Decenas de muertos en una peregrinación judía en Israel
La peregrinación judía de Lab Baomer ha terminado en tragedia. Al menos 45 personas murieron, por aplastamiento y asfixia, y más de cien han resultado heridas tras una avalancha humana en el Monte Meron, en Galilea, que se ha convertido en una de las mayores tragedias que ha visto el Estado judío. Mientras el país despedía a los muertos, crecían las críticas sobre la pobre organización de la fiesta y las posibles negligencias.
Decenas de miles de ultraortodoxos acudieron puntuales a su cita con la tumba del rabino Shimon Bar Yojai, talmudista del siglo II al que se atribuye la redacción del Zohar, una obra central de la mística judía. La Policía elevó a 100.000 el número de asistentes a un acto que no se pudo celebrar el año pasado debido a las restricciones impuestas por la pandemia y para el que, según los medios locales, estaba autorizado un número máximo de 10.000 asistentes. Una información que negaron posteriormente las autoridades que afirmaron que en esta edición no había un límite de aforo.
El Monte Merón está dividido por sectas, cada una de ellas tiene su espacio al aire libre para hacer conciertos y hogueras y la avalancha se produjo en uno de los pasillos que conecta estos espacios abiertos. La desgracia sucedió en la sección de hombres –las fiestas de los ultraortodoxos son segregadas– cuando un grupo de fieles resbaló en unas escaleras. La masa humana que en esos momentos descendía por un pasillo de apenas tres metros de ancho no tardó en convertirse en una montonera mortal, un tapón en el que las víctimas, entre ellas varios niños, fallecieron por falta de aire y aplastadas. Los servicios de rescate del Magen David Adom, equivalente israelí a la Cruz Roja, reaccionaron de manera rápida, pero el trabajo resultó muy complicado debido a la aglomeración de gente.
«La escena era surrealista, con veinte personas recibiendo masaje cardiaco por nuestros voluntarios, pero sin posibilidad de evacuarles porque era imposible hacerlo entre tanta gente», relató a la cadena BBC Doy Maisel, director del equipo de rescate de la organización United Hatzalah.
Críticas internas
Sectas Voces de la comunidad ultraortodoxa piden al Estado que controle la peregrinacion
El primer ministro, Benjamín Netanyahu, se desplazó hasta el lugar de la tragedia, donde fue recibido entre abucheos por parte de algunos de los presentes. Tras decretar que el domingo será «día de luto nacional», aplaudió el «rápido trabajo» de los equipos de rescate y aseguró que se llevará a cabo una investigación «exhaustiva, seria y detallada para garantizar que no vuelve a ocurrir». En el seno de la comunidad ultraortodoxa algunas voces críticas como la del periodista Yossi Elituv, director del semanal Mishpacha, pidieron al Estado que pasara a controlar esta peregrinación y quitase el poder a las distintas sectas que gestionan el lugar santo.
Esta semana el Parlamento Europeo ha ratificado el acuerdo de cooperación y comercio con el Reino Unido. Podía pensarse que se cierra así cuatro años de negociaciones. La venerable democracia es ya un antiguo Estado miembro, una categoría nueva, sin significado hasta ahora. El Gobierno de Boris Johnson ha logrado salir del laberinto y firmar un tratado de retirada y un pacto para regular las relaciones económicas con la Unión. Pero la ilusión de haber izado el puente no es más que eso, una metáfora sin mucho contenido real ante las exigencias de seguir gestionando una interdependencia muy profunda. Londres ha elegido un modelo de ruptura y de conexión minimalista con Bruselas que lleva a una inestabilidad crónica. Se podría resumir diciendo que «en un Brexit semi-duro, todo son flecos».
De este modo, las normas aplicables a Irlanda del Norte, garantes de la libertad de mercancías en toda la isla, son rechazadas por los propios conservadores que las impulsaron, en claro desafío al derecho internacional. Los ‘tories’, convertidos en nacionalistas ingleses, también denuncian las nuevas barreras al comercio con la Unión, sin admitir que es la consecuencia lógica de haber elegido estar fuera del mercado interior. El 80% de la economía británica son servicios, pero no se han incluido con la UE en el acuerdo recién ratificado. En 2021 Bruselas y Londres buscarán un pacto sobre la protección de datos y tratarán caso por caso la equivalencia de servicios financieros. En este último capítulo, los representantes comunitarios tienen pocos incentivos para facilitar las cosas y favorecer a una devaluada City de Londres sobre plazas europeas como Amsterdam o Frankfurt. El acuerdo sobre Gibraltar entre la UE y el Reino Unido está pendiente, así como la cooperación en seguridad y defensa o en ciencia y universidades. El Brexit debilita la unión de los viejos reinos y el futuro de Escocia se ve con preocupación en las capitales europeas contrarias a los experimentos independentistas. En Bruselas hay un cierto alivio tras la salida del Reino Unido. El reto sigue siendo establecer una relación constructiva y no solo gestionar los innumerables flecos.