Montero desafía a los analistas y diseña los PGE sobre un PIB del 2%
► El ministro de Economía avanza que el Gobierno no cambiará su previsión de crecimiento pese a situarse claramente por encima de las cifras del consenso ► Hacienda reinicia hoy la tramitación de los Presupuestos tras el ‘no’ del Senado
El Gobierno reiniciará hoy desde la casilla de salida la tramitación de su proyecto de Presupuestos (PGE) para 2024 con la aprobación por parte del Consejo de Ministros de los objetivos de déficit y deuda públicos para el periodo 20242026, después de que la pasada semana la mayoría del PP en el Senado los devolviera al Ejecutivo bloqueando ‘de facto’ el proceso presupuestario.
Montero vuelve a iniciar ese trayecto dos meses después, a sabiendas de que el PP volverá a hacer valer su mayoría absoluta en la Cámara Alta para echar abajo esos objetivos –que la ley de Estabilidad Presupuestaria señala como imprescindibles para sacar adelante las cuentas del Estado–, pero convencida por un aún desconocido informe jurídico de la Abogacía del Estado de que aún no superando ese trámite podrá sacar adelante los Presupuestos de 2024 tarde o temprano.
Y lo hace también manteniendo como base del proyecto presupuestario la referencia de crecimiento del 2% del PIB, según ratificó ayer el nuevo ministro de Economía, Carlos Cuerpo, que el Gobierno fijó el pasado mes de octubre en el plan presupuestario y que la práctica totalidad de analistas y organismos internacionales han venido poniendo en cuestión en las últimas semanas.
«Por supuesto que vamos a mantener nuestra previsión de crecimiento», subrayó ayer Carlos Cuerpo. «El dato de avance de crecimiento del cuarto trimestre de 2023 difundido por el INE ha vuelto a sorprender al alza –adelantó un crecimiento del 0,6% en el último trimestre– y creemos que valida nuestras cifras», recalcó.
Una cifra clave
Los analistas esperaban para el último trimestre un crecimiento más tenue de entre el 0,3% y el 0,4% y a ese precedente se agarra el Gobierno para sostener su previsión de crecimiento para 2024 por encima de las expectativas menos optimistas de los analistas domésticos y foráneos.
La decisión en torno a la cifra de crecimiento sobre la que se sostienen los Presupuestos no es un asunto menor. De ella derivan todas las grandes cifras de las cuentas públicas, tanto en lo que se refiere al caudal de ingresos impositivos que van a entrar en la caja del Estado a lo largo del año, resultado de una fórmula que tiene en cuenta tanto el crecimiento como la inflación de precios que se espera para la economía, como desde la perspectiva del gasto, ya que igualmente determina la evolución del empleo y la evolución de cuentas fundamentales de los presupuestos como el gasto en prestaciones por desempleo o el salario de los empleados públicos.
El consenso de la analistas volcado en el panel de Funcas apunta a un crecimiento de la economía del 1,6% en 2024, cuatro décimas menos que la previsión oficial; y tanto el FMI como la OCDE han avanzado un crecimiento del 1,5%, en línea con ese consenso y lejos de la previsión oficial.
Crecimiento y gasto público
La cifra de crecimiento determina la previsión de ingresos de los presupuestos y afecta también a algunos de los principales gastos
A la contra del argumentario gubernamental, el inesperado dato de crecimiento del último trimestre de 2023 no ha hecho variar las expectativas del Consejo General de Economistas sobre el crecimiento de este año.
Su previsión actualizada, difundida ayer, sostiene que la economía española crecerá un 1,6%, en un contexto en que la inflación bajará hasta el 3,2% de media y el déficit público se quedará por encima del objetivo exigido por Bruselas del 3%, en el 3,4%.
Mantiene su previsión de crecimiento en el 1,6% aún después de conocer el buen dato de avance del último trimestre del año pasado porque observan la decisiva influencia que el gasto público está jugando a la hora de dinamizar el crecimiento de la economía y consideran que el Gobierno tendrá que levantar tarde o temprano el pie del acelerador del gasto público si quiere aunque sea acercarse a esa cifra de déficit del 3% que Europa exige para no activar su vigilancia reforzada sobre las cuentas españolas.