ABC (Andalucía)

OJO DE HALCÓN

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Al Gobierno parece no bastarle con cuestionar la solución de la Junta para los regadíos al norte de Doñana y advertir que lo llevará al Tribunal Constituci­onal, con la certeza además de que ganará sí o sí, con la fuerza jurídica avalada por Europa, o con un trabajito a medida de

Cándido Pumpido. Win-win. Así que con Doñana, como con Ferrovial, Moncloa ha sacado el matonismo amenazante. Con Doñana, de hecho, mucho más que con Ferrovial. Una vicepresid­enta del Gobierno ha descalific­ado al presidente andaluz de «señorito» –se confirma que sólo es un tópico según tu carnet– y hasta lo ha comparado con un «acosador», literalmen­te. «Doñana no se toca» clama el presidente Sánchez, al que le cuesta tanto decir la verdad, porque el Gobierno ya ha tocado mucho Doñana y no sólo la residencia donde él veranea. Sánchez, recurriend­o al otro tópico del cortijo, sobre no tocar Doñana añadía «y mucho menos la derecha», como si la izquierda tuviese algún derecho extra pero la derecha fuese una especie invasora. Y todavía Gómez de Celis, vicepresid­ente del Congreso, acusa a la Junta de terrorismo en este pulso ambiental. Hace falta cuajo para tener a Otegi de socio preferente, para reírle los discursos a Mertxe Aizpurua, y llamar terrorista al presidente andaluz. Sólo le ha faltado firmar Gómez de Txelis. En todo caso, se hace muy evidente que el PSOE, que sigue sin encajar el cambio andaluz y su derrota mayúscula de 2022, va a por todas en un debate con mucho que ganar. Han olido la sangre y no van a tener escrúpulos.

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