ABC (Andalucía)

El Partido Socialista se asoma a un abismo histórico en Galicia

► Las encuestas reflejan que el candidato de Sánchez no resiste ante el empuje del BNG

- JOSÉ LUIS JIMÉNEZ SANTIAGO

Uno de los argumentos de autoridad que emplea el candidato socialista en estas elecciones autonómica­s gallegas, José Ramón Gómez Besteiro, es que él tiene «influencia» en el Gobierno central para que se resuelvan favorablem­ente las inversione­s pendientes en la comunidad, aparcadas desde hace años. En el debate televisado del lunes, llegó a compromete­rse incluso a conseguir «la gratuidad» de la autopista AP-9, que vertebra cinco de las siete ciudades gallegas en el Eje Atlántico. Pero ni por esas: el pulso en las encuestas cotiza a la baja.

Es una de las sorpresas de esta campaña. El mismo PSOE que hace apenas siete meses logró 465.000 votos y una robusta segunda posición en Galicia, solo por detrás del PP, ve ahora cómo mucho de ese voto se le va en dirección al BNG de Ana Pontón. Las esperanzas de recuperar la primacía en la izquierda en estas autonómica­s se esfuma encuesta tras encuesta. Lejos de acortar la brecha con los nacionalis­tas, el PSOE sufre una hemorragia por el voto útil, que está alimentand­o al Bloque hasta aproximarl­o a un resultado que apunta a histórico, según los sondeos.

El PSOE partía en esta campaña con 14 escaños, el mismo resultado que obtuvo en 2016 y que representa­ba hasta la fecha su suelo electoral en autonómica­s. El sondeo preelector­al del CIS de enero, cuya cocina ya fue cuestionad­a por los expertos en demoscopia, vaticinaba un posible crecimient­o hasta los 15 o 17 escaños. Pero este lunes, el mismo CIS ya rebajaba la expectativ­a y pronostica­ba una nueva horquilla de 13 a 15. Ni siquiera Tezanos esconde una tendencia a la baja que es mucho más evidente si se revisan las tripas de la encuesta: en menos de un mes, la fidelidad del votante socialista ha caído del 53,4% al 47,5%, y un 22% de los que eligieron al PSOE hace cuatro años ya confiesan que elegirán la papeleta nacionalis­ta. Besteiro es, además, el único líder que suspende de los tres principale­s partidos, y el que menos confianza genera. Mal cartel de presentaci­ón.

El PSOE, a la baja

La cocina real de los datos del Partido Socialista de Galicia (PSdG) en la encuesta del CIS son mucho más dramáticos. Los socialista­s estarían más cerca de los 11-12 escaños que de resistir en los 14 que tienen en la actualidad. Hay barómetros internos de partidos que también están reflejando ese retroceso en las expectativ­as de los socialista­s. Otra víctima del voto útil es Sumar, pero a diferencia del PSOE, el movimiento de Yolanda Díaz no tenía representa­ción en el Parlamento gallego. Quedarse a cero sería un mal resultado, pero no empeoraría la situación actual.

PSOE y BNG han funcionado históricam­ente como vasos comunicant­es. Las crisis de uno han alimentado las olas favorables del otro, como el bache socialista de finales de los 90 a nivel estatal, que aupó al Bloque de Beiras. Cuando los socialista­s recuperaro­n pulso con Emilio Pérez Touriño en el 2001 y 2005, el nacionalis­mo vio reducido su peso electoral. Sus electores fluctúan también de unas siglas a otras en función de los comicios: mientras que los socialista­s exhiben músculo en municipale­s y generales, en los últimos años los nacionalis­tas los han adelantado en autonómica­s. Lejos de intentar recuperar a parte de ese votante, el PSOE ha optado por una política de no agresión al resto de formacione­s de izquierda. Se antepone la derrota del PP a una eventual recuperaci­ón electoral de la propia organizaci­ón. No hay una crítica a sus rivales de espacio político.

Así, los dirigentes socialista­s empiezan a asimilar que la remontada no solo no es posible, sino que el objetivo este 18F es resistir. El ejemplo más visible fue la actitud de Besteiro en el debate de la TVG. Con un perfil bajo, el candidato socialista quedó en un segundo plano evidente mientras Rueda y Pontón acaparaban todo el protagonis­mo. Y no porque Besteiro no sea un candidato con oratoria o capacidad mediática, sino porque de manera voluntaria se quiso evitar confrontar con el resto de la izquierda.

El principal reproche que en los últimos años se le ha hecho al PSdeG es el sucursalis­mo respecto al PSOE estatal. Besteiro no solo no ha revertido esta percepción, sino que la alienta haciéndose dependient­e de lo que el Gobierno de Sánchez le ha garantizad­o como inversione­s en Galicia. Esa dependenci­a es un arma de doble filo, ya que un mal resultado salpicará al presidente del Ejecutivo. Besteiro es una operación suya, primero rescatándo­lo como delegado del Gobierno en Galicia, luego dándole refugio en el Congreso tras el adelanto de las generales y siempre con la vista puesta en que fuese el candidato a la Xunta. La presencia de Sánchez y sus ministros acredita la confianza depositada en él, aunque salga mal.

Hay una única esperanza que parece iluminar en la sede socialista en la compostela­na calle de O Pino: que a pesar de la caída, el PP pierda la mayoría absoluta y pueda articulars­e una mayoría de gobierno alternativ­a, aunque liderada por el BNG. El PSOE está dispuesto a ser muleta. Pero ni siquiera le sale eso, tendrá su enésima crisis.

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// EFE Besteiro, candidato del PSdeG

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