ABC (Andalucía)

«La disciplina positiva no es malcriar, es sustituir órdenes por preguntas»

Entrevista con la psicóloga Diana Jiménez, autora de «Infancia en positivo»

- C. FOMINAYA

comprar a tu propio hijo▶ un helado en el paseo marítimo, una camiseta en un puesto de la calle… Pero no una tablet, ni un móvil. Los niños de las residencia­s tienen todo lo material que necesitan, lo que buscamos es una experienci­a familiar. ¿Que hoy teníamos programado comer paella en la terraza de casa, pero nos invita un amigo a hacer una excursión? Pues improvisam­os».

Oportunida­d de oro

Esa naturalida­d o esa espontanei­dad, aclara la coordinado­ra de la unidad de Acogimient­o Familiar, «en la residencia no ocurre porque está todo muy medido y calibrado, que es lo que, por otra parte, tiene que ser para que los menores adquieran seguridad. Por eso lo que buscamos con este programa es que vivan esa fluidez de las cosas, tanto en las relaciones humanas como en lo que hacemos o dejamos de hacer. Es una oportunida­d de oro para que aprendan que a veces no pasa nada porque no se cumplan a rajatabla los calendario­s establecid­os y que en las familias hay otro tipo de contención▶ hay cariño, respeto, atención y límites, pero donde lo cotidiano es libre. Y esa experienci­a es fundamenta­l para ellos».

La edad de los participan­tes va desde los 6 a los 18 años, y la media está comprendid­a entre los 10 y los 12. «Muchas personas piensan –reflexiona Yeves– que todos los menores de residencia­s tienen que salir. No, es solo si quieren o pueden, que es una cosa muy distinta. Hay niños que no están en disposició­n o disponibil­idad de salir con otras familias porque no se lo permiten a ellos mismos y esto no es un programa que se imponga. Todo el mundo tiene que participar de una forma consentida», aclara.

Si hay hijos biológicos

También los hijos propios de la familia que acoge en verano tienen que querer participar. «Que le hagan un hueco a ese niño que invitamos es la única forma de que esta experienci­a de verano sea un éxito. Hay que tener en cuenta que las familias son libres de presentar la solicitud, de acudir a las charlas informativ­as que realizamos y de decir si siguen adelante o no, pero a los hijos les viene dado. Es importantí­simo contar con ellos porque es el periodo estival de toda la familia, y somos muy consciente­s de que solo se tienen vacaciones una vez al año. Aunque también es verdad que la mayor parte de las familias lo hablan previament­e entre ellos y todos están muy contentos», concluye. «Yo era muy buena madre, hasta que tuve hijos». Este dicho popular aparece recogido en el libro ‘Infancia en Positivo’, recién publicado por la psicóloga Diana Jiménez, y nos da una pista sobre el objetivo de esta obra▶ convertirs­e en una sencilla guía para padres en una época donde todo lo referente a la educación ha cambiado muchísimo «y a nosotros no nos ha dado tiempo a adaptarnos porque seguimos contando con las mismas herramient­as de crianza de antes», apunta esta experta.

—Hay un lamento común entre los progenitor­es que acuden a sus talleres: «Mi hijo no me obedece».

—En efecto, muy a menudo me encuentro con esta frase▶ «¿qué hago con mi hijo para que acabe esto?», «¿cómo puedo hacer para que termine lo otro?». Lo que más les cuesta a los padres es darse cuenta de que el problema no está tanto en el niño, sino en el adulto.

—Usted promulga la disciplina positiva como fórmula para educar. ¿En qué consiste y por qué se confunde con malcriar a un niño?

—Porque se piensa que tener en cuenta al niño significa que hay que darle todo lo que pide y no ponerle límites... Es normal que surja la confusión y el miedo a malcriar. Y, sin embargo, lo que nos dice en este caso la disciplina positiva es que hay que seguir una educación respetuosa desde la amabilidad y la firmeza▶

Hay que poner límites, normas, ser claros, concisos, adaptados a la edad del niño… Aunque el papel del padre sigue siendo el del protagonis­ta, pero sin dejar de mirar al menor.

—¿Puede que la clave esté en cambiar la forma en la que nos comunicamo­s con los más pequeños?

—Sí. De hecho, lo que hacemos en la disciplina positiva es sustituir órdenes por preguntas. Eso genera en los niños esa curiosidad de querer saber o hacer algo. No es lo mismo decir▶ «lávate los dientes» a que yo diga▶ «¿qué hay que hacer después de cenar?» Quizá el niño no se quiera lavar los dientes tampoco, pero ahí ya es consciente de que tiene una oportunida­d de poder decidir. Y los menores suelen querer colaborar y contribuir. Cuando ese deseo está anulado, hay que revisar por qué.

—Cita usted el humor como herramient­a para educar, pero parece difícil emplearlo hoy en día.

—Vivimos en un momento en el que tenemos muchas cargas y exigencias como padres y a eso se une que queremos aprender a educar de una manera diferente a nuestros hijos. Pero esto, como todo, requiere práctica y sobre todo decir▶ «Esto también pasará, es una época, son pequeños, voy a relajarme e intentar tomármelo de otra manera». Cuando empiezas a ver las cosas desde otra perspectiv­a, el niño comienza colaborar y a contribuir.

√ «Hay que seguir un modelo de educación respetuosa, pero con límites»

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Diana Jiménez
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