Impaciencias
Galicia demuestra que los nacionalismos secesionistas tendrían un peso mucho menor al actual si desapareciera el PSOE
L Aoposición no debería mostrar tanta impaciencia con Sánchez. Creo que hay que darle un poco más de cuerda para que se cuelgue por los pies él mismo, ahorrando esfuerzos al pueblo soberano. Es cierto que otorgarle los cuatro años más que anunció o reclamó el pasado miércoles, supondría el riesgo de que, además de terminar con su partido, no dejara de España ni la parte vacía. Tampoco hay que pasarse: dos años, tres a lo sumo, le bastarían para borrar al PSOE del mapa o reducirlo a la actual indigencia de Sumar y Podemos (podemos sumar, pero dividimos y restamos). La peña socialista actual, siguiendo el ejemplo gallego, se pasaría en masa a los partidos nacionalistas. Consta que en Pintxolandia y Butifarria lo están deseando.
A ver qué sale de las autonómicas vascas. Los antiguos seguidores de Chomin de Amorebieta ya están dudando entre votar dentro de unos meses al PNV o a Bildu (vacilación bastante absurda, porque ambas opciones son la misma en el fondo y en la forma). Cuando se queden sin parroquia, los cuadros y militantes de base del Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra pedirán el ingreso en la formación ganadora. Tomarán una decisión igual de valiente, aunque en la dirección contraria, a la que tomó Euskadiko Ezkerra en 1989 tras varios años de batacazos electorales y de reducción de Pedro Ximénez.
Entonces entraron en tromba en el PSE y lo convirtieron en el pedúnculo sociata del PNV. Ahora, en cuanto se estrellen en los comicios primaverales, se apresurarán a darle un marchamo legal a lo que desde hace unas cuantas décadas (tres, para ser más preciso: desde 1994) es su posición ancilar a más no poder respecto al nacionalismo. Así se completará el giro de 360 grados (¡ no de 180, ojo!) de aquella mitad de Euskadiko Ezkerra que se pasó en su día al PSOE y que se reunirá con los hermanos separados que en las mismas fechas se fueron al PNV para que los hicieran diputados generales. En Navarra, lógicamente, se meterán en Bildu, culminando el proceso emprendido con la entrega de Pamplona a la banda (municipal).
Es cierto que en la dulce Euskadi quedará un panorama monocolor que quizás intranquilice, pero no hay motivo para ello. En realidad, tan monocromo y abertzale lo es ahora con el PSE- EE como lo será sin él. Y, por supuesto, tanto el nacionalismo vasco como el catalán tendrían un peso mucho menor en la política española si desapareciera el PSOE, que es la pus. Es más, ayudaría mucho que en las autonomías donde todavía manda el socialismo hubiera partidos nacionalistas que lo fagocitaran a la gallega. Por ejemplo, el mayor servicio que podría hacer el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, a España sería cooptar un Partido Nacionalista Manchego o Visigodo, aunque mejor que lo monte Javi, su hermano gemelo, que tiene más miga y no se da tanto pisto.
RAMÓN