Dos religiosas, de 69 y 66 años, representan la cuota femenina hispana, aunque en puestos de menor relevancia
con cuyas rentas el Vaticano sostiene las misiones y los estudios de sacerdotes y religiosas de países en vías de desarrollo. El otro es el responsable de recursos humanos, Luis Herrera Tejedor, madrileño, de 64 años. Se ocupa de la gestión de personal, o sea, tanto de la «selección y desarrollo» como de los sueldos de sus tres mil empleados y del ambiente en las oficinas.
En el segundo escalafón
Mientras que el prefecto de cada dicasterio se ocupa primordialmente de tareas representativas y de fijar el rumbo de su departamento, sus números dos y tres, a quien en el Vaticano llaman ‘secretario’ y ‘subsecretario’, son los responsables operativos, encargados de conseguir que se complete el trabajo y que se haga bien.
El más veterano de los españoles con esa posición es el vasco Juan Ignacio Arrieta, nacido en Vitoria hace 72 años. Es desde 2007 secretario del Dicasterio para los Textos legislativos, una especie de corte constitucional que ayuda a interpretar el Código de Derecho Canónico y las demás normas de la Iglesia. Arrieta formó parte de la comisión que puso en marcha el Papa Francisco nada más ser elegido para revisar el banco vaticano. El más joven de la lista es Aurelio García Macías, de 58 años.
Este filósofo era rector del seminario de Valladolid, pero en 2015 el Papa Francisco lo llamó a Roma. Ahora es subsecretario del dicasterio para el Culto Divino, que es el departamento que se ocupa de los textos litúrgicos en la Iglesia católica, pero también de determinar la validez de algunos sacramentos y de decidir sobre el uso de reliquias.
El Papa aprecia mucho el trabajo discreto de Luis Marín de San Martín, agustino madrileño de 62 años, subsecretario del Sínodo de Obispos. Marín está coordinando la organización del sínodo sobre la sinodalidad, cuya primera fase en octubre pasado sirvió para despejar dudas entre los escépticos de este modo de gobernar la Iglesia. Ya está trabajando en la sesión, convocada para el próximo mes de octubre. El sínodo no es un departamento de la curia sino una asamblea de obispos, pero sus trabajos determinan la selección de prioridades de todos los dicasterios.
Otro español muy estimado en la Santa Sede es el toledano Alejandro
Arellano Cedillo, prestigioso canonista de la Confraternidad Sacerdotal Operarios del Reino de Cristo. Hace tres años, el 30 de marzo de 2021, el Papa Francisco lo nombró juez decano del Tribunal de Sacra Rota, la corte de apelación de la Santa Sede.
No tiene ningún cargo ejecutivo, pero sí bastante visibilidad el trabajo del sacerdote catalán Jordi Bertomeu, de 55 años en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, pues es una suerte de investigador de los casos de abuso que llegan al Vaticano. El Papa le ha confiado delicadas misiones a varios países latinoamericanos para entrevistarse con víctimas y familiares de abusados y recopilar información sin intermediarios.
La lista de los españoles que más cuentan en el Vaticano podría incluir perfectamente al arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella, de 77 años, quien se sienta en el Consejo de nueve cardenales que asesoran al Papa en el gobierno de la Iglesia, aunque técnicamente este organismo no pertenece a la Santa Sede.
Los altos cargos en el Vaticano tienen siempre fecha de caducidad: duran cinco años, y se prorrogan otros cinco, aunque el Papa siempre puede pedir que se alargue más la estancia en Roma, o que se interrumpa antes de que venza el plazo o llegue la edad de jubilación.