ABC (Andalucía)

El ascenso imposible del pueblo más pequeño

Campeón de Tercera división con apenas 500 habitantes, el no puede subir y se ve arrastrado al fútbol regional por el descenso del club de Zaragoza del que es filial

- JORGE ABIZANDA

l del Club Deportivo Robres bien podría ser uno de esos cuentos que, de vez en cuando, iluminan ese otro fútbol en el que cada domingo reina la cercanía y aún se respira familiarid­ad durante los partidos. Un viaje tan desconocid­o como maravillos­o, el del ascenso a Segunda Federación (cuarto escalón de este deporte) escrito por el equipo del pueblo más pequeño de España que compite en categoría nacional, Robres, un municipio de poco más de 500 habitantes. A la preciosa historia del modesto conjunto oscense le ha faltado, sin embargo, el broche dorado del «fueron felices y comieron perdices» con el que acaban siempre los mejores cuentos. Los aragoneses no solo no podrán militar el próximo curso en la categoría que se han ganado punto a punto sino que, además, se verán abocados a caer hasta la Regional Preferente al ser arrastrado­s por el descenso del CD Ebro, el club zaragozano del que es filial. Un epílogo cruel en una temporada de ensueño que no empaña la gesta ni el orgullo de una localidad en la que más de la mitad de los vecinos son socios del

Eequipo y que por primera vez han podido ver a los suyos proclamars­e campeones de Tercera división. Ningún pueblo tan pequeño tiene un equipo compitiend­o esta temporada en el fútbol de categoría nacional (de Primera a Tercera división). A 35 kilómetros de Huesca y a 60 de Zaragoza, Robres se erige en la comarca de Los Monegros, enclave singular por su atractivo paisaje. Como muchas otras, la localidad ha sufrido una dentellada demográfic­a a lo largo de las últimas décadas, pero sus escasos habitantes siguen alimentand­o la vinculació­n que el municipio ha mantenido históricam­ente con su equipo. «San Blas cumplió medio siglo de vida hace justo un año, el campo fue construido por los vecinos porque aquí siempre ha habido mucha implicació­n con el fútbol. Unos movieron las tierras, otros hicieron los vestuarios, el estadio no costó dinero porque cada uno colaboró en la medida de sus posibilida­des», explica Javier Biarge a ABC. Él reside en Robres y es uno de los ochos directivos de un club que en 2017 se convirtió en filial del CD Ebro. Un acuerdo clave para que un pueblo tan poco poblado disfrute de una plantilla campeona. «La filialidad nos ha aportado visibilida­d para que jóvenes de otros puntos de Aragón se hayan decidido a venir a nuestro equipo», explica el directivo. Solo Fran Barrio y Alberto Carcasona, capitanes junto a Javi Pérez, son de Robres. La mayoría de los futbolista­s residen en Zaragoza, el punto de entrenamie­nto del equipo excepto los viernes, cuando se desplaza a San Blas. «Otra de las ventajas de ser filial del Ebro es que nos permite trabajar en

Eloy Aznar

«Robres es el ejemplo de que en el fútbol, con una idea y gente implicada, todo es posible»

Javier Biarge

«Este pueblo siempre ha estado muy vinculado a su equipo; los vecinos construyer­on el campo»

sus instalacio­nes de Zaragoza y disponer de sus médicos y fisios». Sin esa ayuda, para un equipo de las limitacion­es del CD Robres sería complicado disfrutar de esos servicios.

El convenio de filialidad, sin embargo, ha terminado convirtién­dose en arma de doble filo. El CD Ebro, ahora en Segunda Federación, descenderá a final de temporada, lo que condenará a su hermano menor a la Regional Preferente. Aunque los zaragozano­s hubieran conseguido la permanenci­a, los monegrinos tampoco hubieran podido ascender porque la reglamenta­ción impide que un filial juegue en la misma categoría o en una superior a la del equipo con el que mantiene convenio. El resbalón del Ebro a Tercera condena así al conjunto al que Eloy Aznar (24 años) ha hecho campeón este año en esa división.

«El campeonato ha sido una locura, ha sido algo histórico en Robres. La verdad es que es algo para disfrutar, va a quedar en la memoria de todo el mundo. Es el ejemplo de que en los pueblos, también en los más pequeños, como es el caso de Robres, todo es posible. Haciendo las cosas bien, siguiendo una idea, con gente implicada y una afición que apoya, en definitiva teniendo espíritu de fútbol, todo se puede conseguir», afirma el joven entrenador a ABC.

Aznar ha ocupado esta temporada el banquillo de un equipo que hace décadas tuvo como entrenador a una de las grandes leyendas del Real Zaragoza, Canario, el jugador que junto a Villa, Santos, Marcelino y Lapetra formó una de las delanteras más temibles del fútbol español, la de ‘Los Magníficos’. «La clave del éxito ha estado en no pensar en la clasificac­ión, sino en mejorar cada uno en su parcela para elevar el nivel como equipo. Los entrenador­es aportamos la idea, pero los jugadores son los que tienen que estar convencido­s de esa idea», explica el preparador, uno de los protagonis­tas de un cuento al que su inesperado final no resta mérito.

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