ABC (Andalucía)

Córdoba estalla en sus patios

La ciudad vive desde hoy la única fiesta de su mes de mayo que se mantiene, marcada por la celebració­n de su centenario y las medidas antiCovid

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celebre». Esa condición de esta manifestac­ión popular reconocida por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad ha sido la gran aliada de una edición que estará marcada, además de por el temor al coronaviru­s, por su centenario. Porque en 1921 empezó esta historia, que no es otra que la de la conversión de la sencilla, humilde y hasta pobre belleza de las estancias descubiert­as y comunes de las entonces más que menesteros­as casas de vecinos de San Lorenzo, de la Judería o de San Basilio en una pieza viviente de museo.

Quien venga a Córdoba estos días podrá ser testigo de un fenómeno estético y de otro antropológ­ico, además de gratuito. El primero tiene que ver con el esplendor vegetal y el gusto por el exorno coqueto y doméstico del tiesto, del arriate o de la regadera. El segundo, con la pervivenci­a (porque pervive si uno sabe dónde parar) de un modo de vida en común▶ ya no hay cocinas ni baños para todos en el patio al que daban los cuartos de cada familia, pero sí vecinos que emulan esa convivenci­a con las comodidade­s del siglo XXI.

¿Dónde hay que ir para comprender de qué va esto? A dos sitios, entre otros. Primero, a la calle Marroquíes, en el barrio de Santa Marina y muy cerca del centro comercial de Córdoba▶ en el número 6 hay una puerta que no se abre hacia una casa sino ante un pueblito de muros de cal, jaulas de jilgueros y máquinas de coser Singer al que le ponen nombre y apellidos vecinas que frisan la centuria y personajes inclasific­ables como un sastre y bohemio que un día vino de Cuenca y se quedó para siempre; allí suele estar el hombre, dispuesto

¿Dónde ir?

A la calle Marroquíes 6, en el barrio de Santa Marina, y a San Basilio 40, el ‘Patio de la Costurera’

La Reina Letizia salió prendada el pasado junio de la casa del número 40 de la calle San Basilio▶ en su fachada de remates de verde agua hay un letrero que pone ‘Patio de la Costurera’. No hay que dejar de entrar en él, ni en los de las calles de Enmedio, Martín de Roa o Postrera, donde lucen también las rejas y los balcones que se disputan por todo el casco los premios de una modalidad paralela del festival.

Si el Covid va a obligar al dueños de las cincuenta casas en concurso —a las que la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía les ha hecho pruebas PCR y todas han salido negativas— a limitar los aforos y a tomar la temperatur­a de cada visitante, también da una oportunida­d a los andaluces para deleitarse con ellos en un año sin turismo nacional ni exterior y en el que, por primera vez, el compás de un convento de monjas de clausura, el de Santa Marta, se ha apuntado al certamen. Al del centenario.

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