‘Endogamia’ y burocracia, los grandes males
Perla Wahnón, presidenta de la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce), cree que el programa Atrae está bien dotado, pero no es suficiente para atraer el talento que ha acabado en otros países. Confía en que la iniciativa no sea «una gota en el mar» y se consolide y salga cada año de los fondos nacionales. A su juicio, los males de la ciencia española son la «endogamia» –la lacra de los contactos sobre el mérito– y la burocracia. «Las exigencias que se piden a los científicos para volver son tan grandes que muchos, por no pasar por esos requisitos, ni se lo piensan», concluye.
La Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (Aseica) lleva años reivindicando programas para atraer el talento científico de vuelta, objetivo para el que incluso ha creado su propio foro de asesoramiento. «Nuestros jóvenes fortalecen su trayectoria fuera del país, pero muchos no vuelven. Francamente, esto debilita nuestro ecosistema de investigación», explica Gema Moreno-Bueno, miembro de la junta directiva de la organización.
Gerard Ariño Estrada
Gerard Ariño Estrada se mudó al poco de comenzar su carrera laboral a EE. UU. para ingresar en el Departamento de Ingeniería Biomédica de la Universidad de California en Davis. En el competitivo sistema estadounidense ha conseguido liderar su propio laboratorio, en el que se desarrollan detectores de radiación para la imagen en medicina nuclear: sustancias marcadas con agentes radiactivos que pueden indicar presencia de tumores. « Aquí he aprendido mucho, desde cómo gestionar un equipo a cómo conseguir financiación –cuenta–. Pero es una cultura distinta a la mía. En España sabes mejor cómo funcionan las cosas». En febrero iniciará un proyecto en el Instituto de Altas Energías (IFAE), en Barcelona. Sobre el Atrae, dice: «Ojalá continúe, porque extenderlo sería muy potente para España».
Hind Medyouf
«España no estaba en mi radar», confiesa Hind Medyouf (Rabat, 45 años), del Instituto de Biología Tumoral y Terapia Experimental Georg-Speyer-Haus
Considera que el plan Atrae debería haber tenido más en cuenta «la opinión del personal investigador y las necesidades reales del sistema». A su juicio, «hay que tratar de potenciar la estabilización de los jóvenes científicos, porque en términos de edad del jefe de grupo, España es un país envejecido, y hace falta un recambio generacional». ¿La solución? «Sueldos competitivos, estabilidad, programas de mentorazgo científico... Un entorno menos ‘ hostil’ para que la carrera investigadora no sea considerada como un precipicio » , enumera. «Si se cuida a los jóvenes –dice–, pueden convertirse en pilares tan esenciales como en su día fueron Mariano Barbacid o Valentín Fuster», grandes ‘estrellas’ que la ciencia española logró recuperar.
Por su parte, Javier Pardo, de Raicex, cree que un plan que da apoyo solo a treinta investigadores «está muy bien para quien lo consigue, pero resulta anecdótico. Hay muchos más que desean volver». Además, considera que debería haber otra propuesta para investigadores no tan ‘top’ como los Atrae pero más consolidados que los Ramón y Cajal.
Físico, Univ. de California Davis
en Fráncfort (Alemania), pero el contacto con colegas españoles le hizo cambiar de opinión. Esta especialista en el comportamiento de las células cancerosas llevará su proyecto al Instituto de Investigaciones Médicas del Hospital del Mar (IMIM) en Barcelona.
Fernando Pérez-Cruz
Bioquímica, Georg-Speyer-Haus
Prof. en IA, ETH Zúrich
La historia de Fernando Pérez-Cruz (Sevilla, 50 años) es un poco diferente. En 2013, cuando ya era profesor titular y director del Departamento de Teoría de la Señal y Comunicaciones en la Universidad Carlos III, se fue de España por motivos familiares. Con la paternidad estrenada, pasó por la Universidad de Princeton, Nokia Bell Labs y Amazon, entre otros centros de prestigio, y acabó en 2017 en el Departamento de Ciencias de la Computación de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH) para dirigir un grupo de investigación de Inteligencia Artificial aplicada. Ahora, vuelve a la Carlos III, atraído por un programa que le da estabilidad y le permite formar su propio grupo. «El objetivo es quedarme», dice. «Zúrich es un lugar donde se trabaja y se vive muy bien, pero llevo doce años fuera y me gusta la idea de volver a sentirme ciudadano del país en el que estoy y contribuir al bien común», asegura.