ABC (Andalucía)

Alonso y el Alpine se impulsan

Progresos del coche y remontada del español. Triunfo de Hamilton. Sainz, undécimo

- JOSÉ CARLOS CARABIAS F1 GRAN PREMIO DE PORTUGAL

Cualquier mínimo gesto de Fernando Alonso adquiere notoriedad mundial. Y en su retorno a la Fórmula 1, Portugal marca un punto de impulso porque el asturiano muestra un ritmo muy interesant­e con el Alpine y el coche francés ofrece solvencia con los dos pilotos en la zona de puntos. Esteban Ocon, séptimo, y Fernando Alonso, octavo, casi adheridos en el tramo final después de 66 vueltas al circuito de Portimao. Venció Lewis Hamilton, su segunda captura del curso, y Carlos Sainz, al que le traicionar­on los neumáticos en un estrategia confundida, descendió hasta un incómodo undécimo puesto.

Es una potente noticia que el Alpine azul con sus destellos rojos muestre un ritmo consistent­e y rápido. La cadencia de velocidad es una de las claves en cualquier modo de vida en la F1. Una sucesión de buenas vueltas sin menoscabo de los neumáticos es un salvocondu­cto de seguridad en este deporte.

Alonso tuvo ritmo, sobre todo con las ruedas plateadas con las que acabó la carrera. Las gomas duras le procuraron al asturiano una elocuencia en la pista, con las que pudo expresarse a gusto. Salió el decimoterc­ero con las amarillas (las de resistenci­a media) y con ellas sufrió al principio a rebufo del italiano Giovinazzi durante muchos giros, siempre decimoterc­ero.

Cuando cambió al compuesto más resistente, el Alpine se comportó a buen nivel. Alonso pasó en ocho vueltas a Gasly, Ricciardo y finalmente a Carlos Sainz en un bonito y fugaz duelo de españoles. Y siempre, con el mismo procedimie­nto▶ DRS en la recta de meta, el Alpine pegado al enemigo y adelantami­ento en el asfalto antes de la frenada de la primera curva. Magnífico Alonso, quien no se encontraba satisfecho con su rendimient­o en las dos primeras carreras y ya advirtió de que se amoldaría al monoplaza francés cada fin de semana. En Portugal, el mensaje fue prometedor para el español y su bólido, aunque sin tirar cohetes.

«Hemos tenido buenas sensacione­s este fin de semana –contó Alonso después de la carrera–. En ritmo, en competitiv­idad respecto a los rivales. Teníamos mejor coche que para hacer octavos. Hubiese podido hacer quinto o sexto». En Portimao el Alpine dio un paso adelante, fue superior al sorprenden­te AlphaTauri de principio de curso y no dio muchas opciones a los Alfa Romeo. El monoplaza francés empieza a calibrarse y sería una inyección de estímulo para Alonso que en Barcelona pudiera refrendar los progresos el próximo fin de semana.

Todo lo contrario le sucedió a Carlos Sainz, pasajero de la quinta plaza en la parrilla y undécimo al final de 66 vueltas en Portimao. Al madrileño le arruinaron la vida las ruedas amarillas en la parte decisiva, al final del GP. Se murieron sus neumáticos y el español fue cayendo por la cuesta▶ octavo, noveno, décimo y undécimo.

Por lo que concierne a la pelea por la victoria, la Fórmula 1 regresó a la antigua normalidad. Eso quiere decir que la emoción se desvanece. El curso había empezado con múltiples incertidum­bres, que le otorgan gracia a este deporte o a cualquier otro. Esa posibilida­d de que gane cualquiera, de que el pequeño se pueda comer al grande, es la vitalidad que engancha a los aficionado­s de cualquier disciplina. En Bahréin e Ímola se anunciaba un curso excitante, pero en el Algarve portugués, la F1 regresó a la atmósfera conocida. Victoria de Mercedes, incontesta­ble Hamilton, sin oposición posible.

Fue el guión digerido de tantas tardes. Bottas, propietari­o de la pole, se desinfló ante la acometida de sus adversario­s, gente que tiene más carácter al volante y menos miedo a perder. Hamilton y Verstappen se lo merendaron con la ambición que suelen mostrar en cada envite.

Verstappen desafió a los Mercedes durante el primer tramo de la tarde, pero muy pronto se apreció que el Red Bull con el motor Honda no tenía el mismo ritmo. Y, sin otra opción de lucha, Hamilton se adentró en el asfalto para sumar su segundo triunfo del curso, el 97 de su vida.

Muy potentes las prestacion­es de Lando Norris con el McLaren, el primer coche detrás de los inaccesibl­es de momento Mercedes y red Bull. Ferrari en Portugal ha estado donde se le supone, cuarto mejor coche con Leclerc sexto. Y a continuaci­ón, el Alpine, un motivo de esperanza para los aficionado­s españoles.

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EP Fernando Alonso, con el Alpine azul en el circuito de Portimao

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