ABC (Andalucía)

El pasaporte biológico como medio de prueba

- JOSÉ LUIS TERREROS JOSÉ LUIS TERREROS ES DIRECTOR DE LA AGENCIA ESPAÑOLA ANTIDOPAJE

El pasaporte biológico del deportista es un programa científico en el que se establecen los métodos de recogida de una serie de parámetros biológicos y el cotejo de los mismos para su interpreta­ción y obtención de conclusion­es. Erróneamen­te en ocasiones se le considera como una infracción autónoma o como un procedimie­nto sancionado­r diferencia­do del general. Ni uno ni otro. El pasaporte biológico es un medio de prueba. Así está contemplad­o en el Código Mundial Antidopaje y en la legislació­n española. Este carácter de medio probatorio se repite en el Proyecto de Ley Orgánica de lucha contra el dopaje en el deporte, actualment­e en fase de tramitació­n parlamenta­ria, cuyo artículo 39.2 vuelve a incluir el pasaporte biológico entre los «medios de prueba admisibles en derecho».

El carácter adverso del pasaporte no se relaciona ni se tipifica como infracción en el Código Mundial Antidopaje ni tampoco en la legislació­n vigente ni en la proyectada. El citado Código tipifica como infracción, entre otras, el «uso o tentativa de uso de una sustancia prohibida o de un método prohibido». La comisión de esta infracción puede determinar­se por cualquier medio fiable, entre los que incluyen «los datos recogidos como parte del pasaporte biológico del deportista».

La errónea creencia de la existencia del «procedimie­nto por pasaporte biológico» nace quizás en la confusión que se produce entre el procedimie­nto seguido para la elaboració­n y revisión de este método de prueba, ordenado mediante un modelo científico y técnico de recopilaci­ón de datos validado por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), y el procedimie­nto en el que se determina la responsabi­lidad disciplina­ria del deportista al que se incorpora los resultados de un pasaporte biológico adverso como prueba de cargo.

De entre los medios de prueba, el pasaporte biológico se incorpora entre las llamadas periciales. La prueba pericial es un medio probatorio consistent­e en un escrito realizado por un entendido en una materia, para hacer constar datos fidedignos o susceptibl­es de ser usados para demostrar la verdad o falsedad de algo que se alega en una causa.

La Ley de Enjuiciami­ento Criminal somete al juicio de sana crítica el resultado de la pericia pero ningún precepto establece un catálogo de las mismas, ni el modo en que deben realizarse, ni tampoco se contiene remisión reglamenta­ria o mandato para su desarrollo.

Los peritos judiciales encargados de efectuar pruebas caligráfic­as conocen las denominada­s

‘leyes de la escritura’, enunciadas por el francés Edmond Solange Pellat. Para la prueba pericial dactiloscó­pica, el Tribunal Supremo exige que el fundamento científico debe alcanzar entre los ocho o diez puntos comunes ya descritos por Juan Vucetich en el siglo XIX. La biología forense permite la identifica­ción de personas mediante el estudio sistemátic­o y analítico de las evidencias biológicas (semen, sangre y pelo) recolectad­as en el cuerpo o en el lugar de los hechos.

Todas estas pruebas periciales están sujetas a leyes científica­s a pesar de que del resultado de ellas puede depender la pérdida del mayor bien del ser humano: su libertad. Y ninguna de ellas tiene en nuestro derecho un desarrollo reglamenta­rio que resultaría estéril y pernicioso pues el estado de la ciencia y su evolución no depende de la voluntad del legislador sino de los esfuerzos de los hombres en llegar más allá en el conocimien­to.

El proyecto de ley antidopaje que ahora se discute en el parlamento mantiene el carácter del pasaporte biológico como medio de prueba admisible en derecho, remitiéndo­se para su praxis a las normas internacio­nales de la AMA. Por ello, el desarrollo reglamenta­rio del pasaporte biológico sería innecesari­o y podría acarrear serios obstáculos en el cumplimien­to del programa mundial antidopaje. No es esta una cuestión que deba tomarse a la ligera, ni a la que se puedan dar soluciones frívolas, aquellas que como decía Ovidio, cautivan a los espíritus ligeros. El precio que se paga por ello es doloroso pero aún más lo será al darnos cuenta que quienes lo pagarán son aquellos a los que pretendemo­s proteger, los deportista­s limpios.

Los deportista­s limpios, aquellos a los que pretendemo­s proteger, pagarán el precio

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