ABC (Andalucía)

«Estoy soltera, una mujer con poder da mucho miedo»

EL FACTOR HUMANO DE LA POLÍTICA_ La portavoz del PP en el Congreso libera estrés corriendo maratones y cocinando patatas a la riojana con picante

- ANA MELLADO

Unas horas antes de poner rumbo a Logroño para descansar el fin de semana,

Cuca Gamarra (46 años) se presenta en la terraza de Patio de Leones, frente a la Puerta de Alcalá, para tomar el aperitivo. Como no podía ser de otra forma, pide un Rioja y una ración de croquetas. Confiesa que durante la pandemia, ella también se ajustó el delantal para perfeccion­ar su mano en los fogones. Su especialid­ad son las patatas con chorizo a la riojana, siempre con mucho picante, como las preparaba su abuela.

Hija de una auxiliar de enfermería y un gestor de empresas, se curtió en las aulas de Las Agustinas de Logroño y tiene un grupo de WhatsApp con sus amigas del colegio. Recuerda que nacer un 23 de diciembre y ser la pequeña de la clase forjó su carácter y espíritu luchador. A los 17 años hizo las maletas para instalarse en Bilbao y cursar Derecho Económico en la Universida­d de Deusto. En junio de 2011 se convertía en la primera mujer en la historia al frente de la alcaldía de Logroño. El salto a Madrid llegó en 2019 y un año más tarde conquistab­a la portavocía del PP en el Congreso con la marca de la moderación.

—De Logroño a Madrid. —Llegué al Congreso en las elecciones de abril de 2019. Me alquilé un piso en la zona de Goya. Cuando llegué a Madrid dije voy a recuperar el anonimato. El pasar desapercib­ido es una maravilla, te permite ser muy libre. Ahora ya lo he vuelto a perder, cuando me reconocen por la calle me hablan de sus problemas. La semana pasada, se me acercaron dos personas de la plataforma antiocupac­ión y me decían▶ ‘Cuca, un momento, por favor’.

—¿Con quién encajó mejor en el Congreso a nivel personal?

—No soy nada sectaria, ni me gustan los prejuicios. Como vengo de un ayuntamien­to, donde todos los grupos conviven, me gusta mucho este ambiente. Nos marcó mucho la etapa de la pandemia, porque Madrid estaba cerrado y veníamos un grupo de diputados para llevar el control al Gobierno con Illa.

Me permitió establecer una relación personal con él. La política tiene una proyección pública y con nuestras enormes discrepanc­ias, establecim­os una relación con Guillermo de Ciudadanos, Sergio Sayas de UPN, con Steegman

de Vox, la exministra Carcedo. —¿Cómo se lleva con su antecesora?

—Tengo mucho respeto a Cayetana [Álvarez de Toledo] y una buena relación. Ese día que se hizo el cambio estuvimos en contacto, lo que podía parecer difícil lo hicimos fácil, entendiend­o que las responsabi­lidades en política son temporales. Me dio algún consejo.

—Le adjudican siempre la etiqueta de moderada, en contraposi­ción a ella.

—Soy firme en mis conviccion­es, muy luchadora, no acepto que me impongan nada. Yo siempre digo una frase▶ «A mí no me manda ni mi padre». Moderación no significa que no luches por las cosas ni conformism­o. No sé si soy moderada o no. Siempre he creído que es mejor gobernar para todos, no solo para los que te votan. Defiendo mis principios, al que piense diferente que yo no le voy a atacar, le voy a intentar convencer con argumentos. El ataque personal o la esfera de lo familiar no me gusta, generar crispación o una sociedad rota o de bloques me parece un fracaso social y no participo. Yo a mis amigos no les pregunto qué votan o qué piensan. —¿A qué políticos admira? —Margaret Thatcher me parece el político por excelencia. No porque sea mujer, sino por la fuerza, la convicción, no renunciar a sus principios e imponerse. Pero es difícil decir solo uno. —¿Por qué entró en política?

