Carlos Villar Bada Director general de Bodegas Protos
El responsable de Protos apoya la política de Ayuso de mantener abiertos los bares
El director general de Protos, Carlos Villar, se muestra optimista respecto a los meses venideros, pero no olvida que la recuperación pende de un hilo ni tampoco la situación que arrastra el sector vitivinícola por el cierre de la hostelería durante meses. En una entrevista con ABC, Villar se muestra preocupado por el efecto a medio y largo plazo de la pandemia en la economía y en el bolsillo de los ciudadanos. No obstante, el responsable de Protos asegura que percibe «ganas de consumir» y constata que las ventas se dispararon en marzo y abril. Para Villar, la clave reside en que el Gobierno les deje trabajar e introduzca menos restricciones, pero al mismo tiempo critica por insuficiente y de baja cuantía el paquete de ayudas directas aprobado para las empresas con pérdidas.
—¿Qué balance hace del año 2020 y de cómo afectó al sector del vino?
—El año 2020 ha sido muy malo en España por las restricciones a la hostelería y al etnoturismo con una bajada de las ventas de 300 millones de litros. Esto se ha compensado en parte con el incremento de la facturación en alimentación, que ha subido en 100 millones de litros. A esto hay que sumarle la buena cosecha del año 2020, que cerró en un 24% por encima de la del año 2019 y que supone más presión sobre el sector porque afecta a la fecha de caducidad desde el punto de vista cualitativo y este año se espera también una buena cosecha.
—¿Cómo fue el cierre del año pasado para Bodegas Protos?
—Protos pertenece a una bodega marquista, centenaria y con muchos canales abiertos y esto nos hace diversificar mucho los riesgos. Hemos caído en ventas en la hostelería, que significan para Protos un porcentaje del 65%-70% a nivel mundial. Pero, si el sector del vino ha caído en facturación un 30% en hostelería, nosotros hemos caído menos▶ un 19%. Esto nos suele pasar en casi todas las crisis ya que las marcas conocidas actúan como refugio. La gente no se aventura a pedir productos desconocidos para probar, sino que va a lo que ya sabe que le gusta. Además, hemos compensado bien con el canal de alimentación, donde hemos crecido un 26%.
—¿Cómo ha arrancado el año 2021? ¿Notan mejoría?
—Los meses de enero y febrero fueron muy malos para nuestro sector y para nuestra bodega también. La tercera ola de la pandemia golpeó fuerte y las restricciones fueron duras. El clima tampoco acompañó con muchos días de lluvia y frío y no apetecía salir a las terrazas. Por contra, marzo y abril fueron bastante buenos. En enero y febrero se registraron caídas de dos dígitos –del 15% al 20%–, pero a finales de abril ya tuvimos un crecimiento del 16%. Es decir, marzo y abril subieron tanto que se compensó la bajada de los dos meses anteriores, pero también estamos creciendo más en comparación con el año 2019. Hay ganas de consumir y de salir, menos miedo entre la población e intención de aprovechar el tiempo perdido y consumir.
—¿Echan en falta más medidas del Gobierno para reactivar el mercado y estimular el consumo?
—Lo que necesita nuestro sector es que nos dejen trabajar, no es tanto buscar subsidios –que son pan para hoy y hambre para mañana–, sino que nos dejen trabajar. El mayor problema reside en las restricciones a la hostelería ya que hay muchos establecimientos sin terraza. El cálculo para 2020 arroja el cierre de 100.000 establecimientos de hostelería, que son un tercio de los que hay en el mercado nacional. Cabe recordar que la hostelería perdió el año pasado un 50% de sus ventas y eso es una barbaridad, ya que estamos hablando de 400.000 empleos en el aire. Más allá de que otorguen ayudas directas por las pérdidas, la clave está es que nos dejen trabajar. Hay varias corrientes, como la madrileña, que no ha tenido más incidencias abriendo y otros que piensan lo contrario.
—¿Apoya entonces la corriente madrileña de dejar los bares abiertos?
—Sí, es lo que apoyamos. En principio, el Gobierno nos dejó fuera del paquete de 11.000 millones en ayudas directas prometidas y nos incluyó después en el último real decreto. De todos modos, al repartir entre tantos sectores, la ayuda se queda en nada. Además, esa ayuda va dirigida a las empresas que han tenido grandes pérdidas, las que han tenido pequeñas pérdidas lógicamente no van a recibir esa ayuda o no tienen opción a percibirlas.
—¿Cree que las ayudas directas para empresas están mal diseñadas?
—No hay importe suficiente, son muchos los damnificados, durante mucho tiempo y la cuantía del paquete es baja para resolver todo el problema que llevamos arrastrado. Deberían contar con un importe más alto. No se han tomado medidas concretas sino generales y el daño ha sido más grave.
—¿Echan de menos ayudas para el sector desde Bruselas?
—Las pedimos el año pasado y hemos vuelto a reclamarlas ahora. Francia e Italia han aprobado medidas extraordinarias aparte de las que había desde Bruselas, pero España no lo ha hecho. Lo que propone Bruselas es canalizar unas ayudas que ya teníamos para nuestro sector. No está poniendo dinero nuevo, sino que nos está preguntando si queremos quitarlo de inversiones, de reestructuración de viñedos, de planes de exportación para meterlo en paliar el efecto de la pandemia. Es una tomadura de pelo, vestimos a un santo para desvestir a otro.
√ Consumo «Marzo y abril subieron tanto que
se compensó la bajada de enero y
febrero»
Ayudas directas «No hay importe suficiente, son
muchos los damnificados y la
cuantía del paquete es baja»