ABC (Andalucía)

«Rosado hizo un juego de rol en el que salía a matarnos»

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Comisario Rapino▶ «En unas conversaci­ones que tuvimos con él (Javier Rosado, asesino del rol) antes de entrar en el juzgado nos dijo que nos iba a hacer a nosotros un juego de rol. Lo cumplió, y nos lo mandó en un sobre a la brigada con las directrice­s del juego. Los policías éramos

Pocas cosas puede haber más difíciles para un periodista que entrevista­r a alguien de su familia. Cruz Morcillo lo es, desde que hace 24 años puso por primera vez el pie en la Redacción de ABC de la calle Juan Ignacio Luca de Tena. Como becaria del máster, su destino iba a ser la sección de Cultura pero una feliz carambola la llevó a la de Sucesos. Es posible que el periódico perdiera una buena redactora del mundo de la creación; lo que es seguro es que ganó una periodista magnífica en un ámbito, el de la crónica negra, donde es muy difícil alcanzar la excelencia.

Cruz, mi hermana (permítasem­e la licencia de llamarla así), publica un libro, «Nuestro trabajo ha modelado nuestra forma de ser. Es ‘Departamen­to de Homicidios’, de inevitable que nos identifiqu­emos con las víctimas, que

la editorial Libros del K.O., que formalment­e relata la evolución de la investigac­ión de los asesinatos en España,√

nos conmovamos, hasta que a veces lloremos con ellas»

a través de cuatro de sus protagonis­tas más destacados –dos policías, la inspectora jefe Carmen Pastor y el comisario Esmeraldo Rapino, y dos guardias civiles, el capitán Jesús Rubio y el guardia Joaquín Palacios, historia viva en esta especialid­ad–, que cuentan, como nunca hasta ahora, sus principale­s casos. Pero la obra también es la historia personal de Cruz; de sus emociones y reflexione­s después de tantos años de estar en primera línea ante el sufrimient­o humano, la crueldad extrema, la angustia y a veces, por qué no, también la felicidad... Los sucesos, al fin y al cabo son eso; la crónica de la vida por cuyas páginas, como decía quien fuese nuestro jefe Ricardo Domínguez –uno de los periodista­s más generosos y brillantes que hemos conocido– pasamos todos alguna vez.

Dos comidas, una idea

La primera pregunta es por qué este libro, y para encontrar la respuesta hay que remontarse «a una comida de despedida de un guardia civil en la Comandanci­a de Madrid. A los postres, el capitán Rubio me dijo una frase que se me quedó grabada▶ «Cuando nosotros desaparezc­amos lo hará la vieja investigac­ión de homicidios... Ahora parece que si no hay ADN, no hay nada». Pero poco después, en otro almuerzo, esta vez con la inspectora jefa Carmen Pastor, insistió en la misma idea. A eso se le unía una deuda pendiente, la de rendir homenaje a tantos y tantos policías y guardias civiles que nos han echado una mano en momentos muy delicados». Sin esperar nada a cambio, solo por confianza. Muchas veces para evitar que incurriéra­mos en errores, lo que ya es mucho; otras, para aportar ese dato que es lo que diferencia una buena crónica de Sucesos. Pero siempre sin ganar nada por esa ayuda. «He saldado la deuda».

«Las dos parejas protagonis­tas no mantenían una relación estrecha, pero tanto los policías, por su parte, como los guardias civiles, por la suya, habían trabajado juntos y eran muy amigos. Eso sí, los cuatro coincidier­on en una época, y siempre se respetaron. Lo primero fue presentarl­es un guión de diez puntos; es de ahí de donde tiro. Luego, les pedí que me hablaran de sus dos casos preferidos, aunque también de los fracasos y errores, que por supuesto los hubo. Eso sí, había una línea roja, impuesta por ellos, y que me pareció correcta▶ ninguno de sus compañeros podía quedar en evidencia».

Hablar con cuatro investigad­ores de este nivel es siempre una delicia; hacerlo, como lo ha hecho Cruz, largo y tendido, sin la presión del reloj o del cierre y con todos los casos ya prescritos, un privilegio. Porque es entonces cuando se ve, y así se trasluce en el libro, su categoría humana. Para ser policía de Homicidios –también periodista de Sucesos– lo primero que hay que ser es buena gente. «Lo más bonito era juntarlos y dejar que hablaran entre ellos... Entonces es cuando surgían las anécdotas, esos detalles en apariencia nimios pero que son los que tú y yo siempre buscamos porque dan otra visión de la investigac­ión».

Las víctimas

«Nuestro trabajo ha modelado nuestra forma de ser, y a quien no le ocurra eso no puede hacerlo bien. Sin empatía no seríamos capaces de comprender qué sucede a nuestro alrededor. Es inevitable que nos identifiqu­emos con las víctimas, que nos conmovamos, hasta que a veces lloremos con ellas... Recuerda cuando me llamó el marido de una mujer asesinada en Santander, Natividad Garayo. Era agosto, estaba de vacaciones y habíamos publicado un reportaje sobre ese crimen, cometido hacía años y aún no resuelto. Nuestra idea era ayudar a reimpulsar la investigac­ión, y ese hombre, en cambio, me dijo una frase que jamás olvidaré▶ «Gracias por haber enseñado a mis hijos cómo murió su madre».

El episodio, claro, se relata en el libro, porque con cada nueva historia se reproduce el temor a añadir más

madillas, con los otros compañeros que recogían los restos de la hoguera y habían visto la mesa metálica también. Me llamó y me dijo▶ ‘Carmen, yo aquí veo dientes como los que ponen mis hijos al Ratoncito Pérez’. ‘No me jodas, Sergio’, fue mi respuesta (...) De lo que más me arrepiento y lo que me ha machacado es por qué no pediríamos una segunda opinión (...) en lugar de tomar a pies juntillas a Lamas» (la perito que firmó que eran restos de animales).

Capitán Rubio▶ «’Teniente, con esto escribirás un libro’, me dijo con cierto cachondeo. Creo que finalmente lo ha escrito él» (...) El órdago del libro se lo lanzó Alfredo Galán Sotillo, exmilitar y asesino en serie, al entonces teniente Jesús Rubio en la comisaría de Puertollan­o (Ciudad Real) una madrugada abrasadora de comienzos de julio de 2003 (...). Un veterano jefe tuvo una ocurrencia▶ ‘Salid a contar a la prensa que el asesino es impotente, a ver si reacciona’, nos propuso (...) llegó un momento en que estábamos desesperad­os».

Guardia Joaquín Palacios▶ «En un caso muy importante para mí y para el grupo, al cabo de los años me reencontré con un juez y me confesó que la condena que creíamos segura estuvo a punto de producirse, pero que cada uno de los tres que integraban la sala era de una asociación profesiona­l de jueces y en ese momento estaban enfrentado­s. Se tradujo en una absolución. Casi me caigo cuando me lo reconoció».

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Javier Rosado, a la derecha, en el juicio
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GUILLERMO NAVARRO Cruz Morcillo, autora de ‘Departamen­to de Homicidios’

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