La crítica, en este sentido, te hace reafirmart­e en lo que tú quieres expresar».

«Que te quiten un verso o frase viene a ser como que te arranquen las uñas –explicó Schwartz–. Cuando termino de escribir, que suele ser de madrugada, despierto a mi mujer para que lo lea. Entonces me vuelvo a mi sala. Espero. A veces escucho▶ “¡esto es una porquería!”. Entonces tengo que volver a empezar. Reconozco que me resisto porque las palabras que utilizo están muy calibradas. Me gusta dar un ritmo a la escritura como el de las olas del mar y cuando lo releo en voz alta busco finales de frases que me chirríen. Las cambio y pongo palabras en su justo término. Por eso me molesta que me digan que lo que he puesto no vale. ¡Sí que vale! Lo he trabajado mucho», asegura.

Cambiar el final del libro

No obstante, José Manuel Casado quiso matizar, en un nuevo intento de motivar a las personas mayores a descubrirs­e como escritores, que «no hace falta una formación específica, sí una pasión y ganas. Aún así, pueden acudir a los talleres que se imparten en casi todos los pueblos y ciudades y compartir su experienci­a con otras personas con la misma inquietud. Allí, explican claves, ponen deberes..., lo que no da opción a quedarse en blanco».

Un truco que quiso aportar Gloria Julia Martín para los que piensen que tienen menos imaginació­n es pensar en algún libro que hayan leído, pero que no les gustara el final. «Pueden intentar cambiarlo, inventarse otro. De esta forma también se empieza a valorar al escritor original porque uno se da cuenta de lo complicado que es a veces dar forma a un texto».

Lo único que necesitan para estrenarse en la escritura, insistió Fernando Schwartz, es un buen corrector de ortografía y sintaxis. «Nada más. Un papel y soltar la historia que le hierve a uno dentro. Aunque en un principio se piense que el relato está deslavazad­o o inconexo, no importa. Es bueno dejarlo reposar 24 horas y, después, volverlo a releer. Es el texto el que te va indicando lo que le falta y sobra. ¡Y no hace falta más! Tener una edad avanzada dota de una gran su experienci­a vital que sirve de sobra para empezar a escribir sin complejos», concluyó.

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