Ola de solidaridad para salvar la librería calcinada en Málaga
Dispara sus ventas y la ayuda llega hasta de Madrid▶ «Sólo podemos dar las gracias»
Es una debacle. Las pérdidas de la librería Proteo pueden ser millonarias. Los peritos del seguro llevan días tratando de cuantificar los daños, pero es una misión prolija, llena de tristeza por ver tanta cultura y pensamiento libre calcinado. Medio siglo de fondos bibliográficos destrozados. Parte del alma de Málaga se calcinó el pasado jueves, cuando una sobrecarga en un cuadro de luz hizo emerger las llamas. Llenó de cenizas parte del local y dejó inservible el resto. No hay daños en la estructura, pero todo debe ser repuesto, hasta los servidores con el sistema de catalogación. «Nuestro trabajo es resistir para recomendar sueños y dar felicidad a los lectores», asegura Jesús Otaola, director de Proteo, quien dice sentirse abrumado por la ola de solidaridad despertada para recuperar esta librería histórica.
Proteo no es un comercio al uso. La librería siempre ha sido un espacio en el que compartir, desde su fundación en 1969. Francisco Puche la levantó bajo la apariencia de un lugar para vender libros infantiles, pero en su seno albergaba un espacio de libertad. Desafiando a la censura franquista, de forma clandestina, sus fieles obtenían aquellas obras que eran prohibidas. Era un lugar de debate, desde donde se abrían las mentes. Eso forjó su alma, que la convierte en un punto de encuentro para aquellos que la visitan. Su escalinata no es ahora un haz de luz sobre las estanterías y no queda nada de aquella premiada reforma de 2005 por ser referente en cuidar el medio ambiente. Sus paredes deber ser picadas para poder sacar el olor a calcinado.
Expertos en crisis
Pero como un fénix volverá a resurgir, como lo hizo cuando un cliente entró con una botella oculta, se fue a una esquina con un sofá, arrojó un líquido inflamable y luego tiró una cerilla. Aquello no tumbó a la librería, que acusó después dos crisis. «La de 2008 nos dejó temblando», recuerda Otaola, quien dice que cuando estaban saliendo del hoyo llegó la pandemia y, dos días antes de acabar el estado de alarma, este nuevo incendio. Otro avatar de la historia que hay que superar en un camino que no recorren solos.
Miles de personas anónimas se han lanzado a ayudar a Proteo en una corriente comandadas por caras conocidas como Ana Milán o Rosa Montero. Sus vecinos fueron los primeros, cuando prestaron una mesa y unas sillas para poner en la misma puerta los separadores en los que se explica cómo colaborar para volver a la levantar la librería. «Es un hervidero de gente», señala Otaola.
Hasta el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, ha dicho que no iban a «dejar caer Proteo». Una declaración de intenciones sobre un símbolo cultural de Málaga, al que la escritora María Dueñas llamó para ofrecerse a firmar libros en en la puerta del comercio calcinado para vender ejemplares que les hagan recaudar fondos.
No es el único ejemplo, porque todos los autores de la editorial Genal, ligada a Proteo, han cedido todos los derechos de autor de este año para salvar la librería. Toda ayuda es poca. «Es imposible recuperar todo por muy buena póliza que tengamos», afirma Otaola. El Colectivo Cultural Maynake tiene convocada una gala solidaria con lecturas dramatizadas de teatro y poesía con los actores malagueños Adelfa Calvo, Juanma Lara, Mercedes León, Joaquín Núñez y Laura Baena.
Una distribuidora les ha cedido un lugar para trabajar mientras recuperan la tienda. Tres empresas cooperaron para recuperar el dominio para vender por internet los libros y poder remontar. Los libreros de Madrid harán los inventarios, montarán la librería y catalogarán las obras cuando puedan abrir. «Es abrumador el apoyo. Solo podemos dar las gracias», señala el director de Proteo, quien afirma que los dos primeros días se dispararon las ventas en la web de la librería y desea no caer en el olvido. «Ayudadnos. No nos olvidéis pasado un tiempo. Seguid con nosotros para que podamos abrir», pide Jesús Otaola, cuando regresa a casa con el olor a quemado aún metido en el olfato.
Casi reducida a cenizas
La señera librería se quemó el pasado jueves por culpa de una sobrecarga en un cuadro de luz