Marcelo resta más que suma
El brasileño fue la gran novedad, pero se le vio superado y se jugó la tarjeta roja
A diferencia de la eliminatoria contra el Liverpool, Zidane enfocó el emparejamiento contra el Chelsea con una defensa de tres y dos carrileros largos, fotocopiando el sistema de los de Tuchel, pero las fichas no tenían la misma puntuación. Había kilómetros de diferencia entre las piernas del Madrid y las del Chelsea. Carvajal acaba de salir de una baja de dos meses en una temporada en la que se ha pasado más del 60% de la misma en la enfermería, y Marcelo ya no tiene nivel para una semifinal de Champions. Este planteamiento le ha funcionado a Zidane con Lucas y Mendy en los flancos, ambos sobrados para subir y bajar la banda de manera incansable, haciendo daño a la espalda de sus oponentes y ayudando en las coberturas a sus compañeros. Con Carvajal y Marcelo eso era encontrar agua en mitad del desierto, y el Chelsea lo caló desde el que el balón echó a rodar.
Los ingleses olían sangre por fuera, pero también por zonas interiores. Casemiro, Modric y Kroos eran tres coyotes intentando pillar al correcaminos. Kanté, Pulisic y Mount rompían la débil presión del Madrid con una rápida circulación de balón y combinaciones a uno y dos toques. El centro del campo, la piedra filosofal del Madrid, era una ruina ante la juventud, la frescura y la energía de un Chelsea superlativo. Lo mejor de la primera mitad, la inocencia de los londinenses en los últimos metros y una parada milagrosa de Courtois tras disparo a bocajarro de Werner. Por ahí sigue vivo el Real Madrid en la eliminatoria, con Benzema igualando a Raúl con su gol número 71 en Champions, el vigésimo octavo del francés en el global de la temporada.
El aliento de Ramos
Las dudas y los reproches entre los jugadores del Madrid, desubicados y superados por el vigor del rival, las intentaba calmar Sergio Ramos desde la grada. Comenzó con una chaqueta de entretiempo de color marrón, pero a los veinte minutos ya estaba en manga corta alentando a los suyos▶ «Queda mucho. Vamos, tranquilidad»; «Venga, un poquito más arriba y presionamos»; «Encara, Vini, encara»; «A Thibaut,
Mili. A Thibaut, Mili. No insistas», gritaba el camero a los suyos, a la vez que no dejaba de aplaudir el esfuerzo del equipo. Si no hay contratiempo alguno en su recuperación, estará sobre el verde de Stamford Bridge dentro de siete días.
Las instrucciones del capitán se intensificaban según pasaban los minutos, pero no eran suficientes para encontrar una versión óptima del equipo, ni mucho menos de Marcelo. Ni siquiera la presencia de tres centrales taparon las carencias del brasileño. Lento a la hora de correr hacia campo propio y despistado a la hora de no verse sorprendido por la espalda. Tampoco aportó en terreno rival, y se jugó la tarjeta roja por una innecesaria entrada por detrás a Pulisic. Desafortunadamente para el Madrid, poco queda de este inmenso futbolista lleno de magia y verticalidad, que fue un continuo dolor de cabeza para las defensa contrarias. Fue, sí.
Lo intentó Zidane en los últimos quince minutos, abandonando el 3-5-2 y volviendo al 4-3-3 habitual, mandando al banquillo al brasileño en lugar de Asensio, pero no había fuerza en las piernas, ni tampoco claridad en la mente. Dijo Zidane hace un par de semanas, cuando el equipo estaba encima de la ola tras eliminar al Liverpool y ganar el clásico, que estaban al límite. No mentía. Desde entonces, no tiene el Madrid gasolina. Veremos si queda alguna gota en el depósito para Londres.
Benzema iguala a Raúl Karim suma ya 71 goles en la Champions, y un global de 28 entre todos los torneos de este curso