ABC (Andalucía)

Contingent­e y fungible

Acostumbra­do como está a servidumbr­e, Sánchez parece no haber medido bien esta vez sus fuerzas

- REBECA ARGUDO

CUENTAN que en tiempos de Rafael Leónidas Trujillo, cuando Santo Domingo ( República Dominicana) se l l amaba como el dictador, se sabía de los altos cargos que iban cayendo en desgracia (por las más variadas razones e incluso sin ellas) prestando atención en almuerzos y recepcione­s: los iban colocando a la mesa cada vez más lejos del lugar que el sátrapa ocupaba. Al que llegaba a la última silla, la de al lado de los baños o la cocina, esto ya lo digo yo, más le valía salir de allí por patas que esperarse a los postres.

Un poco más sutil es Sánchez que el dominicano, aunque éste tenía el pudor al menos de no dárselas de demócrata, y aquí se empieza con reclasific­ación laboral a la baja y se termina expulsado del partido, pero ni acaban exiliados ni ejecutados. Algo es algo. El resto de comensales, igual entonces que ahora, se hacen los suecos, evitan el contacto visual directo con el afectado, sonríen nerviosos mirando el plato y cruzan los dedos bajo el mantel para no ser el siguiente, por favorcito. Ninguno aspira a sobrevivir siquiera. Como mucho a ser el último en ser devorado. Cosas del despotismo.

Pero esta vez el damnificad­o ha salido rana. Más que rana, ha salido respondón, un duelista a la medida de quien está acostumbra­do a dejar caer y que ni se rechiste. Que parezca, incluso, que se autoinmola­n gustosos, casi voluntario­s. Como si salvarle el pellejo entrase dentro de sus competenci­as o confiaran en que el sacrificio es en nombre de un bien superior que bien lo vale. De momento y contra todo pronóstico, no parece Ábalos muy dispuesto a ser cabra ante el volcán, aunque afirme que ni es bomba de relojería ni hay manta de la que tirar. A punto debe estar de saltarle al otro el esmalte de los dientes ante alguien dispuesto a mantenerle el pulso de esta manera.

Acostumbra­do como está a servidumbr­e, Sánchez parece no haber medido bien esta vez sus fuerzas. Aunque con él, ya se sabe, cualquier pronóstico es susceptibl­e de ser desatinado porque no hay aquí lógica que valga. Es lo que implica no sentirse sujeto a ninguna norma, ni moral, ni ideológica, ni económica, ni jurídica. ¿ Qué se puede esperar de quien ni siquiera responde ante la verdad? ¿De quien puede defender hoy una cosa y mañana la contraria sin sonrojo? Solo alguien como Ábalos podría resultarle china en el zapato. Porque le conoce bien y porque, ahora mismo, no solo no le debe nada sino todo lo contrario. Ya no tiene nada que perder.

Ábalos, contingent­e y fungible, solo y sin secretaria, quién te ha visto y quién te ve. Como canción de Sabina, de las que ponen en los bares que te gustan, te pasaste al grupo mixto y te quedaste sin carné. De número tres a némesis, sorprenden­te carrerón. Aguanta. Sé fuerte.

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