«Los adolescentes tienen que entender que los padres no son sus amigos»
—¿Qué percepción tienen los jóvenes del suicidio?
—Hay que decir que la mayor parte de los jóvenes están bien y van a estarlo. Pero hay otros que entran en un bucle de gestión psicológica y emocional que nos alerta. Por lo que me cuentan, la mayoría de las autolesiones no son suicidas, sino que tienen más un componente ansiolítico de rebajar la ansiedad.
—¿Llegan a normalizar estos comportamientos?
—Sí. En este sentido, hay una cosa muy importante: el proceso de identificación. Es decir, el hecho de que nuestros hijos se identifican con nosotros porque somos buenos modelos. Por tanto, si generamos adecuados contextos de relación y de confianza, en los momentos malos, nos hablarán y nos pedirán ayuda y con ésta llegará la solución.
—Cuando recibe la llamada de que un menor ha intentado quitarse la vida en el centro escolar... ¿Cómo lo afronta?
—Con dolor. Lo importante es acompañar y dirigir, ayudar a encontrar una dirección correcta a las personas que se han visto impactadas por algo así. Probablemente es una de las cosas más dramáticas que puede haber. En estos casos, es vital que todos saquemos lecciones. —Otro de los asuntos que analiza es que se protege a los hijos en exceso.
—Hay unos niveles de protección muy saludables, pero cuando nos pasamos, evitamos que los hijos desarrollen mecanismos de afrontamiento autónomo e independiente ante las dificultades para que sepan llevar mejor la adversidad. Y esto tiene riesgos porque la vida te enseña el malestar a la primera de cambio. Es un problema porque nuestra sociedad adora el concepto de felicidad y lo plantea como algo obligatorio.