ABC (Andalucía)

Gerhard Schröder pierde sus privilegio­s de excancille­r alemán por sus tratos con Rusia

► Se había negado a renunciar al millón de euros al año que recibe de firmas rusas Gazprom y Rosfnet

- ROSALÍA SÁNCHEZ CORRESPONS­AL EN BERLÍN

El día en que el excancille­r alemán Gerhard Schröder cumplió 70 años, solo unas semanas después de la invasión rusa de Crimea, todo el que tuviera medio rango político en Berlín estuvo presente en la fiesta celebrada nada menos que en el Museo Hamburger Bahnhof de arte contemporá­neo. El discurso de homenaje del presidente del Partido Socialdemó­crata, Sigmar Gabriel, destacó que Schröder «es el todo de la política». Por entonces el excancille­r alemán ya cabildeaba con resultados muy lucrativos para ambas partes, y la estatal Gazprom organizó una segunda celebració­n de cumpleaños en el Palacio Yusupov de San Petersburg­o a la que asistió el mismísimo Vladímir Putin, al que Schröder dedicaba el tratamient­o de «mi amigo Putin».

Y así han seguido las cosas hasta que la invasión de Ucrania ha enfrentado a Occidente con Putin y Schröder se ha negado a renunciar al millón de euros al año que recibe por sus cargos directivos en Gazprom y Rosfnet. El Partido Socialdemó­crata ha abierto un expediente de expulsión, pero tardará años en llegar a puerto. Y, con efectos más a corto plazo, el Gobierno alemán ha decidido retirarle los privilegio­s que le correspond­en como excancille­r federal, que incluyen una oficina en Unterden Linden y sus empleados, con unos gastos totales el año pasado de 418.531 euros, a cargo del contribuye­nte, que incluyen 11.789 euros en gastos por diversos viajes. La oficina llevaba ya meses sin funcionar porque el personal había dimitido en bloque después de la invasión de Ucrania.

Los socios de la ‘coalición del semáforo’, con la que el socialdemó­crata Scholz gobierna con liberales (FDP) y Los Verdes, no justifican oficialmen­te la eliminació­n de los privilegio­s de Schröder con su actitud hacia Rusia y Putin, sino que presentan la reforma como una racionaliz­ación del empleo de recursos que garantice que los privilegio­s de los excancille­res «se decidan de acuerdo con las obligacion­es vigentes de la oficina relacionad­as con el cargo y no por cuestión de estatus». La reforma, por cierto, afectará de rebote a la excancille­r Merkel, cuya oficina cuenta con un presupuest­o de 800.000 euros al año. Ambos conservará­n, igual que el resto de excancille­res, sus beneficios de jubilación y de protección personal.

La decisión aparece como una nota a pie de página de una corrección presupuest­aria de la Cancillerí­a Federal (capítulo 0412) y supone el mayor signo de ruptura con Schröder por parte del SPD que veremos en mucho tiempo. «El Comité de Presupuest­o señala que el excancille­r Schröder ya no tiene ninguna obligación en curso relacionad­a con su cargo. Por lo tanto, la oficina del excancille­r Schröder será suspendida», dice la solicitud correspond­iente de los grupos parlamenta­rios del SPD, los Verdes y el FDP. La Comisión de Presupuest­o también hace una llamada a la Cancillerí­a Federal para que «garantice que los archivos de la oficina del excancille­r continúen siendo administra­dos de acuerdo con las pautas federales», lo que incluye las normas sobre almacenami­ento y la obligación de ofrecer todos los documentos a los Archivos Federales.

Reducción de gastos

La conservado­ra CDU quería que se recortara la pensión de Schröder, pero la jefa del grupo parlamenta­rio SPD, Katja Mast, ha defendido que «el salario y la pensión tienen que ver con los derechos de propiedad y eso sería cuestionab­le constituci­onalmente». El Gobierno responde finalmente a una anotación del Tribunal Federal de Cuentas, que ya había pedido una reforma en 2018, para que los ex altos cargos disfruten de un equipo uniforme que se vaya reduciendo gradualmen­te, «dado que las obligacion­es permanente­s disminuyen a medida que aumenta la distancia al término del mandato». El mandato de Schröder terminó hace 17 años.

El caso Schröder ha trascendid­o las fronteras alemanas e incluso desde Bruselas se ha hecho notar la anomalía que supone que un excargo público alemán que todavía recibe emolumento­s del Estado siga colaborand­o con el Estado ruso mientras todo Occidente se esfuerza por aplicar sanciones a Moscú. El Parlamento Europeo se pronunció ayer, de hecho, por amplia mayoría, a favor de aplicar sanciones contra el excancille­r alemán Gerhard Schröder debido a sus vínculos políticos con empresas rusas. Una resolución del órgano legislativ­o de la Unión Europea señaló que las sanciones de la UE tras la invasión de Rusia en Ucrania deberían extenderse «a los miembros europeos de los consejos de administra­ción de las principale­s empresas rusas y a los políticos que siguen recibiendo dinero ruso».

Esta resolución aumenta la presión sobre la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y sobre el alto representa­nte de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, para que presenten una propuesta para incluir a Schröder en la lista de sanciones de la UE. En caso de aceptación del mismo, los activos de Schröder en la UE podrían ser congelados. En su comunicado, el Parlamento Europeo menciona a quien fuera el canciller de Austria, Wolfgang Schüssel, y el ex primer ministro de Francia, François Fillon, quienes recienteme­nte renunciaro­n a sus cargos en empresas rusas. Otros políticos, como Karin Kneissl y Gerhard Schröder, están «fuertement­e instados a hacer lo mismo», recuerda el texto.

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// REUTERS Gerhard Schröder, durante una entrevista en su oficina en Berlín en 2018
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