¿Y usted a qué viene aquí?
¿ Qué necesidad tiene usted de meterse en ese lío? Es la pregunta más recurrente que recibo en estos últimos meses desde que comencé a sugerir mi candidatura a la presidencia de la RFEF. Ciertamente ninguna, suelo responder. Y es así: felizmente no tengo ninguna necesidad de acudir al calor de la Federación de Fútbol para absolutamente nada. Eso no sé si es una ventaja o un inconveniente, pero es la realidad.
Cuando comencé a postularme para el cargo que aspiro a alcanzar, tal vez por lo anteriormente descrito, reinó la incredulidad: ¿qué hace un periodista como tú en un lugar como ese? Comprendo las dudas y hasta las chanzas, ya que no suele ser habitual: el endogámico mundo del fútbol suele autoalimentarse y resulta extraño la osadía de acudir desde el exterior; lo cual, según se mire, también es una ventaja o un inconveniente. Precisamente a lo largo de estos días estoy pretendiendo responder a esa pregunta.
Aspiro a presidir el fútbol español respondiendo a la pasión que ha despertado en mi, tanto el deporte, como el deseo de renovar el ámbito de desenvolvimiento del mejor estandarte de la Marca España. Desde la serenidad, sin aspavientos, sin complej o de elefante en tienda de cacharros, sin ruidos innecesarios, sin mangueras a presión, sin vocinglerío justiciero, sin sospechar por sistema de cualquier tiempo pasado… pretendo despertar un gigante, como señalé hace poco, que está adormilado por el aturdimiento que crean situaciones indebidas y parálisis orgánicas.
El fútbol español es demasiado bueno y demasiado importante como para arrastrar una imagen embarullada y espesa, inadecuada y turbia, enlentecida y autocompasiva. Evidentemente ni yo ni nadie tiene la varita mágica que con espolvoreo instantáneo devuelva el brillo y el esplendor a una administración que hace tiempo adolece de perfiles borrosos en permanente sospecha. Pero nada se pierde por intentarlo si además se viene desde el mundo civil sin haberse intoxicado por las costumbres inherentes a las intrínsecamente federativas.
Vengo a proponer gramos de sensatez y claridad, con supervisión ju
Nada se pierde por intentar devolver el brillo y el esplendor a una administración que hace tiempo adolece de perfiles borrosos en permanente sospecha
sabrochar los pantalones. Yo la ayudé, me senté en la taza del váter, ella se puso de rodillas y me hizo una felación». Negó haberla forzado, agredido o impedirle abandonar los baños. «No dijo nada, estábamos disfrutando los dos de estar ahí», apuntó.
Las huellas
En cambio, tanto la Fiscalía como la acusación particular mantienen que el futbolista agredió sexualmente a la joven. «Hasta las huellas corroboran la versión de la víctima», apuntó la fiscal durante su informe de conclusiones. Y es que los indicios recabados por los Mossos en los baños de la discoteca Sutton contradicen la explicación de Alves sobre la posición en que ambos se encontraban. En cambio, indican que el relato de ella «es consistente».
Para la acusación pública Alves violó a la víctima. «Ella le rogó salir de los lavabos pero él la ignoró. Es injusto culparla de una situación traumática por la que un año después sigue de baja. El hecho de que no gritara lo suficiente no implica que hubiese consentimiento», apuntó la fiscal. Sobre la ausencia de lesiones vaginales, recordó lo sustentando por los forenses durante la tercera sesión del juicio en la Audiencia de Barcelona: «No será la primera ni la última víctima que no las tenga. No es necesario para que haya o no violación».
Por su parte, la abogada de la joven, Ester García, subrayó que sólo las declaraciones de su representada, «consistentes» durante todo el procedimiento, son «prueba de cargo suficiente» para desvirtuar la presunción de inocencia del acusado. Al cierre de esta edición, la defensa del futbolista aún desarrollaba su escrito de conclusiones para pedir su absolución.