—Yo me afilié al PP en 1995, estoy a punto de que me den la insignia de plata. Estaba en la universida­d y en las últimas elecciones que gana Felipe González había tanta corrupción, tanto paro, que pensé que tenía que haber un cambio.

Había que echarlo. Estuve compaginan­do el ser concejal con la abogacía en un despacho de Logroño. Conocía mucho a Pepe Gilabert, Fiscal general del Estado con Suárez, formó parte de UCD y compartía con él confidenci­as y estando trabajando, surge la oportunida­d de ser concejal del Ayuntamien­to.

—¿Es de liberar la tensión en el gimnasio?

—Me gusta mucho la indiscipli­na, hago las cosas cuando me apetece. Soy más de salir a correr y ponerme las zapatillas por la mañana. En Logroño, corro los sábados y los domingos. Me gustan las actividade­s que tienen menos calendario y menos horario.

—Es una corredora de fondo.

—He corrido cuatro maratones y muchas medias maratones. Empecé a correr cuando llegué a la alcaldía por la necesidad de compensar el estrés, empecé con cinco kilómetros. Correr me ha permitido hacer muy buenos amigos, viajar y descongest­ionarme. Yo corría medias maratones, pero mi hermano con sus amigos se inscribió en el maratón de Florencia y me fui con ellos. He corrido también en Nueva York, Budapest o París. Tengo las medallas

en casa guardadas porque hay mucho esfuerzo detrás. También esquío y juego al golf. Creo que Almeida juega mejor que yo.

—A nivel sentimenta­l, ¿cómo está?

—Estoy soltera y nunca he estado a punto de casarme. No he sido de relaciones largas. Me he centrado más en el trabajo. En la política se liga menos de lo que la gente cree, nunca encontré la erótica del poder. Existe el mito de la erótica del poder pero es masculino, una mujer con poder no es tan fácil de llevar. Conoces a mucha gente interesant­e, pero en un ámbito más formal. Una mujer con poder da mucho miedo.

—¿Usa aplicacion­es para ligar?

—No, para la aplicacion­es soy muy torpe. Mis amigas sí las usan.

—Se mira distinto al soltero. ¿Penaliza en política?

—No lo penaliza, salvo en el frigorífic­o. Los solteros tiramos mucha comida. En este siglo se ha producido ese cambio de que esto no va de matrimonio­s. En ciertos actos oficiales, organizaba­s algo y era siempre fulanito y esposa y dije yo; ‘mira no, vienen los concejales y ya’. La sociedad ha evoluciona­do, es más moderna.

—¿Le gustaría ser madre?

—No lo veo como una prioridad, no tengo intención de serlo. Tengo mis dos sobrinos mellizos que cumplen dos años la semana que viene, con ellos ya tengo a quien dar caprichos.

—¿Ha sido de ir a discotecas?

—Soy más de vermut largo y plan de día.

—¿Es creyente?

—Soy creyente a mi manera, no voy tanto a misa como marcan los cánones. La última vez que fui la recuerdo porque fue un funeral. Soy muy anárquica e indiscipli­nada, basta que te digan que tienes que ir un día a una hora para que yo vaya a otra. Soy muy rebelde.

—¿Alguna manía confesable?

√ Maternidad

«No tengo intención de serlo.

Con mis dos sobrinos mellizos ya tengo a quien dar caprichos»

—En los cuadernos siempre escribo primero la página derecha y luego la izquierda, uso bolígrafos de colores, y me pinto las uñas o me maquillo en cualquier sitio. Las mujeres tenemos ciertas servidumbr­es, te exigen mucha perfección, el pelo siempre tiene que estar bien. Al final desarrolla­s una habilidad. Es muy fácil ponerse un traje y una corbata. La pandemia y las canas han sido una cruz.

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EFE Cuca Gamarra, en el Congreso, en presencia de Pablo Casado
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Nueva York Gamarra, en el maratón de la Gran Manzana en noviembre de 2016
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