Diez horas con dos riñones en su taxi▶ «Era más rápido que el avión»
Antonio viajó de Málaga a Barcelona para salvar una vida; al volver llevó dos órganos más a Sevilla
Antonio de los Ríos (Málaga, 1958) es taxista desde hace 38 años. Durante gran parte de su jornada transporta viajeros por la capital de la Costa del Sol, pero alguna vez suena el teléfono con un encargo muy especial. La llamada es de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), institución sanitaria con la que colabora en Málaga desde hace tres décadas. Su cometido es llevar órganos donde se le requiera con la finalidad de hacer posibles los trasplantes. «Es bonito, porque en ese momento siento que reparto vida a personas que lo necesitan», explica el taxista, que el pasado martes se marchó con dos riñones en una nevera hasta Barcelona para salvar la vida de un paciente del Hospital del Mar. «Lo peor fue el atasco en la Barceloneta. Esa zona es terrible», recuerda.
La ONT le pidió que a las 21.00 horas del pasado 27 de abril estuviera en la puerta del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Victoria de Málaga. Allí, un equipo médico había extraído a un donante dos riñones que debían llegar a Barcelona lo antes posible. «Normalmente, los hubiera llevado al aeropuerto, pero con el coronavirus no había vuelos a esa hora para transportar los órganos», afirma el taxista, que agarró la nevera y se marchó a Barcelona, donde un paciente esperaba para que le fueran implantados.
Es un taxi-bólido
Así, Antonio cogió aquel recipiente de seguridad de las manos de un sanitario, lo acomodó en el taxi y pisó el acelerador. «Tengo un coche adaptado para minusválidos. Los órganos suelo llevarlos a mi lado, bien colocados y asegurados, para que no se mueva nada dentro de la nevera», detalla a ABC el taxista, quien explica que hay que hacer el trayecto rápido, pero respetando los límites de velocidad. «Hay que llegar con los órganos», apunta. Sobre las 7.00 horas del pasado miércoles estaba en la puerta del hospital catalán. Allí recogieron los dos riñones para efectuar la operación, mientras Antonio de los Ríos, con el deber cumplido, regresaba a Málaga.
Volvió a casa a las 19.00 horas del miércoles. «Para atrás vine más tranquilo. Me paré a descansar», señala el conductor, que no tuvo mucho tiempo de descanso, porque volvió a sonar el teléfono esa misma noche y era otra vez la Organización de Trasplantes. En esta ocasión tenía que estar en el Hospital Regional Carlos Haya de Málaga a las 21.00 horas. Le esperaban otros dos riñones, destino a Sevilla. «Por el cansancio le dije a mi esposa que me acompañara, por si tenía
Trasplantes La Organización de Trasplantes le
pidió ir al aeropuerto el martes pero no había conexiones
que conducir ella», reconoce De los Ríos a ABC. Explica que los órganos llegaron unas dos horas después al Hospital Virgen del Rocío de Sevilla para otro paciente.
Antonio acumula kilómetros porteando órganos. «Me conozco casi todos los hospitales de España», añade. En la memoria quedan mil anécdotas, como las veces que tiene que ir escoltado por Policía o Guardia Civil para llegar a tiempo al aeropuerto para entregar un órgano. Así fue cuando llevó los riñones para el trasplante cruzado entre hospitales de Málaga y Roma, que permitió sanar a dos personas.
Transporta a cirujanos
No sólo órganos, a veces, hay que llevar a cirujanos para efectuar la extracción del cuerpo y llevarlo hasta otro hospital. En un viaje de este tipo a Cádiz, antes de estar construida la carretera de Los Barrios, se encontró en Jerez de la Frontera con el gran premio de motociclismo. «Aquello era un caos. El helicóptero pedía que me abrieran paso con la megafonía», rememora el taxista, que en su haber tiene algunos pesares, como cuando, camino de Sevilla, se tuvo que volver con un corazón porque el paciente había muerto.
No desfallece. Cuando suena el teléfono, Antonio siempre acude presto a ayudar. «Lo importante es la donación. Si no hay un donante no se puede salvar ninguna vida», afirma el taxista.