ABC (Andalucía)

Veteranos y noveles

► Con toros altos y serios de Pedraza de Yeltes, López Chaves y Javier Cortés muestran su madurez, y Colombo, su entrega

- ANDRÉS AMORÓS

Antes de que vuelvan las figuras, nueva cita torista en Las Ventas. La ganadería salmantina de Pedraza de Yeltes, formada por los hermanos Uranga, procede de El Pilar: ha ganado prestigio con sus éxitos en Azpeitia y en varias plazas francesas. Esta tarde, los toros, grandes y serios, muestran nobleza pero varios se apagan, no acaban de romper. Domingo López Chaves muestra su gran profesiona­lidad; Javier Cortés, su torería. La entrega de Colombo no tiene premio.

El paso del tiempo no le ha hecho decaer al salmantino Domingo López Chaves, sino todo lo contrario: muestra ahora gran madurez lidiadora. Habituado a corridas duras, le he visto disfrutar de verdad imponiendo su mando a toros encastados. Se ha ganado el respeto del sector más exigente de la afición madrileña. Lidia con soltura al primero, al que miden el castigo. Domingo, muy seguro, muletea con suavidad y templanza pero el noble toro se para pronto y la faena queda ‘interrupta’. Mata con facilidad y saluda. El cuarto, grandón, flaquea, transmite poco, pero López Chaves tira de él y prolonga las embestidas, como un excelente profesiona­l, aunque el público no lo aprecie como merece. Mata bajo.

Lesionado Diego Carretero, entra en el cartel el madrileño Javier Cortés. Además de ser ejemplo de superación, por su percance ocular, se lo ganó al cortar oreja a un gran toro de El Pilar. El segundo, Brigadier, como dos hermanos suyos de vuelta al ruedo, va al caballo de lejos, con alegría. Brinda Javier al diestro al que sustituye. Dándole mucha distancia, liga templados naturales, que levantan fuertes olés. Un tipo de faena muy del gusto de Madrid, con gusto y torería. (Antoñete siempre creyó en este torero). La estocada es defectuosa. Se ha quedado al borde del triunfo. En el quinto, fallan los banderille­ros, dibuja Javier muy toreros muletazos, barriendo el lomo con suavidad, pero el toro se apaga y al público le cuesta entrar en la impecable faena. Le ha sacado todo lo que tenía y más. Mata con facilidad.

El venezolano Jesús E. Colombo, hijo de matador de toros, es torero capaz y banderille­ro espectacul­ar. Un grave percance frenó su carrera, al llegar a matador. Cortó la última oreja en Las Ventas, antes de la pandemia. Ha toreado bastante en América y con éxito. Lancea con desparpajo al tercero, alto, que pelea bien en varas. Banderille­a espectacul­armente, con saltos gimnástico­s. Llamándolo desde el centro, el toro acude pronto, con alegría, como un Huracán: encadena muletazos vistosos, que suscitan división, por la colocación. La faena no ha convencido a los más exigentes. En las valentísim­as bernadinas lo engancha por la espalda. Se vuelca al matar. Ovacionan mucho al toro.

Más de 600 kilos

Supera los 600 kilos el último, que levanta con facilidad al caballo. Vuelve a banderille­ar Colombo con muchas facultades, sin vencer la división. En la muleta, el toro se viene abajo y la faena se diluye. Mata bajo. Al sacarle la espada, el toro pega un arreón y sufre una voltereta: nunca se puede perder la cara al toro.

El himno histórico del Real Madrid canta la unión de «veteranos y noveles». Eso hemos visto esta tarde, en Las Ventas: dos maduros lidiadores y un joven que intenta arrollar. Sin triunfos, ha sido una tarde interesant­e. El mejor resumen, el verso que dedicó Gerardo Diego a Manolete: «Toda la vida es casi y es apenas». Con las primeras figuras, va a llegar otro tipo de Fiesta.

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// EFE Jesús Enrique Colombo, tras su tercio de banderilla­s al castaño tercero
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